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domingo,
31 de
julio de
2005 |
Sin tabúes. Anticonceptivos, pornografía y masturbación, todo está en debate en las aulas
Hay escuelas que desde hace décadas se animan a hablar sobre sexualidad
Los profesores dicen que las clases ayudan a reducir los embarazos, frenar abusos y retardar la primera vez
Carina Bazzoni - Laura Vilche / La Capital
Mientras en el Ministerio de Educación de la provincia se debate cómo se implementará la educación sexual en las escuelas, hace décadas que en muchos colegios rosarinos el sexo dejó de ser aquello de lo que no se habla. En las clases de biología y en talleres específicos empezaron a oírse palabras como sexualidad, anticonceptivos, pornografía y masturbación. Para los docentes no caben dudas de los resultados positivos que tiene la materia. Aseguran que acercar esta información a los adolescentes los ayuda a madurar, reduce el número de embarazos no deseados, permite enfrentar casos de abusos sexuales, e incluso -y contrariamente a lo que piensan sectores de la Iglesia- retarda la edad de las primeras relaciones sexuales.
Los alumnos también reconocen los beneficios. Con el permiso de los directores y la aceptación de los alumnos, La Capital visitó dos escuelas con cinco preguntas basadas en los supuestos y dudas que, a decir de profesionales, son las más frecuentes entre los adolescentes. Y tanto el noveno año cuarta división del Instituto Politécnico (Ayacucho y Pellegrini), como los 7º C y D, y el 9º C de la José María Serrano (Presidente Roca al 6700, barrio Las Flores) fueron espontáneos al responder cuestiones como qué es el clítoris o si el sexo oral puede contagiar el sida (ver página 4).
Los dos grupos -uno de clase media y otro de menores recursos- demostraron que conocían detalles de métodos anticonceptivos. No obstante, parece ser que eso no es suficiente para poner límites a los embarazos precoces.
En el Poli, este año hubo un caso y hace dos, otro. En ambos, las alumnas tenían 16 años. En la escuela del barrio Las Flores, en cambio, cada año una niña queda embarazada. "Todos los años somos tíos", reconoce el director, Carlos De la Torre, "pero hemos logrado que al hablar de estos temas con fluidez, los chicos depositen en nosotros más confianza en cuestiones tan íntimas".
Y esta maduración es el primer logro que se destaca en las escuelas donde la educación sexual no es nada nuevo.
Las primeras clases en el 71
El Politécnico fue uno de los primeros colegios rosarinos en incluir aspectos relacionados a la sexualidad dentro de su currícula. En marzo del 71, un grupo de profesores encaró la elaboración de un programa de educación sexual. Este se incluyó dentro de la cátedra de biología del viejo tercer año (actualmente 1º del polimodal) y "se siguió dando durante el proceso, aunque con un poco más de silencio", recuerda el profesor Mario Romero.
En la actualidad, la materia se divide en dos tramos: sexualidad humana, que se dicta en séptimo año; y salud reproductiva y sexual, de tercero del polimodal. Y, tanto en uno como en otro caso, no hay temas prohibidos.
"La única consigna que tenemos para trabajar es no dejar de contestar ninguna pregunta de los chicos", explica Romero y rápidamente acota que "si las preguntas no surgen las generamos nosotros".
Claudia Mauri parte de los mismos principios. Es profesora de biología, integrante de La Casa de la Mujer y tallerista de educación sexual. Desde el 94, primero en la Escuela de Enseñanza Media Nº409 (Tucumán al 7800) y después en la Nº 1080 Gabriela Mistral (San Lorenzo al 8000), da clases de educación sexual a los alumnos de 8º año de la EGB.
"Con chicos de entre 13 y 14 años, no hay tema que no puedan discutirse. Se habla de todo: del cuerpo, de su desarrollo, anticoncepción, embarazo, parto, masturbación, opciones sexuales, prostitución, abuso sexual, enfermedades de transmisión sexual. No hay límites", apunta.
En la escuela que dirige De la Torre, tampoco hay temas tabú. "Ni para los docentes, ni para los chicos. Los adultos fuimos los primeros en encarar talleres para conversar sobre sexualidad: nuestras dudas, prejuicios; todo lo pusimos en cuestión. También cómo hablar con los chicos de sus embarazos y temas tan difíciles como los abusos o el aborto, algo con lo que están en contacto permanente a través de amigos y familiares", señala Gloria, la docente de naturales y matemática de 7º.
