Aguas agitadas

El ciudadano común debe estar hoy más que nunca atento al futuro de su provisión de agua potable y debe usar el sentido común, recordando sin acondicionamientos ideológicos el funcionamiento de esta empresa en manos del Estado. Esto no significa que el Estado deba estar ausente del control de las empresas de servicios públicos. Lo mismo que el comercio exterior, la dilapidación de los recursos naturales o la contaminación ambiental por falta de tecnología son responsabilidades indelegables del Estado. Pero existe una realidad, el Estado (sea nacional, provincial o municipal) no cuenta actualmente con estructura, capacidad operativa y recursos humanos adecuados para operar estas empresas. Un municipio que cuenta con más de 10.000 empleados, otro tanto de planes Trabajar y no puede mantener en condiciones el arbolado de la ciudad, no puede prestar este servicio. Lo mismo una provincia que, desde el año 1989, está perdiendo millones en producción, impuestos directos e indirectos, por los efectos del desborde de La Picasa, cuando tiene a 200 kilómetros uno de los ríos más caudalosos del planeta. Con las pérdidas se podría haber construido un canal de plata. Tampoco una Nación que teniendo el monopolio de los servicios de seguridad, no puede asegurar el derecho constitucional de libre desplazamiento por el territorio. El tema es que el administrador político debe sincerarse y conocer sus limitaciones. No puedo negar que a cualquier gobierno le resulte tentador contar con el movimiento de caja que produce una empresa de esa magnitud. Pero la realidad indica que deben buscarse alternativas que no sean nuevas empresas del Estado. Esto tampoco significa que los argentinos no podemos manejar la provisión de agua o seamos incapaces de desarrollar tecnologías que nos permitan brindar un servicio eficiente. Los mayores siempre dicen que para muestra basta un botón. En un país que pudo desarrollar tecnología nuclear, fabricar el primer avión a reacción de América latina y con varios premios Nobel esto no puede ser imposible.

Julio R. Sánchez, DNI 6.043.532