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sábado,
28 de
mayo de
2005 |
Que Mozart
invente un silbato
El día 25 de mayo leí una carta de los lectores que me ha dejado no sólo preocupada sino irritada. Se refiere a la contaminación auditiva que dicho lector dice sufrir en la peatonal a causa de los silbatos de los jóvenes que dirigen el tránsito. Es una lástima que lo único que tenga el señor para decir de esos jóvenes es que sus silbatos perforan los tímpanos de los peatones. Y más penoso aún es que dicha apreciación le sea suficiente para concluir que el municipio es un agente contaminante. Sobre este tema "no toco de oído" ya que hasta hace poco más de un mes era una de esas jóvenes que con muy buena voluntad y casi siempre sin éxito intentaba a través del "silbatazo" hacer que los peatones y conductores se respetasen mutuamente. En mi caso personal me veía en la obligación de tener que contaminarles los oídos a los ciudadanos que muchas veces a pesar de eso no parecían escucharme, o peor aún cruzaban la calle o conducían sus vehículos como si estuviesen solos en el mundo sin importarles el resto de sus conciudadanos. Le recuerdo a este buen señor que el primero que siente retumbar el silbato en sus oídos es el propio inspector, que durante 6 horas y a veces más trabaja para que las zonas más transitadas se mantengan en orden evitando de este modo posibles accidentes. Por último, le informo que la Dirección General de Tránsito, lamentablemente, debe ocuparse de otras cuestiones como para detenerse a suministrar silbatos melodiosos a sus inspectores. Y digo lamentablemente porque esas cuestiones no serían problemas a resolver si todos respetásemos las leyes de tránsito y las de convivencia, tan importantes y tristemente olvidadas.
Julieta Busso
DNI 26.279.101
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