Para beber: grandes catadoras

Vilma Gutiérrez fue una de las mujeres que hizo punta en el universo vinícola. En su función de consultora técnico comercial de la bodega Salentein, visitó nuestra ciudad para dar una charla sobre el tema. En esa oportunidad dialogó con Mujer.

- ¿Están por ofrecer cursos dedicados específicamente a la mujer?

- Vamos a empezar a hacer cursos para mujeres exclusivamente porque hasta ahora se les dio muy poca importancia en todo lo que es el mundo del vino. Y sin embargo la mujer es una gran catadora, cada vez tiene más interés en el tema, cada vez hay más que concurren a los cursos, he tenido algunos donde la mayoría son mujeres. Además se ha comprobado que es más sensible que el hombre para detectar algunos elementos organolépticos. Por qué no darles entonces importancia y que lleguen a ser grandes degustadoras. Así como es buena degustadora para los perfumes o cuando está preparando la comida para el manejo de las especias porque tiene muy desarrollado el sistema de captación.

- Además tiene mucha importancia a la hora de la compra.

- Las mujeres son las que compran, y ya no va más eso del vino livianito, suavecito. Ahora tienen un almuerzo, una cena de trabajo, y piden un buen Malbec si están comiendo un bife, o un Cabernet o uno apropiado con la comida. Están sabiendo más, combinando mejor los vinos, se están interiorizando.

- Y cada vez hay más mujeres en lo que podríamos llamar la parte científica o técnica, investigando, creando sus propios vinos, manejando bodegas.

- Cuando volví de Francia mi primer trabajo fue como jefa de Laboratorio de Cavas de Weinert. Tuve la suerte de trabajar con don Raúl De La Mota que en ese momento, y ahora también, es el enólogo más famoso y con más práctica de la Argentina. Eso me vino muy bien.

- ¿Por qué el vino? Porque vos fuiste a Francia a estudiar biología.

- Es cierto. En ese momento era genetista y me gané una beca para hacer biología físico química y molecular en la Facultad de Ciencias de Burdeos. Estando ahí me parecía casi como criminal no incursionar aunque sea un poco, en lo que era el mundo del vino en ese lugar donde estaban los grandes genios de la vitivinicultura. Y así fue como comencé.

- Me acuerdo que la primera vez que fui a una charla tuya era para Navarro Correas.

- Fui gerente técnica de Navarro Correas durante varios años, tanto que los primeros Navarros son hijos míos: Colección Privada, Petit Syrah, Pinot Noir... Después estando en Norton la gente de Salentein me invitó a la bodega. Cuando la conocí me olvidé de todo lo que había visto hasta el momento. Y hoy soy su consultora técnico comercial.

- Salentein tiene ahora bodega Callia, un emprendimiento sanjuanino, a partir de esa experiencia ¿notás que todavía persiste el convencimiento de parte del consumidor de que los vinos sanjuaninos son peores que los de Mendoza debido a que esa provincia siempre fue considerada como proveedora de vinos de mesa?

- Lo que ocurre es que cada variedad tiene su terruño. San Juan tiene lugares privilegiados para, por ejemplo, el Syrah. Lo que pasaba era que lo que se utilizaba de San Juan, la mayor cantidad de plantaciones estaba en la zona más llana y baja, y esa no es la mejor. No cualquier lugar de San Juan como no cualquier lugar de Mendoza es bueno para vinos, pero tiene zonas altas que son excelentes. De hecho, nosotros tenemos un Chardonnay de esa región que ganó una medalla de oro. Pero es cierto, San Juan cuesta. Fue muy popular para todo lo que eran vinos blancos comunes. Los lugares más llanos, cerca de San Luis, siguen siendo para uvas comunes. Pero las alturas no estaban explotadas y son muy buenas. Lo que faltaba era conocimiento. Había que explorar un poco más San Juan.