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 domingo, 22 de mayo de 2005  
Gonçalves: "Para ser líder, Brasil tiene que ceder"
El académico brasileño analizó las relaciones entre Argentina y el socio mayor del Mercosur

"El liderazgo tiene sus beneficios y tiene sus costos, para ser líder también hay que ceder". Williams Gonçalves, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad brasileña de Río Janeiro es uno de los especialistas en política exterior brasileña más consultados dentro de su propio país. Invitado como profesor del doctorado en Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencia Política de la UNR, Gonçalves dialogó con La Capital sobre los recientes conflictos entre Argentina y Brasil, tanto en su relación comercial como en la visión política sobre la integración sudamericana. Desde su punto de vista, los roces comerciales no ponen en crisis al Mercosur ya que "para Brasil es una construcción política que tiene que ver con la paz y la continuidad democrática en el cono sur" y, si bien, enfatizó que la novedad del gobierno de Lula en política exterior es la búsqueda de un liderazgo político sudamericano, subrayó que eso no será posible "si en cada negociación bilateral quiere hacer valer el cien por ciento de sus intereses".

-¿Los conflictos comerciales entre Argentina y Brasil le ponen un límite al proceso de integración del Mercosur?

-Estos conflictos son apenas coyunturales y, en cierta forma, necesarios. Lo más importante es que en Brasil todos están convencidos de que el Mercosur es un proyecto definitivo. No se piensa en retroceder porque para la diplomacia brasileña, la integración con Argentina es un proyecto eminentemente político, en la medida en que es entendida como una herramienta para mantener al cono sur como una zona de paz y garantizar la continuidad de las instituciones democráticas, así como una plataforma para el diálogo con Estados y actores internacionales. De modo que esta estructura política es absolutamente fundamental.

-Sin embargo, en los últimos tiempos, las diferencias entre Lula y Kirchner se expresaron no sólo en temas como el Mercosur sino en la crisis de Ecuador, la Comunidad Sudamericana y el Consejo de Seguridad de la ONU. ¿Vuelven tensiones que parecían superadas?

-La política externa practicada por el gobierno de Lula se alinea con una tradición nacionalista. Una tradición que remonta al inicio de los años 60 con la política externa de independencia, que se contrapone a la tradición del llamado pragmatismo responsable, nacido a mediados de los 70 y que fue adoptada por Cardoso. Como novedad, se agrega la búsqueda de un liderazgo en el subcontinente. Hay un convencimiento de la diplomacia brasileña de que la situación mundial, la tendencia es la formación de bloques económicos, es irreversible, y que América del sur precisa unirse para enfrentar ese desafío. Los hombres que hoy dirigen la política exterior brasileña entienden que Brasil tiene que tener esa osadía, ir más allá de los límites que siempre se impuso. Y quieren promover un diálogo activo con todos los vecinos, ejercer liderazgo, discutir cuestiones que son espinosas, procurar prevenir conflictos. La diplomacia brasileña está innovando en ese sentido en materia de política exterior. Y es natural que eso genere problemas. Incluso dentro de Brasil hay sectores importantes de las elites diplomáticas y económicos que consideran que de este modo se puede dilapidar todo un capital político diplomático acumulado. Fuera de Brasil, el debate también se da porque el liderazgo, para ser aceptado, precisa de equilibrio y moderación. No se puede hablar en nombre de los vecinos, de los aliados, sin antes consultarlos y verificar si la posición es común. Cuando Kirchner se quejó porque Brasil actuó en la cuestión de Ecuador sin consultar tenía razón.

-¿Cómo puede ejercer Brasil un liderazgo sin conflicto con los vecinos?

-Naturalmente que si Brasil quiere ejercer el liderazgo debe ceder cosas. El liderazgo tiene beneficios y costos. Si en cada relación bilateral se pretende hacer prevalecer totalmente los intereses nacionales, no habrá posibilidad de liderar. El ejercicio del liderazgo es también de diálogo permanente y tolerancia.

-La cumbre de países árabes y sudamericanos, las relaciones con China e India, ¿marcan un cambio en la política exterior de Brasil?

-Sí, la estructura del mundo está cambiando y la diplomacia brasileña está modificando sus prioridades. Y está mirando claramente a Asia y, especialmente, a China, país con el cual Brasil tiene una alianza estratégica que no se limita al comercio sino que incluye una gran coincidencia en los puntos de vista respecto de la situación mundial. Y para que Sudamérica se beneficie de esa relación hay que acelerar todo lo que sea integración física. Hoy es más fácil ir a Miami que moverse dentro de Sudamérica.
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