Año CXXXVIII Nº 48741
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Turismo
Señales
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Educación 07/05
Salud 04/05
Autos 04/05

contacto

servicios
Institucional

 domingo, 08 de mayo de 2005  
El viaje del lector: Tierra de mis ancestros

En mi viaje a Malta quise combinar vacaciones con un curso de perfeccionamiento de inglés que desarrollé en Sprachcaffe Village Resort, complejo residencial-educativo donde también me alojé. Aproveché también para conocer algunos lugares de Italia, tierra de mis ancestros abruceses.

El vuelo arribó primero al aeropuerto internacional Malpensa de Milán y como faltaban aún varias horas para abordar el otro avión que me llevaría a mi destino final, La Valletta, capital de Malta, pude visitar el centro de la ciudad. Más tarde, ya en las islas maltesas, no podía perderme la ocasión de conocer Sicilia. Por último, de regreso, partí desde Malta hacia el aeropuerto internacional Fiumicino, donde antes de abordar el avión hacia la Argentina, pasé un par de días en Roma.

Al llegar a Milán conocí uno de los principales, sino el más importante, centro mundial de la moda. Una ciudad clásica pero, a la vez, vanguardista, de gente activa y elegante, que conjuga museos, pinacotecas y galerías de arte.

Desde el aeropuerto internacional de Malpensa, y luego de 40 minutos en tren, llegué a la estación Cadorna, justo en el corazón del centro histórico de Milán. Enfrente se erige el Castello Sforzesco, en la plaza homónima, residencia de la corte de los Sforza en el siglo XV, con la inconfundible creatividad de Leonardo Da Vinci,que alberga los museos Cívico de Arte Antigua y Egipcio, las bibliotecas Tribulziana y de Arte, el Archivo Histórico y la Colección de Grabados Bertarelli.

A unas cuadras de allí, en la Piazza della Scala, se encuentra el famoso Teatro alla Scala, de estilo neoclásico. En el centro de la plaza se eleva el monumento a Leonardo, y detrás de éste, el Palazzo Reale, actual Museo Cívico de Arte Contemporáneo.

Muy cerca está la Piazza del Duomo, y por supuesto, el símbolo de la ciudad: el Duomo. Imponente y refinado exponente gótico, esta iglesia catedral fue edificada en el curso de 5 siglos. A su derecha, la magnífica galería Vittorio Emanuele II reúne importantes tiendas, bares y restaurantes, donde lo que impacta es su exquisita arquitectura.

Paseé por las denominadas "vie della moda", que reúne los ateliers y show-rooms de los mejores diseñadores italianos. En las emblemáticas Via Montenapoleone, della Spiga, Manzoni y Corso Venezia se ofrece indumentaria de alta moda y sofisticadas piezas de joyería a locales y extranjeros de gran poder adquisitivo. En la zona hay además gran cantidad de galerías de arte y negocios de decoración y diseño mobiliario y de objetos en general.Por las calles, observé gran cantidad de modelos filmando comerciales en sets para nada improvisados. Es sin dudas una ciudad que respira moda y buen gusto, y eso se nota en su gente.


Sol y mediterráneo
A sólo 90 minutos en ferry al sur de Malta, se encuentra Sicilia. Luego de navegar por un Mediterráneo increíble, desembarqué en el puerto de Pozzallo. De allí, pasando por las ciudades de Módica, Ragusa y Misterbianco, me dirigí al Monte Etna, el más grande y activo de los volcanes de Europa.

Durante el trayecto es posible advertir en las laderas más bajas arboledas de limoneros, naranjos, castaños y también vides que producen los mejores vinos de esa región mediterránea. Casi todo cubierto de piedra negra y rojiza. En la cima del volcán se lucen distintas chimeneas del cráter y magníficas vistas panorámicas de las aldeas de los alrededores. En el lugar se pueden encontrar varios puestos donde venden souvenirs y un licor propio del lugar llamado Fuego del Etna, fortísimo y de un color rojo intenso.

