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domingo,
19 de
junio de
2005 |
Purga tras las rejas. Coletazos de los enfrentamientos entre "halcones" y "palomas" en la conducción carcelaria
Licenciaron a dos jefes del "ala
dura" del Servicio Penitenciario
Son hombres considerados enemigos del diálogo con los reclusos que inauguró la actual dirección política
Leo Graciarena / La Capital
¿Se puso en marcha una purga en el Servicio Penitenciario (SP) provincial? Nadie lo confirma. Nadie lo desmiente. Si el 11 de abril no se hubiera perpetrado en la cárcel de Coronda la matanza de 14 presos rosarinos, hoy podría hablarse de "cambios rutinarios" en la cúpula del SP. Pero a dos meses de la masacre, el escuchar que "varios altos cargos de la plana mayor se van a tomar licencias adeudadas para luego acogerse al retiro voluntario", ya no suena a rutinario. Por ahora se mencionan sólo dos nombres, "pero podría haber más". Uno de ellos era director del cuerpo penitenciario, que se ocupa de la relación con el personal. Y los dos pertenecen al sector denominado duro o "halcones", contrarios a las propuestas dialoguistas que se impulsan desde la dirección del servicio.
"Los nombres son Carlos Evaristo González y Rubén Mataloni", comentó un informante. "A ellos ya se lo comunicaron, pero puede que no sean los únicos que se vayan", advirtió la voz. "Estos tipos son de línea dura, están en contra del diálogo y con ellos era muy difícil acordar cuando estaban como directores", explicó la fuente que desgranó ante La Capital la movida que sacude al SP.
Carlos Evaristo González era hasta la semana última director de cuerpo penitenciario. Integra la plana mayor del SP desde febrero de 2003, al que llegó luego de ser director de la Unidad 1, más conocida como la cárcel de Coronda, entre 2001 y 2002. "El Pipi es un tipo muy capaz. El problema que tiene es que cuando estaba en Coronda hacía la de él, no le daba bola a nadie", confió una fuente cercana a la jefatura del servicio. "Con Pipi González era casi imposible hablar. Es un duro con el que no había diálogo. Así de simple", se lo recordó desde la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC). Y agregaron: "Siempre respaldó las soluciones drásticas".
"En principio, estos movimientos no están vinculados a los hechos del 11 de abril. El día de la requisa en que se sorprendió a un oficial llevándose 13 kilos de carne del casino de la cárcel (ver abajo) González estaba en la Unidad 1, pero eso no quiere decir nada", explicó un informantes.
La misma línea de pensamiento se amplió cuando la consulta tuvo como blanco a Raúl Mataloni. "Es también de los complicados". El, al igual que González, está "para irse" por la antigüedad. "Son tipos que tienen 28 o 29 años en el SP", se comentó. Es un penitenciario que estuvo en todas las unidades de la provincia. "Fue desplazado de la cárcel de Mujeres por la dureza con la que se manejaba", se explicó de la CTC. Además de la Unidad 8, Mataloni estuvo como director de la Escuela del Servicio Penitenciario y de allí lo trasladaron al Museo Penitenciario en Santa Fe.
"En el motín de septiembre de 2003 (en el que murió el interno Lisandro Juan Pellegrina) él estaba a cargo del Grupo de Operaciones Especiales Penitenciarias (Goep) en Coronda y fue de los que habló con la prensa", confió la fuente de la CTC. Precisamente, el 28 de septiembre de 2003, desde la Coordinadora se vinculó tanto a Mataloni como a González en la disputa entre "halcones" y "palomas" dentro del SP. "Un penitenciario de apellido Tira y miembro del Goep; el director de la Escuela del Servicio, de apellido Mataloni; y el del ex director del penal, de apellido González, quien ocupa hoy un cargo en la plana mayor del SP, son los que respaldan las soluciones duras", reseñó la Coordinadora.
A partir de estos movimientos, la plana mayor del servicio quedó con Walter Rossini como sub director; Eduardo Leclerc como director del cuerpo penitenciario -lugar en el que estaba González- y Jorge Miranda como director de régimen correccional, área que se ocupa de los internos. Daniel Mansilla, quien era el 11 de abril director de la cárcel de Coronda, es sub director del cuerpo penitenciario.
Relaciones peligrosas
A mediados de marzo del año pasado, Fernando Rosúa -nombrado como director del SP tres meses antes- sentó en una misma mesa a los delegados de los pabellones de la prisión corondina con representantes del Servicio, funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos y miembros de la CTC. Esa inquietud, fogoneada por la Coordinadora, se llamaría desde ese momento como "mesa de diálogo". Allí se aceptaron peticiones históricamente negadas a los internos: una reglamentación más objetiva para calificar la conducta y el concepto, la reorganización de regímenes internos y la reformulación de tareas del Goep, grupo a cargo de la custodia de los pabellones considerados de mala conducta y acusado de ejercer represiones brutales en las revueltas. Fue un comienzo auspicioso para los internos, pero nefasto para un sector del SP que veía jaqueada su capacidad de control en base a la "mano dura" en las requisas y en el trato con los internos.
"El cambio de la calificación de conducta y concepto, en 2004, nos mató. Hasta ahí, los presos eran evaluados por la conducta, que se refería a todo lo que fuera el quebrantamiento de las normas, y el concepto, que era más subjetivo. Por ejemplo, un preso que manejara un pabellón y que mandaba a otros hacer las cosas, podía tener una buena conducta, pero con el concepto, que se debatía en una mesa con varios integrantes, se podía impedir que llegara a un buen pabellón. Se podía acusar de que era «muy subjetivo», pero era una herramienta. Ahora que la conducta casi se igualó con el concepto, a los guardias nos mató", explicaba diez días atrás un celador en Coronda.
Tres meses más tarde se produjo en la más grande de las cárceles santafesinas un episodio extraño del que todavía se habla en la prisión. Dos veces en quince días hubo casos de presos con condena pendiente que huyeron por la puerta de ingreso a la cárcel tomando la identidad de compañeros que debían ser excarcelados. El gobierno sospechó que las "fugas" fueron "ayudadas" desde adentro como una señal de descontento. En tanto, durante las primeras horas que siguieron a la matanza de los 14 reclusos de los pabellones 1 y 11 se hizo pública la hipótesis de que la interna del SP había llegado a los pabellones, algo que los investigadores descartan.
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Desde distintos sectores se dice que serán varios más los que dejarán el SP.
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