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domingo,
22 de
mayo de
2005 |
A la guerra en Irak por pasaporte y estudios pagos
A pesar del riesgo, cientos de extranjeros se alistan en el ejército para obtener la nacionalidad estadounidense
Philipp Heinz
Washington. - Raymond Ritzau remueve nervioso su bebida, sentado en el bar Rocky Bottom de Bethesda, Maryland, en las afueras de Washington. "Claro que tengo miedo", dice este joven de 23 años que, a pesar de provenir de Alemania tiene el mismo aspecto que tantos jóvenes estadounidenses, con su pelo cortado al cepillo y su amplio jersey azul. Ritzau está nervioso porque se acerca el día en que deberá partir hacia Irak: como soldado de la Guardia Nacional estadounidense, tendrá que combatir en el país del golfo Pérsico dentro de tres semanas.
Según el Pentágono, Ritzau es uno de los más de 32.000 extranjeros que cumplen el servicio militar estadounidense. Suponen el 1,2% de las fuerzas norteamericanas, y en su mayoría son de origen latinoamericano.
Para la mayoría de ellos, las ganas de vivir una aventura o los sentimientos patrióticos tienen menos importancia a la hora de alistarse que las ventajas que les han prometido: su matrícula será pagada por el ejército y, sobre todo, obtendrán la nacionalidad estadounidense. "No podría habérmelo permitido", explica Ritzau en referencia a sus estudios de economía en la universidad de Montgomery, en Rockville, Maryland. "Obtén tu matrícula de estudios gratis", se anuncia la Guardia Nacional de Maryland en busca de nuevos reclutas. Algo que le sonó muy atractivo al joven alemán, a quien la Guardia Nacional le está pagando la matrícula de 1.500 dólares por semestre que exige su universidad.
Según la portavoz del Pentágono, teniente coronel Ellen Krenke, los extranjeros alistados en el ejército estadounidense provienen de casi 190 países de todo el mundo, y casi 6.400 soldados foráneos en uniforme norteamericano sirven actualmente en Irak y Afganistán.
En esos dos países ya han muerto 70 soldados extranjeros. Los mexicanos son los que más bajas han sufrido: 25. Con 3.500 efectivos, los mexicanos constituyen el segundo mayor grupo de extranjeros en el ejército de EEUU, superados tan sólo por los filipinos, que suman 5.600 uniformados. "Como extranjero recibes exactamente el mismo trato", asegura Ritzau cuando se le pregunta sobre las diferencias entre foráneos y estadounidenses en el ejército. "Yo ya estoy bastante americanizado", agrega.
Ritzau llegó a EEUU en 1999 con su padre y hermano. Su padre se casó con una estadounidense y los tres obtuvieron así la "green card", el permiso de residencia y trabajo permanente, pero ninguno ha logrado aún la nacionalidad. Algo que podría cambiar para este joven tras cumplir su servicio en Irak. "Si vas a Irak, recibes automáticamente la ciudadanía", explica.
El joven alemán fue reclutado por la Guardia Nacional en agosto de 2001, un mes antes de los atentados contra Nueva York y Washington. Un mes después de los ataques terroristas, EEUU entró en guerra con Afganistán, y 17 meses después le siguió la invasión de Irak. "Sabía que posiblemente tendría que ir a la guerra", admite. Al principio, recuerda Ritzau, todo era bastante fácil en la Guardia Nacional, era casi como un empleo de estudiante: un fin de semana de entrenamiento al mes y dos semanas de ejercicios militares en el verano.
Pero desde diciembre, Ritzau sabe que su unidad de infantería irá a Irak. Después de que el semestre de otoño (boreal) terminara justo antes de Navidad, tuvo que tomarse una pausa en los estudios. Durante los últimos cuatro meses ha estado sometido a un intenso entrenamiento militar en Georgia y California para prepararse para su misión. Tanto él como sus camaradas se han entrenado en organizar puestos de control, registrar edificios y patrullar. "Nunca te puedes preparar del todo para una guerra", admite. "Siempre será un poco diferente de lo que esperas".
Pero al contrario de muchos de sus -todavía- compatriotas alemanes, Ritzau considera que la guerra de Irak estaba justificada. "Creo que desde que fuimos (los militares estadounidenses) a Irak muchas cosas se han transformado para bien. En general, creo que fue una buena idea". "Estoy orgulloso de ir a ese país bajo esta bandera", agrega. Pero no hay cura para su miedo. "Por la noche, en la cama, sueño con la guerra", dice. (DPA)
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