Desde allí, seguí viaje hasta mi último destino en Sicilia: la ciudad de Taormina, de visible impronta greco-romana, y construida a orillas el mar del mismo nombre. Ingresando por la Puerta de Messina, se puede seguir en sentido recto por la calle principal, Corso Umberto, o tomar hacia la izquierda por la calle del Teatro Griego.

Transitando por la primera puede apreciarse Naumachie, la más antigua de las ruinas griegas de Taormina. Hay también infinidad de negocios., como deli-shops, que venden el típico limoncello, el vino alla mandorla y el amargo Averna. Hay que entrar a alguna "pasticceria", como la de Sant Honore para degustar el "canoli", demás de delicias de la pastelería local.

La calle del Teatro Griego es muy pintoresca.

En el otro extremo se hallan las ruinas del Antiguo Teatro, construido por los helenos y remodelado por los romanos. Este es el segundo más grande después del de la ciudad de Siracusa.

Antes de partir, dejando atrás el sol siciliano y sus ciudades, nada mejor que saborear un refrescante "granite", bebida de hielo molido saborizado con gusto a limón o frutilla. Me atrevería a asegurar que conocer Sicilia es conocer la esencia del espíritu italiano: alegre, apasionado y pintoresco.


Museo a cielo abierto
Qué decir de Roma. Hay que estar ahí para sentirla. Comencé por el Vaticano. Todo impresiona por su tamaño y belleza, tanto la plaza San Pedro como la majestuosidad de la basílica, obra de Bernini. El espíritu de Michelangelo habita en La Pietá, en la estatua de San Pedro. También en la enorme cúpula, desde donde se tiene una vista impresionante de la plaza y de toda Roma.

Seguí recorriendo el Museo del Vaticano y así llegué a la Capilla Sixtina, donde reapareció el espíritu de Michelangelo. No es fácil procesar tanta belleza junta.

Por Via della Conciliazione arribé al Castillo Sant'Angelo, a orillas del Tíber, primera fortaleza contra los ataques de Visigodos y Ostrogodos, luego prisión y finalmente, residencia papal.

Roma debe caminarse para descubrirse. Y caminando, llegué a Piazza Navona, con su iglesia de Sant'Agnese y sus tres hermosísimas fuentes. La central, la Fontana dei Fiumi (de los Ríos), debida a Bernini.

Opuesto a la Piazza della Rotonda visité el Pantheon, donde se encuentran enterrados los restos de Raffaello, Peruzzi y los reyes de Italia.

De pronto me encontré en Piazza di Spagna, lugar de encuentro de romanos y turistas. Sus teatrales escalinatas y su fuente, Barcaccia, también de Bernini, junto con la Iglesia de la Trinità dei Monti y la Estatua de la Inmaculada Concepción, conforman uno de los lugares más dramáticos de la ciudad.

Cruzando la via del Tritone, no pude dar crédito cuando tuve ante mis ojos esa joya del barroco que es la más majestuosa de todas las fuentes de Roma: la Fontana di Trevi, de Salvi. Por supuesto, arrojé varias monedas porque quiero volver a Roma no una vez, sino muchas veces.

También es espectacular la Piazza del Popolo. Y ¿quién puede resistirse a una pizza Margherita, sentado en una mesa al aire libre, viendo la gente pasar? Yo no.

Finalmente, la Roma arqueológica. Desde César, todos los emperadores dejaron un signo de su imperio.

Y como si estuviese en un viaje onírico, apareció de pronto el imponente Coliseo. Muy cerca, el Arco de Constantino, el más grande y mejor conservado de la antigüedad.

Roma es única. Se abre como un abanico de sorpresas refinadas a cada paso. Te seduce para que vuelvas a visitarla. Su gente, amante del "dolce far niente" y dispuesta a la conversación, completa ese cuadro destinado al disfrute con los cinco sentidos y con el alma.

Claudio Santiago Tomasini

(Ganador de esta semana)
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Notas Relacionadas
Contá tu viaje y ganá una cena


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados