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 lunes, 09 de mayo de 2005  
Después de medio siglo de ausencia, Tokio regresa silenciosamente a escena
Japón vuelve a ser una potencia militar
Con un presupuesto de defensa que triplica al británico, tiene a China y Norcorea como "enemigos naturales"

Mar de China oriental. - En un delicado ballet a 7.500 metros sobre el nivel del mar, cuatro cazas japoneses F-15 de construcción estadounidense se acercan a un avión tanque de la fuerza aérea norteamericana. Uno tras otro, los cazas, los más potentes del arsenal japonés, maniobran para colocarse junto al brazo de reabastecimiento del avión tanque, mantienen su posición, y luego bajan las alas y se desvanecen en el cielo.

Planificadores militares estadounidenses dicen que esta es la visión del futuro: una relación muy estrecha entre un aliado japonés dispuesto a emplazar sus fuerzas en ultramar y a compartir la carga de mantener la paz en una región muy volátil del planeta. Como ejemplo de esto último, Japón acaba de advertir que pedirá a Naciones Unidas sanciones contra Corea del Norte, si este país concreta la prueba de una bomba atómica, posibilidad que los servicios de inteligencia occidentales y japonés ven como cercana.

Washington considera prioritaria su alianza militar con Tokio. Con sus propias fuerzas emplazadas en Irak, Afganistán y en otros puntos del mapa asiático, Estados Unidos necesita fortalecer sus coaliciones y obtener de sus amigos todo el respaldo necesario. Y, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Japón ha sido el mejor aliado de Estados Unidos en Asia.

Pero la idea, que desde hace varios años se va haciendo realidad, de un aumento de la presencia militar japonesa no tiene buena acogida en la región. Mientras los ejercicios de reabastecimiento en vuelo se realizaban a fines del mes pasado, las relaciones entre Japón y China descendían a su punto más bajo en años, en buena parte por la agresión militar nipona a China en las décadas del 30 y el 40, que causó la muerte de millones de chinos, y por el intento de Tokio de obtener un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Tampoco en Japón existe un consenso claro. Las negociaciones para reformular la alianza militar con Washington parecen empantanadas, pues el gobierno está dividido en torno a la fortaleza de sus lazos militares. El interrogante más grande es si Japón debe volver a ser una potencia militar, aunque de hecho cada año se acerca un poco más a esa definición.

Las fuerzas de ocupación estadounidenses desmantelaron el antiguo ejército japonés tras derrotarlo en la Segunda Guerra Mundial, e intervinieron directamente en la redacción de la nueva Constitución, que prohibió a Japón usar "la amenaza o el uso de la fuerza como medio de zanjar disputas internacionales". Cuando se piensa en el contexto de la posguerra, semejante limitación tiene sentido. Pero a 50 años de ese escenario, las cosas han cambiado radicalmente en Asia.

Además, Washington pronto descubrió que necesitaba un aliado para enfrentar al comunismo en Asia, y Japón aprobó, ya en 1954, una ley que allanó el camino para establecer sus "fuerzas de autodefensa". Aunque la decisión fue criticada por muchos, que la consideraban inconstitucional, el gobierno argumentó entonces que la fuerza militar era legal porque sólo cumpliría tareas de autodefensa.


Un presupuesto alto y creciente
Japón tiene más de 240.000 soldados en servicio activo y un presupuesto de defensa anual que triplica al de una potencia militar como Gran Bretaña. Su fuerza aérea cuenta con más de 160 cazas F-15, entre los más poderosos del mundo, y sus satélites espía vigilan Corea del Norte. Su armada también cuenta con naves de avanzada tecnología.

Japón gastó el año pasado algo más de 45 mil millones de dólares en defensa, según datos de la CIA, pero, aún más importante que esto es que esa enorme cifra representa apenas el 1% de su gigantesco Producto Bruto Interno. Japón sigue siendo, pese al gran crecimiento de China, la segunda economía del mundo. Bien podría triplicar aquella cifra y aún así se hallaría, proporcionalmente, muy por debajo de lo que gasta actualmente EEUU, que invierte en defensa poco menos del 5% de su PBI.

