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 domingo, 15 de mayo de 2005  
Felipe Pigna presentó en Rosario "Los mitos de la historia argentina 2"
"Hay mediocres molestos porque a la gente le interesa la historia"
El historiador cargó contra el academicismo histórico y fustigó a la dirigencia que vive alejada de la sociedad

Isolda Baraldi / La Capital

"¿Ya no nacen más héroes, no?", le preguntó Nahuel, un niño de 8 años del conurbano bonaerense, al historiador Felipe Pigna, quien respondió que sí, que los hombres y mujeres que cada día se levantan para trabajar y construir el país son héroes cotidianos. Más allá de la erudición de Pigna y de los argumentos esgrimidos, Nahuel -como muchos argentinos- se quedó con la sospecha de que faltan por estos años grandes hombres en el país.

-Dígame la verdad, ¿qué le contestó?

-Le dije que sí, que la gente que cría a sus hijos con honestidad, aquella que se levanta a las 4 de la mañana para trabajar por el país, aquellas personas que se resisten a caer en el abandono, la corrupción o el delito, eso es heroico hoy en Argentina.

-Sí, pero me parece que la pregunta apuntaba a otra cosa...

-Efectivamente, no le conformó demasiado la respuesta y después agregó "no tenemos nadie que nos defienda". En realidad él preguntaba por alguien del estilo de San Martín, de Belgrano, de Moreno...

-En ese punto no hay demasiados ejemplos.

-Y, la verdad es que está muy complicado, sobre todo para explicarles a los chicos.

-Sin embargo se lo lee y se le escucha relativamente optimista.

-Soy absolutamente optimista, recorro permanentemente el país y en todos lados encuentro a la gente con esperanza y trabajando. Es muy estimulante ir a pueblos chicos y ver allí a la gente trabajando, con sus coros, sus obras de teatro; en fin, con una vida cultural difícil de encontrar por ejemplo en otros países de América latina. Esa es la cultura del trabajo que sigue existiendo a pesar de todo, que nos distingue y que hay que cuidar mucho.

-¿Cree que en las grandes urbes también se mantuvo esta cultura?

-No, creo que se ha perdido bastante por el clientelismo político, los planes Trabajar y todo eso. Política que evidentemente está muy bien pensada, para fragmentar, para transformar a la persona en un número y en una mano pidiendo, para quitarle su dignidad. Porque el trabajo dignifica y la limosna humilla. Por supuesto, no pongo la culpa en la víctima sino en el victimario, que es el sistema, el poder económico. Incluso supone la desmovilización social, se trata de eso, de tener el control social que significa la pérdida del trabajo.

-¿No cree además que hay una responsabilidad social en todo esto, o por decirlo de otra manera, que la desnutrición infantil no es sólo del gobierno sino también de la sociedad en su conjunto?

-Sí, por supuesto, creo que trabajaron muy bien en los 90 y en la dictadura sobre el problema del individualismo. La frase más emblemática de los 90 fue el "uno a uno". Ahí se concentró el sálvese quien pueda, y la era del vacío, como decía Gilles Lipovetsky. Incluso es un vacío desde lo sentimental y hasta emocional: no hay que amargarse por el otro, no hay que sufrir por el otro, hay que hacer lo que a uno le sirva y nada más. Hay una responsabilidad social también en todo esto.

-Siempre van a existir razones de justificación.

-Sí, tirar la pelota afuera es un deporte nacional, más que el fútbol, pero hay que distinguir los niveles de responsabilidad. Un muerto de hambre que vota a Menem no tiene ningún nivel de responsabilidad como un señor de clase media que conscientemente entrega el futuro del país por su 4 x 4 o la cuota del auto. Existe cierto progresismo tilingo que no ve esa diferencia, a lo mejor es porque nunca tuvieron hambre. Hay que tener cuidado porque si afirmamos que todos somos culpables nadie es culpable.

-Si ese fue el mensaje en la posdictadura...

-Sí claro, era cuando Neustadt decía "somos todos violentos" o "contrajimos la deuda", pero a mí ni me preguntaron nada y ya era mayor de edad.

-¿Cree que molesta desacartonar la historia o que la irritación viene de tomar una posición política?

-Me parece que ambas cosas. Les molesta el desacartonamiento porque necesitan el cartón, porque se supone que el saber es un especie de secreto, como en el Medioevo. Y eso habla de su mentalidad. Y también les molesta el contenido y el compromiso. A mí me pasa que voy a cualquier lado del interior y me vienen a ver los desocupados, los inundados de Santa Fe. En fin, a ninguno de ellos los va a ver nadie, porque no tienen nada que ver con la realidad, están en su burbuja, en sus cátedras, donde tienen 30 alumnos y se creen los dueños del mundo. A mí me encanta que vengan las personas u otros historiadores que quieren compartir un trabajo. Cuando uno no tiene ese nivel de soberbia va a algún lado y aprende más de lo que enseña, uno va permanentemente a nutrirse.

-¿Cómo ve la situación política actual?

-Creo que es un poco como dos mundos. Uno es el mundo de los políticos y otro el mundo de la gente. El de los políticos supone que la interna peronista nos interesa, y la verdad es que la interna de ese partido es lo último que charlamos en cualquier lado. No conozco a nadie del común de la gente, que tiene cierto nivel político, que le interese la interna bonaerense, mucho menos a la gente de Jujuy. Instalan un tema local, casi municipal, como un tema nacional, lo que es bastante vergonzoso. Lo mismo habría que pensar por qué se dan estos enfoques en un país que tiene urgencias inmediatas. Uno ya prevé la plata que van a gastar, las pavadas que van a decir, es inmoral.

-¿Del gobierno en particular hay algo que quiera subrayar como bueno o malo?

-Es un gobierno que en muchas cosas obviamente uno comparte, hay gente que uno respeta, como el doctor (Luis Eduardo) Duhalde, me refiero al secretario de Derechos Humanos, y por supuesto (al canciller Rafael) Bielsa; en fin, gente muy interesante. Hay una política de derechos humanos que yo comparto, una política económica más o menos ordenada pero básicamente continuista. Me preocupa mucho, por ejemplo, la presencia de funcionarios del Banco Central que vienen del cavallismo, y que la política impositiva, clave para un país porque determina quién y cuánto paga, siga igual que en la época del menemismo y de la dictadura. Es gravísimo porque siguen pagando más impuestos los pobres que los ricos.

-¿Cómo hace tantas cosas, escribir, estar en micros radiales, dar clases y charlas en todo el país?

-Y ahora tengo algo más que usted no sabe, voy a ser director de la revista Caras y Caretas, la famosa revista de la patria que saldrá a la venta el 9 de julio.
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