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 domingo, 22 de mayo de 2005  
Cocina: origen del queso

Mi querida amiga, si le digo que el queso es divino usted pensará con justa razón "a este que le pasa ahora". Le aclaro que ese término lo uso como referencia a la simpática leyenda sobre su origen y no como sinónimo de "amor mío" o "cómo te quiero" (eso se lo dejo a blondas conductoras de televisión).

El origen del queso está ligado a un mito que se remonta a la época de Aristeo, dios que tenía como trabajo custodiar al Olimpo (algo como un club de dioses) a quién Chiron, un centauro, esos extraños seres con forma humana desde la cabeza a la cintura, con vientre bajo y piernas de caballo le enseñó la fabricación del queso. Aristeo, de espíritu generoso, quiso ofrecerle ese don magnífico a los hombres (también a las mujeres) y les reveló el secreto.

El queso gustaba a todos aquellos que tenían buen paladar como los etruscos y los romanos que muy pronto aprendieron a enriquecerlo con sabores: ajo, sal, pulpa de pescado y huevos (lo que sin dudarlo me hacen dar gracia por no haber vivido en aquellos tiempos). El queso llegó a convertirse en una expresión de la voluntad divina al ser el protagonista de un tipo de "Juicio de Dios" llamado Tiromantela (simpática palabrita que no lo era tanto para quién lo padecía). Quienes caían bajo sospecha de haber cometido un delito eran llevados a un lugar donde se les entregaba un trozo de pan y otro de queso. Si el acusado lograba deglutirlo sin inconvenientes se lo consideraba inocente y de inmediato recobraba la libertad. En caso contrario, quedaba demostrada su culpabilidad y sufría la condena prevista.

De lo que no tengo datos, es sobre el tamaño que debían tener esos trozos de pan y de queso.


Trufas
Ingredientes:

50 gramos de manteca

1 huevo

1 taza de queso rallado

1 taza de harina leudante

1/2 de agua gasificada o soda

sal y pimienta blanca

Mezcle la manteca con el huevo, sal, pimienta, queso y el agua. Vaya incorporando la harina poco a poco hasta formar una masa muy tierna . Como no lleva levadura no tiene que esperar el leudado. El leudante químico que tiene la harina, como todo leudante químico, comienza a actuar en forma inmediata en contacto con un líquido. El segundo leudado se produce ante la presencia de calor dentro del horno (el gas de la soda ayuda).

Divida la masa en pequeñas porciones y forme pequeños bollitos del tamaño de una nuez. Antes de llevar a horno píntelos con manteca y cocínelos a horno fuerte. Si desea profundizar el sabor puede rebozarlos con el mismo queso que utilizó para la masa, también puede usar panceta ahumada a la que previamente doró sobre una sartén seca (sin materia grasa) o en la plancha bifera porque quedará bien crocante, la puede moler y rebozar con la misma. Una buena cerveza y... a ver el partido (usted cocina y él disfruta, sino para qué se casó?)
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