En otras palabras, Japón, con su enorme economía y su altísimo potencial tecnológico, está apenas desperezándose en términos militares, luego de un largo sueño de más de medio siglo. Incluso, Japón podría usar el gasto militar como incentivo para su economía, que sufre más de una década de recesión o bajo crecimiento. Tal como prueba la historia del siglo XX, el gasto militar es un eficaz estimulante de las economías apáticas, además de servir de disparador del desarrollo tecnológico.

El primer ministro Junichiro Koizumi, que propone un cambio constitucional para acrecentar el poderío militar de su país, envió a centenares de soldados al sur de Irak para realizar tareas de asistencia, y otros más al sudeste asiático para ayudar a las víctimas del tsunami de diciembre pasado.

"Japón es el único aliado confiable de Estados Unidos en Asia, y Washington quiere que Japón haga una sólida contribución a sus esfuerzos en la región", dice Takehiko Yamamoto, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Waseda de Tokio.

Yamamoto indicó que Tokio, por su parte, desea aumentar el número de sus soldados debido a que teme a China y a Corea del Norte, que está desarrollando armas nucleares y tiene misiles que podrían ser usados contra Japón. Este sábado, Tokio advirtió que llevará sus quejas al Consejo de Seguridad de la ONU si Norcorea llega al punto de hacer una prueba nuclear subterránea, como temen los servicios de inteligencia militar norteamericano y nipón, entre otros.


Acoso de cazas chinos
En fecha reciente la Agencia de Defensa de Japón -que de hecho es un ministerio- dijo que durante el año pasado sus cazas despegaron con urgencia en 13 ocasiones, para ahuyentar aviones militares chinos que se acercaron a su espacio aéreo. En el 2003, hubo apenas dos de esos incidentes.

Y también en fecha reciente, Corea del Norte hizo una prueba con un misil, que cayó en el mar de Japón. Sin embargo, tanto los japoneses como funcionarios surcoreanos dijeron que se trataba de un pequeño misil incapaz de portar ojivas nucleares. Pero en 1998 Norcorea erizó la piel de los japoneses al lanzar un gran misil que atravesó el cielo del archipiélago nipón para caer en el Pacífico.

Yamamoto señaló que las obligaciones políticas de la posguerra que impedían a Japón convertirse en una potencia militar han disminuido. "La seguridad colectiva era considerada inconstitucional. Pero al parecer el gobierno japonés cree que sólo debe reinterpretar, no cambiar, la Constitución, para justificar sus cambios políticos".

Hasta hoy, dos áreas han sido consideradas tabú: el desarrollo de armas nucleares y la adquisición de portaaviones.

Si bien la prohibición de fabricar armas atómicas continúa firme, debido al trauma colectivo dejado por Hiroshima y Nagasaki, no ocurre lo mismo con los portaaviones. La Agencia de Defensa anunció planes en 2001 para adquirir un destructor de 13.000 toneladas con una plataforma en la cual puedan aterrizar helicópteros para guerra antisubmarina. Los críticos dicen que se trata de hecho de un pequeño portaaviones. Japón se destacó en la Segunda Guerra Mundial por ser la potencia que apostó más a fondo por este tipo de nave, la que se reveló como la gran innovación en la estrategia naval y aún hoy domina los mares.

Y no está lejano el día en que sea Japón el que reabastezca de combustible en el aire a los cazas estadounidenses F-15. En dos años más, el primer avión tanque japonés, un Boeing 767, será entregado a un aeropuerto militar en Nagoya, una gran ciudad del centro del país.

El capitán Shinya Akiyoshi, un piloto de pruebas que figura entre varios candidatos a integrar la tripulación del avión tanque, admitió que "nuestros vecinos se muestran sensibles" ante este aumento del poderío militar nipón. "Pero se trata de nuestra defensa nacional. No intentamos usar nuestros cazas para otro propósito", aseguró.
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Un caza japonés se acerca a un avión tanque de EEUU para abastecerse.

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