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 domingo, 17 de julio de 2005  
El caso de la maestra que se llevó a una nena a su casa y los prejuicios de clase
"Los niños no son cosas: tienen derecho a sus afectos y a su verdadera familia"
La titular del Instituto de Familia del Colegio de Abogados recuerda que ese ejercicio no depende de la condición social

Silvina Dezorzi / La Capital

"Si me llevo una criatura pobre porque creo inconveniente que esté sola en su casa, ¿qué pasa con tantos otros niños que conozco con un pasar económico desahogado, que también muchas veces quedan solos en sus casas? ¿Se atrevería alguien a llevárselos?", desafía la titular del Instituto de Derecho de Familia del Colegio de Abogados de Rosario, Araceli Díaz. Lo sucedido con la maestra que la semana pasada llevó a una nena a su casa en Roldán, convencida de poder así protegerla de un supuesto estado de desamparo, sacudió a la profesional. Y aunque prefirió no opinar sobre el caso, la referencia fue inevitable por la confusa mezcla de prejuicios sociales y buena fe que reveló el hecho. Por eso la abogada recordó una y otra vez que los niños -pobres o ricos- son personas, que no pueden ser tratados como "cosas" y tienen derecho a que se les reconozcan "sus afectos y su verdadera familia".

-En la adopción de niños pobres se expresa un deseo redentor, pero ¿es correcto que los chicos pierdan sus vínculos?

-Socialmente, la adopción se asocia a sentimientos nobles, a gente que salva niños. En esa representación, el adoptante se piensa como una persona buenísima, que quiere darle a ese niño una "familia decente" o un "hogar bien constituido". Pero en realidad la adopción tiene dos posibles miradas. La primera sobre quiénes son los niños en adopción. Y siempre corresponden a la misma clase social, la más desposeída.

-¿El niño en adopción es pobre?

-En el 95 por ciento de los casos. Lo diría con todas las letras: se adoptan pobres. De ese mismo lado también aparece otra persona, la madre biológica. Y digo madre porque el padre biológico en la mayoría de los casos ni figura. La otra mirada nos lleva a quiénes son los adoptantes. Económicamente, el juzgado les pide que acrediten solvencia y una linda casa. Va la asistente social y dice: "Qué belleza, está todo bien, hay una familia armada, preciosa, bien constituida". Ahora, Eva Giberti, que analizó todos los personajes en juego, plantea desde qué lugar se adopta. En la mayoría de los casos, el adoptante no toma su decisión para proteger o salvar a un niño, toda esa cosa heroica. Adopta porque no tiene hijos, si pudiera difícilmente adoptaría.

-Apunta a una necesidad propia...

-Claro, ante la incapacidad de poseer desde "su sangre", adopta. Pero estas dos cuestiones, que se ven tan claras en la adopción, también aparecen en el caso de la nena y la maestra.

-El tema es que ahí hay una madre.

-En la adopción también puede haberla. Pero para mí el nudo aquí es que este país desconoce la ley. En la Constitución Nacional hay tratados internacionales vigentes de derechos humanos y como si fuera poco, para reforzar los derechos de los niños, tenemos una convención especial. Los niños tienen sus propios derechos y uno de ellos es el de tener familia. Dice expresamente: sin distinción de raza, credo, clase social ni condición económica. Eso es ley. Por otro lado, nadie está autorizado a llevarse a su casa a un niñito al que le cuelgan los mocos en la calle sin que configure el delito de secuestro.

-Tras esas buenas intenciones, ¿hay un prejuicio de clase que desconoce derechos esenciales?

-Indudablemente. Digo yo: si me llevo una criatura pobre porque creo inconveniente que esté sola en su casa, ¿qué pasa con tantos otros niños y niñas que conozco con pasar económico desahogado, que también muchas veces quedan solos en sus casas? ¿A esos alguien se atrevería a llevárselos?

-¿Los chicos en situación de calle pueden ser dados en adopción?

-Técnicamente, están en situación de riesgo. Está contemplado eso, pero me preocupa que se privilegie dar al chico un mejor pasar económico, como si no fuera a costarle nada ser extrapolado de un hábitat, un lugar, una familia, para ser llevado a otro donde no pertenece. Quizá esa criatura pueda estar en mejor situación económica, pero además de cuestiones materiales las personas tienen una cosa importantísima, la más importante de todas, que son sus afectos, sus vínculos de conformación psicológica.

-Entre ellos, sus hermanos.

-Claro. La jurisprudencia de nuestro país es unánime: para adoptar se privilegia a quienes están dispuestos a adoptar hermanitos. Y con la tenencia de hijos en caso de divorcio es igual, se privilegia que estén todos juntos. Hay que mantener esos lazos. Por eso, en este caso de la maestra, a la nena no sólo la trasladaron como un paquete de una casa a otra (lo que por supuesto al principio le iba a gustar porque era como salir de vacaciones), sino que la separaron de los otros chicos. Sus hermanos, además de ella misma, ¿no tienen derecho a la familia?

-¿En qué caso se decide sacarle el hijo a una madre?

-Debe ser un caso muy extremo. Desnutrición, absoluto abandono, un chico viviendo en la calle, sin madre, padre ni nadie que se ocupe de él. Entonces, si no lo hacen los padres, el Estado debe hacerlo.

-¿Recuerda que se le haya sacado un hijo a una madre de buena posición económica por abandono afectivo?

-No, eso no llega a Tribunales, en general se maneja al interior de la familia.

-Pero la pobreza se judicializa.

-Por eso, quiero insistir en dos cuestiones. Una, ver si este tipo de causas no son un castigo más a la pobreza. Dos, que los niños son personas titulares de sus propios derechos, que el Estado es responsable de que puedan ejercerlo y el juez es representante del Estado. Y como los niños no son cosas, tienen derecho a sus afectos y a su verdadera familia.
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Araceli Díaz opinó que a Ayelén "la trasladaron como un paquete de una casa a la otra"

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