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 lunes, 09 de mayo de 2005  
Responsabilidad Social Empresaria

Laura Bartolacci / La Capital

La empresa es un actor social importante. Su principal rol es el económico, pero no menos es su rol social. En este sentido la responsabilidad social empresaria es un tópico nuevo y muy debatido en estos últimos tiempos en todos los ámbitos. Su objetivo es lograr una performance responsable por parte de las empresas, que contemplen los impactos de sus acciones a nivel no solo económico sino también social y ambiental. Por otro lado se contempla el compromiso que asume la compañía con el entorno social en el que se desarrolla, generando alianzas con otros actores sociales del entorno. Este último punto tiene que ver más que nada con la interrelación que se da entre la empresa y organizaciones sociales no gubernamentales y el grado de compromiso que se asume a la hora de hacer frente a situaciones sociales determinadas.

En la teoría es un proceso que comienza en el interior de la propia empresa (empleados, personal directivo) tratando de coordinar las acciones laborales en torno a valores y puntos de vistas compartidos, en un proceso en el cual el más alto mando debe estar comprometido. La cadena continúa en proveedores y clientes y por último llega a la comunidad.

Esta última, demanda a las empresas, tomar un rol más activo en distintas esferas (culturales, sociales, políticas) y exige a las mismas el compromiso de contribuir con el desarrollo, el bienestar y el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades. En consecuencia en todo el mundo la RSE se está difundiendo actualmente como un valor importante dentro de las empresas, tan cuantificable y valorado como los ítems económico-financieros.

Las empresas desarrollan cada vez más a menudo departamentos de extensión a la comunidad o fundaciones, siendo en los últimos estudios, la variable filantrópica un ítem a medir. La revista Fortune, sitúa la “responsabilidad social“ entre los ocho criterios usados en su encuesta anual de las empresas más admiradas, conjuntamente con la solidez financiera y la calidad de administración. La Unión Europea lleva la delantera en cuanto a comprometer a las empresas de los países miembros en proyectos sociales y ambientales conjuntos. En este marco se presentó hace poco tiempo un esquema de premios para otorgar a los mejores lugares para trabajar en Europa y el gobierno laborista inglés designó un ministro responsable de políticas de responsabilidad social empresaria. En nuestro país, hoy en día, un porcentaje importante de empresas nacionales, contemplan las acciones sociales a través de fundaciones propias, sponsorship, marketing relacionado con una causa, mecenazgo, filantropía o inversión social. Sin contar aquellas multinacionales que poseen políticas direccionadas al respecto y para las cuales no es nuevo trabajar en estas áreas.

Como se puede observar, la responsabilidad social empresaria es un concepto acuñado en el ámbito del gerenciamiento para dar cabida a todas las iniciativas que vinculan a los miembros de la empresa entre sí y a su vez en otro plano con la comunidad. En nuestro país no existe reglamentación que regule estas prácticas, siendo que cada vez son más frecuentes, producto de la crisis que atravesó nuestro país en el 2001, cuando sectores privados salieron a responder a situaciones urgentes que se generaron de necesidades y carencias. Debemos ser sinceros en este sentido, la función social primera de la empresa debe ser hacia el interior de la misma: condiciones laborales, remuneraciones, cargas sociales, etc. En una segunda etapa abrir el espectro de la responsabilidad hacia el exterior, a la comunidad.

En definitiva lo positivo del tema es la apertura del espectro empresario a un juego de relaciones más dinámico con la sociedad toda, abarcando un concepto de responsabilidad social conjunta enfocada no al mero asistencialismo sino a un desarrollo sostenible, en proyectos en los que, las partes, aportan trabajo, conocimiento, dinero o recursos. Este es un concepto de solidaridad dinámica, en la que distintas partes se perciben como iguales, trabajando en un marco de reciprocidad y simetría.


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