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 martes, 31 de mayo de 2005  
Sangriento final. Recuerdos exclusivos de un custodio personal del transexual asesinado
"Me van a matar con un cuchillo"
Marisa González predijo hace un año su propio destino. El sábado la asesinaron con más de 15 puñaladas

Eduardo Caniglia / La Capital

Así como adivinada el futuro de muchas personas, lo que le había generado renombre por sus dotes de vidente, Marisa González también predijo su destino. "A mí me van a matar con un cuchillo", fue lo que le dijo a un profesor de artes marciales que trabajó como su custodio un año atrás. El pasado sábado su profecía se cumplió: el transexual apareció asesinado con más de 15 puñaladas en su lujosa casona de Pellegrini al 300.

Víctor es yudoca y tiene sexto dan en la jerarquía de las artes marciales. A él lo convocó tiempo atrás un amigo porque Marisa no quería policías ni militares para resguardar su integridad física. Llegó a mitad del año pasado a la casa de la vidente creyendo que debía prestar sus servicios en una empresa importante, pero cuando estuvo frente a "esa mujer tan alterada", como la definió, pensó en desistir. Un nuevo llamado del transexual y un atractivo pago lo convencieron.

En una charla exclusiva con La Capital, el custodio calificó como "conflictiva" la relación que mantuvo durante un mes con esta "mujer delgada, alta y con labios sobresalidos por el colágeno".

El profesor de martes marciales -que prefirió mantener su identidad en reserva- recordó las fobias de Marisa: los miedos a sus propios embrujos, a los "fantasmas" que decía que habitaban en la casona de avenida Pellegrini y a sus dotes de clarividente. Pero lo que más la atormentaba eran los llamados telefónicos nocturnos de un hombre.

En esos contactos, según contó Víctor, "una ex pareja la amenazaba de muerte". Entonces, ella "colgaba el tubo nerviosa y profería un insulto: «llamó este hijo de puta. Ya le dije que no lo quiero más y que tengo custodia»", le repetía el transexual a su protector.

Marisa también formuló ante el custodio un anuncio que sería premonitorio. "Decía que tenía miedo de que la matara un hombre y soñaba que lo haría con un cuchillo", recordó su confidente. Al parecer, quien la llamaba por teléfono era una persona que no había aceptado el final de la relación de pareja que mantuvo con la vidente.

El custodio llegaba todos los días a las 23 y se iba a las 5, cuando Marisa se acostaba a dormir después de haber ingerido "dos o tres Trapax" para conciliar el sueño. En las seis horas que permanecía en la casona, escuchaba inmutable y sin abrir la boca cómo la vidente hablaba en forma compulsiva, sin parar. También fue testigo de los repentinos cambios de sus estados de ánimo. "Pasaba en forma abrupta del buen humor a las maldiciones para los que estábamos con ella. A los cinco minutos, cuando se tranquilizaba, nos servía café con masitas", recordó.

Marisa recibía a sus clientes hasta cerca de la 0.30. Luego se sentaba a la mesa para cenar con su hija adoptiva, su ama de llaves, su chofer (una mujer) y su custodio. Ellos debieron soportar sus gritos estridentes y sus insultos, aunque no "la escuchaban". El profesor de judo refirió que Marisa tenía una "buena relación" con su mucama y con María José, la hija adoptiva de 17 años.

Víctor también fue testigo de la visita a la casa de Pellegrini 341 de "personas importantes", en su mayoría mujeres de "buen nivel económico", aunque no quiso identificar a ninguna. "Ella decía que a Menem y a otros políticos les adivinó el futuro", señaló.

También contó que la pitonisa recibía mucho dinero por sus servicios. "Cobraba lo que se le ocurría en el momento. A algunos les pedía 2.000 dólares y a otros 5.000 y un helecho (por la planta) para hacer los trabajos", explicó.

La relación laboral del profesor de artes marciales con la adivina terminó luego de una madrugada en la que los miedos por sus propias predicciones afloraron nuevamente. "A las 3 de la mañana le agarró un ataque. Entonces llegó una amiga y me pidió que la llevara en el auto a la casa de Bella Vista", recordó en referencia a la vivienda de Pascual Rosas 1726, el histórico domicilio de Marisa Dominique hasta enero pasado. Allí ahora vive una mujer, con su pareja y dos hijas, que en diálogo con este diario se mostró "eternamente agradecida" a la vidente por facilitarle un lugar donde habitar.

Un día después de ese hecho la vidente le anunció a Víctor que prescindiría de sus servicios porque en la casa de su infancia se sentía "tranquila". Desde entonces nunca más la volvió a ver. El domingo, cuando se enteró de su muerte, en su mente sobrevolaron las imágenes de la renombrada vidente.
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El cuerpo del transexual fue hallado en la casona de Pellegrini 341.

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