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domingo,
15 de
mayo de
2005 |
[Lecturas] Valiosa recopilación de textos críticos
El laboratorio de una escritora
Antología. "Obsesiones de estilo", de Noemí Ulla. Editorial Fundación Ross, Rosario, 2004, 224 páginas, $ 19,50.
Osvaldo Aguirre / La Capital
"Los estudios, notas y memorias aquí reunidos, ofrecen una diversidad que no he querido quebrar, ya que esta es representativa de diferentes lecturas, teorías y análisis de textos literarios que realicé en diferentes tiempos como narradora, crítica, docente y como investigadora del Conicet". De esta manera Noemí Ulla presenta "Obsesiones de estilo", una antología de textos críticos que acaba de publicar Editorial Fundación Ross en su nueva colección, "Escritores leyendo".
El libro se presenta ordenado en cuatro secciones: incluye estudios sobre escritores de lengua española y de lengua extranjera, textos a propósito de la obra de Silvina Ocampo y una compilación de memorias sobre aspectos poco conocidos de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y la propia Ocampo. Más allá de esas separaciones, asoma un núcleo de objetos de reflexión, vinculados con otros títulos de la obra de Ulla, y a la vez se lee, de manera fragmentaria y lateral pero persistente, una especie de autobiografía.
Las "Palabras preliminares" contienen ya un reconocimiento "a la importancia que tuvo para mí compartir tantas lecturas y discusiones con el grupo de poetas y escritores de mis comienzos literarios en la ciudad de Rosario". Ulla cursó sus estudios universitarios y participó de revistas literarias en la ciudad hasta 1969, cuando se radicó en Buenos Aires.
En "Sobre el estilo literario", el texto central de esta antología, Ulla recuerda precisamente ese momento de iniciación. No como un simple ejercicio de memoria sino porque quiere definir aquello que la ha marcado como escritora. Y en ese punto de partida se sitúa el cruce de literatura y lenguaje coloquial, un recurso y un problema teórico que se proyectan luego tanto en su narrativa como en su crítica. El primer Borges, Cortázar, los escritores jóvenes del 60 y los libros de Gabriel García Márquez -"nuestro aprendizaje literario y nuestro placer"- integran entonces una serie de lecturas.
La renovación del lenguaje literario -a través de la incorporación del voseo y el coloquialismo- es una de las marcas principales de esa serie. De allí derivan con frecuencia las lecturas de Ulla, como se observa en sus textos sobre Germán Rozenmacher y Manuel Puig. La cuestión funciona además como una especie de pivot para abordar también obras como las de Silvina Ocampo o Manuel Mujica Lainez, que acusan el impacto de esas voces antes desoídas por los escritores.
Sin embargo se afirmaba también una tensión. "Pertenecí a una generación de escritores que creyó, no del todo, en el deber del realismo, que exigía por razones ideológicas cumplir con la estética del compromiso", dice Ulla, en otro pasaje del libro. "Los que esperan el alba", su primera novela, aparece como registro de esas preocupaciones que eran artísticas y también políticas.
Pero la opción entre literatura del testimonio y literatura de imaginación constituyó para Ulla una falsa oposición. La politización que se impuso como marca de la vida cotidiana entre fines de los 60 y principios de los 70, recuerda, "había generado una exigencia que consistía en registrar los acontecimientos y convertir a la literatura misma en un acontecimiento político y social". Algo que terminó por cerrar el camino a la literatura, ya que "se tendió a censurar lo que no se ajustara a esa tendencia y por lo tanto, a desdeñar las obras de imaginación".
La resolución de esa oposición puede condensarse en una frase que acuñó en una conversación con un editor: "Yo llego al realismo a través de la imaginación". Por otra parte, agrega ahora, "a la vuelta de los años, nuestra experiencia literaria y nuestra ideología de lo estético, nos afirman cada vez más en la seguridad de que los textos de imaginación contribuyen a despertar al hombre del sueño de lo real y a despertar, al mismo tiempo, el placer de la lectura".
En ese sentido puede decirse que esta antología, como el cuento "Materiales para una narración", de su libro "Ciudades", ofrece "las obsesiones, las ideas, los deseos que intervienen mientras estamos escribiendo".
La figura de Jorge Luis Borges adquiere por otra parte relieve en los textos agrupados bajo el título de "Memorias". Desde 1977, cuando lo conoció, Ulla frecuentó su casa y la de sus amigos Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo y lo acompañó en distintos momentos. Los recuerdos apuntan aquí a los instantes de felicidad logrados en torno a ese cruce de los libros y la amistad. Ulla se convierte en testigo: cuando veía a Borges en el trance de escribir, dice, "yo pensaba que asistía a un proceso secreto y lo acompañaba con atento silencio".
En sus inicios, Ulla compartía un objetivo con algunos compañeros de generación. "Teníamos como meta lograr un estilo literario -dice-, donde se advirtiera el trabajo con el lenguaje, silencioso, exigente, conseguido a través de la lectura de nuestros maestros, nuestros modelos, y sobre todo de nuestro propio e infatigable trabajo". "Obsesiones de estilo" muestra las múltiples, intensas, iluminadoras formas en que ese propósito se ha realizado.
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