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sábado,
28 de
mayo de
2005 |
Editorial
La pelea de los políticos
La gente aún no sabe con certeza qué se vota en las próximas elecciones pero los políticos de distintos partidos ya comenzaron a acusarse e insultarse. La vieja política se resiste a cambiar en Santa Fe.
A varios meses de las internas abiertas del 7 de agosto y de las elecciones legislativas del 23 de octubre, los políticos santafesinos ya han comenzado la campaña electoral en medio de una pirotecnia verbal sin precedentes. Primero fue el escándalo del radicalismo por la "compra de voluntades" para nominar al segundo y cuarto lugares en la lista frentista con el socialismo. Después, las imputaciones a Binner, las acusaciones al peronismo y un sinfín de declaraciones de duro tono.
Mientras tanto, los maestros siguen dando clases, los productores agropecuarios continúan trabajando en sus campos y los industriales no paran de producir en sus fábricas. El mundo de la política transcurre por un andarivel distinto al de la gente, que día a día sufre complicaciones de todo tipo.
Después de la crisis del 2001 y con la consigna "que se vayan todos" se creía que una nueva dirigencia política comenzaría a asomar en la provincia. No hubo sensación más equivocada que esa porque hoy, nuevamente, los mismos que fueron repudiados por utilizar sus cargos en beneficio propio o del partido son los que aspiran a representar al pueblo de la provincia en el Congreso de la Nación, en los concejos municipales.
La ciudadanía asiste atónita al lamentable espectáculo que ofrecen muchos dirigentes, especialmente los de los grandes partidos santafesinos, quienes sin ninguna vergüenza ya comenzaron a insultarse con el fin de desprestigiar al adversario y arrimar agua para su molino.
¿Por qué es tan apetecible alcanzar un cargo legislativo? ¿No es acaso una especie de carga pública que debe estar enmarcada en la humildad, honestidad y servicio al pueblo? En la Argentina ya pocos creen eso, aunque -sí hay que decirlo- son preferibles a las dictaduras y sus personeros, quienes sembraron terror y muerte durante su última y nefasta experiencia en el gobierno.
Lo deseable para Santa Fe y también para el país es que una nueva camada de dirigentes políticos sin vicios ni proclives al internismo produzca un giro de 180 grados en la forma de hacer política, que no es otra cosa que dedicarse a resolver los problemas de la gente.
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