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 sábado, 28 de mayo de 2005  
Garbulsky: "Nos han inculcado mucho del saber hacer, pero poco del saber pensar"
El docente de la UNR anticipa la dinámica del Primer Congreso Latinoamericano de Antropología

Matías Loja

La necesidad de revisar y debatir acerca del estado actual de la producción del conocimiento antropológico del continente será uno de los ejes que atravesará el Primer Congreso Latinoamericano de Antropología, el cual se desarrollará entre 11 y el 15 de julio próximo en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.

"Creo que este va a ser un desafío. Porque entre los más de cincuenta simposios, mesas redondas y paneles, se trabajarán temas que van desde los más lejanos a problemas contemporáneos", explica Edgardo Garbulsky, profesor de la facultad y presidente de la comisión organizadora de la sede Rosario del encuentro.

El congreso, organizado por la Asociación Latinoamericana de Antropología, constituye para Garbulsky una propuesta para los interesados en esta ciencia social, puesto que contará con la presencia de prestigiosos especialistas en la disciplina, pertenecientes a unidades académicas, asociaciones profesionales e investigadores de distintos países de la región (ver aparte).

"En las ciencias antropológicas se ha producido en América latina una expansión muy importante, desde mediados de los sesenta, en donde se plantea la necesidad de establecer un perfil propio", apunta el profesor, y agrega que este cambio implicó dejar de ser "meros receptores o traductores de la teoría elaborada en los países centrales, donde tradicionalmente ha tenido peso la antropología, para desarrollar creativamente conocimientos propios".

-¿Cómo surge este cambio?

-En ese momento de la década de los •60 se asiste a lo que un colega brasileño llamó una "antropología de la periferia". Porque ocurrió que terminada la Segunda Guerra Mundial, se dio un rápido proceso de descolonización y de independencia política de un conjunto de países contra las opresiones del colonialismo, muy fuertes en el Tercer Mundo, que requirieron determinada reflexiones teóricas. Una figura central en este empuje de esos trabajos fue el brasileño Darcy Ribeiro. Aquellos fueron momentos en los cuales se plantearon, desde distintos autores, la necesidad de pasar de procesos de descripción a procesos de explicación de lo que sucedía en las sociedades latinoamericanas precolonizadas.

-Este cambio ¿en qué estado se encuentra hoy?

-Ese proceso tiene idas y vueltas. Las vueltas han tenido que ver con las dictaduras en América latina, a partir de los •70 hasta fines de los •80, como en Chile. Y el otro elemento que entra en juego es el referido a crisis teóricas, vinculadas con el auge y el éxito de las concepciones neoliberales o neoconservadoras en el mundo, y también en América latina. Crisis en la teoría, debido a que hechos tales como la caída del muro de Berlín y el derrumbe del socialismo real, generaron determinados espacios de crítica y de replanteamiento acerca del fin de los grandes relatos, etcétera, lo cual generó un debate interesante acerca de lo que pasaría a partir de ahora. Y esto va a formar parte de las discusiones del congreso.

-Diversos especialistas en la materia opinan que uno de los temas más postergados de la región es la cuestión indígena ¿Cuál es su lectura al respecto?

-El de los pueblos originarios es un tema curioso, porque ocurre que en 1971 un grupo de antropólogos reunidos en Barbados elaboró una declaración que es una fuerte crítica a las políticas gubernamentales con respecto a la cuestión indígena. Pero también crítica a las mismas prácticas antropológicas. Esta declaración ha acompañado a una vuelta de tuerca en este tema, porque los indígenas empezaron a organizarse de una manera mayor que en otros momentos, con su participación en foros y congresos, y protagonizando acontecimientos como la rebelión zapatista, los movimientos en Ecuador, Bolivia, y los reclamos de los indígenas en nuestro país en Formosa y Misiones, los que manifiestan un nuevo proceso, aunque con una herencia previa, de participación de estos sectores en la vida de los países latinoamericanos.

-¿Como evalúa las respuestas gubernamentales sobre esta problemática?

-Una de las dificultades de los gobiernos es haber tomado como herencia la noción de un Estado-nación que subsumía y no reconocía las diferencias en la construcción étnica del país. El segundo tema es que estos procesos se dieron, y se siguen dando, en situaciones de desigualdad. Etnocidios, arrinconamientos, utilización de los indígenas como mano de obra temporal subocupada, desconocimiento de sus propias normas. Esos son algunos de los elementos que han sido desconocidos.

-¿Y la antropología ha cambiado su manera de trabajar con estos pueblos?

-Exactamente. Digamos en principio que hay antropólogos que trabajan las relaciones interétnicas y antropólogos que trabajan acerca de los indígenas, que no es lo mismo. Y hay investigadores que, como aquellos clásicos del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, tratan de rescatar cuál es lo original de la cultura indígena, cuáles son sus mitos, sus creencias, como si no hubieran pasado procesos de contacto, de transformación, y donde realmente habría que tener en cuenta que la construcción de las identidades no se hace meramente con marcadores culturales, sino que tiene que ver con el estado de conciencia de cada grupo, y con un determinado contexto contemporáneo.

-¿Cómo encuentra la disciplina antropológica a la globalización?

-Bueno, pienso que esto es una tensión que está en el conjunto de las ciencias sociales y humanas. Pero digamos que habría dos tendencias: una que es la de aceptar el llamado proceso de globalización como algo dado, sin hacer una crítica profunda de lo que pasa, como si fuera el destino, en última instancia, de las sociedades mundiales. Y hay otra, en la que podríamos citar a Pablo González Casanova, cuando decía que la globalización evidentemente está implicando un cambio objetivo en las relaciones sociales, pero al mismo tiempo que hay un lenguaje acerca de la globalización que esconde que este es al mismo tiempo un proceso de recolonización mundial, de neocolonialismo. Esas serían las dos vertientes. Porque esto también hace a que los planes de enseñanza en los últimos años, con la complejidad de los campos, nos han inculcado mucho del saber hacer, pero poco del saber pensar. Es decir, del pensar de manera creativa.

-¿Está presente el aspecto cultural en los debates acerca de la globalización?

-Algo se habla en toda esta moda sobre el multiculturalismo, el reconocimiento a las diferencias culturales. Pero como estas diferencias se dan en un contexto de desigualdades, entonces, en realidad, hay bastante tendencia a armar guetos, no solamente a nivel de las cuestiones étnicas, sino juveniles y de género, como tolerar al diferente, sin entender que el diferente es parte de nosotros mismos. Un investigador francés decía que tanto los indígenas pobres que están en las afueras de Caracas como nosotros somos trágicamente contemporáneos. Es decir, estamos viviendo en el mismo mundo. En un mismo mundo donde determinadas formas del racismo manifiestas aparecen desacreditadas, pero aparecen otras.

-¿Descree de los "beneficios" absolutos del multiculturalismo que algunos autores pregonan?

-Creo que el proceso de la construcción de la educación bilingüe, multicultural, requiere también una reflexión de cómo en los planes de estudio de la educación se encuentran, se desarrollan el conocimiento de los contenidos de las formas de vida, de las pasiones, de las concepciones del mundo de las sociedades que están insertas dentro de nuestra realidad. Para algunos grupos, como los Qom de aquí (comunidad Toba), la reivindicación de la educación bilingüe es muy fuerte, basada por una parte en las experiencias de discriminación que hubo a mediados de los ochenta en algunas escuelas, pero al mismo tiempo requieren que esos niños puedan ser educados para tener posibilidades dentro del mundo moderno. Creo que es un cambio muy importante.
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