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domingo,
22 de
mayo de
2005 |
[Lecturas]
Un cuentista de excepción
Nunca antes reunidos, los relatos de Capote ponen en valor su obra
Carlos Roberto Morán / La Capital
Narrativa. Cuentos completos, de Truman Capote. Editorial Anagrama. Buenos Aires, 2005, 332 páginas, $ 33.
En determinados momentos el escritor norteamericano Truman Capote (1924-1984) alcanzó con sus textos esa cima reservada para pocos. Lo logró siendo muy joven pero fue la fama, que nunca supo manejar con habilidad, aquello que iba a terminar liquidando su talento y volviéndolo una patética caricatura de sí mismo, estragada por el alcohol y las drogas.
Sin duda Truman fue un escritor magnífico que dejó obras perdurables, tales como "Otras voces, otros ámbitos" o "Desayuno en Tiffany". Sus sutiles registros sabían captar a lo hondo en la débil y compleja criatura humana, mientras que su tersa escritura, plena de metáforas, de símiles, develaban al poeta de aguda observación. Tanto el Profundo Sur norteamericano, de donde procedía, como la dinámica y muchas veces cínica Nueva York, en la que se radicó y se volvió excepcional cronista, fueron captados con aguda precisión por este escritor que envuelto en el escándalo y las arbitrariedades nunca supo del autocontrol, máxime después de haberse vuelto una celebridad mediática con "A sangre fría", la popularísima reconstrucción de un múltiple asesinato cometido por dos marginales, que narró con infrecuente habilidad, al punto de haber iniciado con él todo un género, el de la non-fiction, al tiempo de haber significado el nacimiento del llamado nuevo periodismo.
Los "Cuentos completos", nunca hasta el presente reunidos en volumen, implican una suerte de "puesta en valor" de la obra de Capote y vienen a completar aquello ya muy conocido en nuestro idioma, dado que lo central de su obra es objeto de reiteradas ediciones. Así se recuperan los textos iniciales de ese brillante y hasta genial joven escritor nacido en Nueva Orleans, que impactó ya con sus primeros trabajos publicados cuando tenía apenas 21 años.
La "serie de Alabama", por denominarla de alguna manera, incluye tres grandes relatos autobiográficos ("Un recuerdo navideño", "El invitado del Día de Acción de Gracias" y "Una Navidad") que muestran al pequeño Truman Strekfus Persons -su verdadero nombre- afincado en un mundo de fantasía al que contribuía una anciana, pariente lejana, con mentalidad de niña. En esos textos quedan expuestos los temores y hasta terrores del pequeño Truman que no lograba mantener una fluida relación con la realidad cotidiana, un niño enfermizo marcado por su evidente homosexualidad y una atroz soledad. Sus padres, divorciados, lo habían dejado en manos de unos parientes de campo, nada dispuestos a entender y considerar la extrema sensibilidad del pequeño huésped. Cuentos que admiten las influencias de las grandes narradoras del Sur, como Flannery O'Connor y Carson McCullers, o en otro caso de Eudora Welty, también escritora de la región en los '40 y '50 del siglo pasado, en su caso inclinada a la literatura humorística.
Por otra parte se advierte en los cuentos primerizos de Capote lo propio de quien da sus primeros pasos en el terreno literario, así como su notable crecimiento de narrador, de ficción a ficción. Entre los veinte cuentos seleccionados reaparece "Miriam", un cuento gótico que contribuyó a su temprana fama, y se destaca "La ganga", un relato "desangelado" en el que la caída en la pobreza de una de las protagonistas pone de relieve la hipocresía y el rastacuerismo de la "clase alta" neoyorquina. Cuento que, muy difundido en suplementos en los últimos meses, fue rescatado después de varias décadas de haber sido escrito para la presente edición.
Capote, quien "amenazó" a la sociedad de su tiempo con un libro en el que iba a reunir tanto el escándalo como su aguda percepción de seres y circunstancias (y del que entregó con "Plegarias atendidas" lo que resultó apenas un pálido reflejo), falleció como se dijo rodeado por el escándalo y diríase aplastado por ese personaje frívolo en el que se había transformado. Pero también legó una sólida obra literaria, que se mantiene tersa y viva a pesar de los años transcurridos. Estos cuentos -excelentes en muchos casos- no hacen más que certificar esa convicción.
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