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domingo,
22 de
mayo de
2005 |
Panorama político
El escándalo en el radicalismo
adelanta el tiempo de campaña
Mauricio Maronna / La Capital
A cinco meses de los comicios para designar apenas 9 diputados nacionales y un puñado de concejales en las principales ciudades, la provincia de Santa Fe ya quedó entrampada en el estado de campaña permanente.
El escándalo que rodeó la designación de los dos candidatos que la UCR aportará a su nueva alianza con el PS trajo a la superficie algo de lo que no se hablaba desde 1991, cuando se acusó sotto voce a un legislador de la oposición de haber mutado su voluntad para posibilitar la sanción de la ley de lemas. Esta vez, públicamente, el diputado Carlos Iparraguirre denunció "la compra de voluntades" para que dos convencionales pudieran trasegar sus votos.
La política santafesina se convirtió en los últimos años en un ámbito dominado por las sospechas hacia un sistema electoral amañado, pero jamás como ahora estuvo cercada por los indicios de soborno que Iparraguirre ventiló y que René Bonetto confirmó.
El episodio estalló como un obús en algunas capas del socialismo, que durante los últimos años trazaron el siguiente paralelismo: "Ley de lemas + PJ: fraude". Un calificado dirigente del Palacio de los Leones dijo a este diario sentirse "avergonzado" por la situación vivida en la capital de la provincia y trazó una curiosa explicación: "La verdad es que resultaba extraño que estos tipos (por los radicales) manejaran la situación sin escandaletes, pero al fin era un alivio. Y mire cómo terminó... Ahora puede pasar cualquier cosa". En el principal partido de la oposición la teoría es que habrá que blindar estómagos y "tragarse el sapo, por más grande que resulte".
El acuerdo
El Frente Progresista está construido sobre la base de un pulimentado pragmatismo. Los socialistas aportan la figura que másadhesiones cosecha (Hermes Binner) y los radicales se avienen a compartir la estructura territorial. "Nosotros tenemos una parroquia en cada pueblo y ellos, fuera de Rosario, no pueden controlar ni una mesa de votación", admiten desde el centenario partido, que se dobla pero nunca termina de romperse.
¿Alguien cree que la disputa pasa por cuestiones estratégicas, ideológicas o principistas antes que por figurar en un cargo? Veamos: el presidente de la UCR, Felipe Michlig, fue quien blanqueó a fines de 2004 una reunión mantenida con Binner y otros dirigentes socialistas en la ciudad de Esperanza en la que el ex intendente le pidió "ir juntos en un frente", única opción para derrotar al peronismo. Según palabras del senador radical por el departamento San Cristóbal la idea era descabellada. "En un momento les dije que si hubiéramos ganado la provincia el 7 de septiembre de 2003 hoy los radicales ya estaríamos afuera del gobierno".
Por esos días ambos partidos cruzaban mandobles por las posiciones sustentadas ante el cambio de sistema electoral y Michlig era el principal cruzado antialiancista de la mano (créase o no) de Jorge Boasso, quien se mantiene firme en su batalla contra el Frente.
En ese momento, también Iparraguirre caminaba las redacciones intentando promocionar la "necesidad de que la Unión Cívica Radical recupere su identidad para no seguir siendo furgón de cola de los socialistas".
El tiempo se encargó de poner las cosas en su lugar: al final del camino lo único que importaba eran las candidaturas.
Muchos adherentes independientes a la causa progresista lucubraron que la guerra de la convención (con su retahíla de insultos, intentos de agresión y delegados asistidos por equipos médicos) terminaría con la alianza cuyo puente es el espanto y no el amor, y que al fin los socialistas se animarían a caminar solos. Lectura errada: Binner confirmó en las últimas horas que las sospechas de sobornos en las filas aliadas no borrarán nada de lo inscripto ante el Tribunal Electoral. Al fin de cuentas, que se murmure que dos convencionales de un mismo departamento hayan votado primero de una manera y después de otra como consecuencia de la aparición de 25 mil pesos por cabeza y la promesa de pensiones y subsidios legislativos es solamente eso: un rumor.
Mientras el socialismo maldecía por lo bajo la feroz tentación radical de despedazarse en las internas y sus principales líderes hacían cadenas telefónicas y reuniones de urgencia para que nadie saliera al ruedo a hablar sobre una cuestión que nos los rozaba, el diputado provincial Antonio Bonfatti dijo que todo se reducía a una "operación de prensa de La Capital". El hoy legislador, que en 1997 fue elegido concejal pero que prefirió no asumir en el cargo que los rosarinos lo habían elegido para poder sentarse en la Secretaría de Gobierno, dijo esa mentira, curiosamente, en la misma radio santafesina en la que Iparraguirre había denunciado la compra de voluntades.
Sobre el cierre de la semana el neblinoso Mario Pontaquarto hizo su aparición en un par de medios de la ciudad de Santa Fe y dijo que los senadores santafesinos percibieron dinero sucio durante el menemismo. "Carlos Reutemann cobró sobresueldos", tituló un portal santafesino, en una noticia que La Capital reprodujo en solitario.
Furioso como pocas veces se lo vio, el viernes casi sobre la medianoche el Lole parecía vivir un fin de jornada de furia y anticipaba una demanda judicial contra el garganta profunda del radicalismo.
Si algo le faltaba a la degradada política santafesina para ingresar al lodazal era la aparición de Marito Pontaquarto, en la primera fase de una serie de operaciones ¿prolijamente? craneadas.
En algunos despachos de la Legislatura (más precisamente en oficinas de algunos opositores al PJ) están guardadas bajo siete llaves numerosas carpetas con "información" contra María Eugenia Bielsa, Horacio Rosatti y Julio Gutiérrez. La Capital tuvo acceso a un documento que, intentando hacer blanco en una funcionaria hoy en alza, husmea en una bajeza respecto a algún familiar. Al mismo tiempo, ruegan que Iparraguirre no vaya hasta el fondo del hueso y no revele todo lo que sabe.
Si a cinco meses de las elecciones el nivel de virulencia espanta, cuando se acerque el 23 de octubre "La venganza de los Sith", comparado con la política local, parecerá solamente un cómic de Cartoon Network.
El cielo nunca está gris después de una tormenta.
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