Los primeros talleres sobre sexualidad comenzaron en la Serrano en 1996. Los llaman talleres de información sexual y se dictan desde que los pibes entran a la escuela, es decir, en el nivel inicial. "Apenas empiezan a aparecer las primeras inquietudes, los chicos tienen que encontrar respuestas", dice De la Torre.
Destruyendo mitos
Para los docentes la principal función de los talleres de educación sexual es la de destruir aquellos mitos que, muy bien arraigados, forman parte del imaginario de los jóvenes y, por qué no, de muchos adultos.
"Cuando comenzamos los talleres los chicos saben muy poco del tema, han aprendido de los medios de comunicación, muy pocos han hablado con sus familias, y tienen idea de que el sexo es sólo genitalidad y de que la relación sexual es nada más que penetración", sostiene Mauri.
La experiencia de Romero es similar. "Los chicos acceden a la primera información sobre sexualidad a través de la pornografía. Así terminan pensando que el sexo es sólo una cuestión de tamaño (pechos y penes enormes) y de ejercicio físico (coitos que duran horas). Una cosa de superhombres. El problema es que cuando experimentan sus primeras relaciones, ven que esto no es así y hasta pueden llegar a pensar que están enfermos", asegura.
Con los métodos anticonceptivos hay otros tantos malentendidos. Si bien la mayoría de los adolescentes ya han oído hablar de preservativos, pastillas o inyectables, no saben exactamente cómo se utilizan. Y lo que es peor, les da vergüenza requerir las instrucciones.
"Con la educación sexual no sólo adquieren más información sino tienen mucha más seguridad para hablar del tema, plantear dudas y pedir consejos. Este cambio de actitud es muy importante", remarca Mauri.
Otro de los mitos que no pierde vigencia es el falso precepto que indica que durante la primera relación sexual las mujeres no pueden quedar embarazadas, que el largo del pene es importante para el placer, que el coito interrumpido es un método anticonceptivo, o que sólo se masturban los varones. Ni más ni menos que los mismos prejuicios que tienen los adultos.
En cada una de las escuelas destacan distintos beneficios que acompañaron la incorporación de estos contenidos dentro de las clases. Notan que los adolescentes se encuentran más seguros respecto a los cambios que sufre su cuerpo y aprenden a tomar decisiones más responsables respecto de su sexualidad, o que empiezan a tomar en cuenta la necesidad de cuidarse y cuidar a los otros.
"Un punto muy importante es que cambian la mirada respecto a las diferencias de género, porque se trabaja mucho sobre la cuestión de los roles que la sociedad impone a varones y mujeres, y sobre la igualdad de derechos del hombre y la mujer", sostiene Mauri.
El profesor del Politécnico apunta a que los chicos dejan de lado actitudes discriminatorias con las diferentes opciones sexuales, que están atentos para evitar embarazos o enfermedades de transmisión sexual, y además "la sexualidad comienza a tener un objetivo, que puede llamarse amor, proyecto en común, o una significación trascendente de acuerdo a las filosofías de cada joven".
En la Serrano, los talleres permitieron a los docentes acercarse a los problemas de sus alumnos y, muchas veces, hasta llegaron a intervenir en estos. "Pudimos detectar casos de chicos y chicas abusados. Y enseñarles cómo cuidar su cuerpo y que nadie tiene derecho a tocarlos sin su aprobación", remarca De la Torre.
Los tres docentes desmienten tajantemente la preocupación que esta semana manifestó el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, acerca de que la incorporación de una materia como educación sexual "parecería una incitación" a la práctica de relaciones sexuales.
"Nada menos cierto. ¿Cómo vamos a incentivar la sexualidad, si los chicos ya están súper incentivados?", se pregunta De la Torre. Para la profesora de la Gabriela Mistral sucede todo lo contrario. "Se trabaja el tema de la responsabilidad, de la decisión pensada con el otro. Cuando empezamos con los talleres los chicos nos dicen que tener sexo es algo que pasa y ya, que se da, que no deja espacio para hablar tanto. Y cuando la sexualidad es entendida así, aparecen los problemas", advierte Mauri.
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En el Poli los chicos se les animan a todas las preguntas.
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