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miércoles,
18 de
mayo de
2005 |
Editorial:
Chabán y la Justicia en deuda
Estos días fueron testigos de otro caso que dejó con claridad al descubierto el abismo que separa numerosas decisiones tomadas por la Justicia nacional de la percepción de la inmensa mayoría de la gente. El insólito fallo que permitió al empresario Omar Chabán acceder al beneficio de la libertad previo pago de una fianza de 500 mil pesos se erige como un nítido ejemplo de esa preocupante tendencia, que sólo logra aumentar la sensación de desconfianza reinante y dar vuelo a la convicción de muchos, silenciosa o manifiesta, de que la impunidad continúa su prolongado reinado sobre la Argentina.
No se trata, obviamente, de un asunto más: las ciento noventa y tres víctimas fatales que dejó el incendio en la disco República de Cromañón, en la Capital Federal, dieron forma a una de las peores tragedias en la historia contemporánea de la Argentina. La sensibilidad de la ciudadanía en relación con el hecho es justificadamente enorme y en paralelo con ella corren las expectativas por una adecuada resolución judicial como corolario del drama.
Lo que espera la población es justicia y paradójicamente es la propia Justicia con mayúsculas la que muchas veces destruye sus esperanzas. Y no es que desde esta columna se intente cuestionar la supuesta concepción "garantista" que alentaría la emisión de fallos como el que nos ocupa, sino la tantas veces flagrante carencia de simple sentido común que se percibe en las decisiones de muchos jueces. La posición del abogado de Chabán -quien sugirió a su cliente permanecer en la cárcel para preservar la "paz social" y hasta evitar potenciales amenazas sobre su vida- dejó brutalmente expuesta la falta de consenso social de la resolución de los magistrados. El mismo presidente de la Nación expresó su repudio, impulsado indudablemente -y más allá de que pueda cuestionarse su intervención con fundamento- por la misma sensación de impunidad que disparó la indignación de muchos.
¿Hace falta recordar acaso la cantidad de eslabones que integran la nefasta cadena? El más notorio, la voladura de la Amia, aún lamentablemente irresuelta; pero poco tiempo atrás, la increíble liberación del último de los asesinos de José Luis Cabezas o las manifiestas contradicciones reveladas en torno del caso de María Julia Alsogaray se muestran como síntomas de un mal que no cesa.
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