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domingo,
08 de
mayo de
2005 |
Pasando revista
Ella blande su látigo parada sobre sus lustrosas botas de cuero mientras él sufre, esposado y furioso, los azotes del castigo. Esa es la ilustración de tapa del número 21, año 2, de la revista Lamujerdemivida y resume quizá el tópico que despliega como dossier en varias páginas: la queja, y en ella la pareja como escenario prioritario. Así lo sostiene Ricardo Coler en la nota editorial de apertura. Pero hay otros escenarios. Dalmiro Sáenz elige el de la argentinidad y presenta a la queja como la estructura clave de los argentinos. El tema pasa después a la literatura argentina, donde Leopoldo Brizuela relata anécdotas quejosas protagonizadas por Borges, Girondo o Mujica Láinez, entre otras plumas vernáculas. "¿De qué se quejan los escritores y los editores?", es la pregunta que cierra el dossier donde la tensión de esa relación se despliega en las voces de distintos editores, algunos implacables.
"Falsos profetas" es el título de la nota que publica Eugenia Zicavo, en la que se analizan predicciones realizadas por distintos economistas neoliberales argentinos que terminaron en evidentes yerros. Luego, el lector puede quedar atrapado en el debate que encarnan el psicoanalista Carlos Indart y el filósofo Raúl Cerdeiras, en el que se sacan chispas sobre la existencia de ambos saberes, sus límites y coincidencias (pocas).
Elvio Gandolfo suma su análisis en este número al descubrir los alcances de la ficción, la realidad y la verdad cuando mira con ojo crítico dos filmes candidateados al Oscar. En ellos la cuadriplejia y la eutanasia lo acercan al recuerdo vital de un encuentro, una crítica con condimentos.
También hay cuentos, crítica literaria, más psicoanálisis y humor. Sí, y no sólo en el horóscopo, el consultorio sentimental o la fotonovela (tres propuestas clásicas pero planteadas con ingenio) que se publican al final de la revista, sino que la mirada risueña se mezcla en la mayoría de los textos producidos por el staff de Lamujerdemivida. A veces más negro o acercándose a la ironía, la decisión de utilizarlo como recurso borra con sutileza cualquier atisbo de soberbia, tan típico en muchas publicaciones culturales.
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