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 domingo, 08 de mayo de 2005  
Entrevista. Habla Enrique N'Haux, el autor de la novela que reavivó el escándalo de los sobresueldos
"Los que la hicieron por derecha van a ser los más perjudicados"
El ex asesor del Banco Nación no se arrepiente de haber cobrado y rescata lo hecho por Cavallo y su equipo

Javier Felcaro / La Capital

"Los que la hicieron (a la plata) por derecha serán los más perjudicados", sentencia Enrique N'Haux, el hombre de Domingo Cavallo que confesó en una novela, y después se lo contó a un fiscal, cómo se repartieron los sobresueldos en el gobierno de Carlos Menem.

Imán de la atención en la Feria del Libro con su obra ("Maquiavelo no conoció a los argentinos"), que incluye personajes y situaciones basadas en la realidad, el ex asesor del directorio del Banco Nación durante la década del 90 le confiesa a La Capital: "Después de cobrar uno no puede estar arrepentido. Sí tengo en claro que fue un error y que hay que transparentar y pagar lo que sea necesario para que el Estado tenga personal competente".

N'Haux, ahora involucrado judicialmente en el caso, también se despega de toda sospecha de velada reivindicación del ex jefe del Palacio de Hacienda. "Mientras denunciaba una mafia enquistada en el Estado menemista tenía otra en su ministerio. Es algo cómico, de novela", ironiza.

-Su relato sobre cómo funcionó el sistema de sobresueldos terminó amplificando el escándalo. ¿Lo esperaba?

-Obviamente, estoy contento dado el éxito de la publicación, aunque no tanto por el hecho de estar involucrado judicialmente y porque un sector de la opinión pública ya adoptó una actitud muy negativa. Me llaman corrupto o inmoral. El libro fue terminado en septiembre de 2004. Es evidente que no me voy a hacer el zonzo: puse el tema de la mochila, pero lo hice literariamente porque era un gancho. Nunca pensé que podía tener consecuencias judiciales. Mi vocación es ser escritor. Este es el cuarto libro que publico y, al mismo tiempo, mi primera novela.

-No sólo revela cómo se repartieron los sobres, también admite que usted mismo los recibió.

-Sí, no lo oculto: yo cobré. También esto tiene un propósito, porque el tema se centra en la administración nacional cuando se trata de cargos con cierta jerarquía técnica. Ese es el problema que hay que resolver.

-¿Cuál?

-Hablo en ficción: me contaron de un famoso abogado que fue nombrado en una provincia que tenía muchos problemas de seguridad. Buscaron una persona sumamente competente. Entonces, el sueldo que el gobierno de esa provincia le pagó es de, digamos, unos 10.000 pesos. Al otro día, y así es como funciona el mecanismo de la opinión pública, en la calle dicen "che, ¿sabés cuánto le pagaron para que agarrara el cargo? 2.000 dólares". Nadie cree que una persona vaya a aceptar un cargo de esa responsabilidad por 10.000 pesos. Lo que pasó con los sobresueldos en la década del 90 es una aberración del estilo de la subcultura política.

-No parece arrepentido, aunque intenta justificarse.

-Después de cobrar uno no puede estar arrepentido. Sí tengo en claro que fue un error y que hay que transparentar y pagar lo que sea necesario para que el Estado tenga personal competente. Yo era el último pinche de la escala jerárquica. En el caso del Ministerio de Economía, lo declaramos a la DGI durante la gestión de Cavallo. Ahí hay un atenuante, no una justificación, porque era un pago en negro que se blanqueaba. Es distinto al tipo que cobraba 30.000 ó 50.000 pesos siendo ministro o secretario y no lo declaraba. Eso no tiene nombre. Y Cavallo, quien quiso hacer las cosas por derecha, es el imputado que está más embromado.

-No eran conscientes de la gravedad.

-En Economía se lo tomaba como un sueldo. Los integrantes del equipo de Cavallo eran personas que tenían sus familias en Córdoba y trabajaban toda la semana en la Capital Federal. Se justificaba por la calidad del personal. Con los sueldos que se pagaban entonces no hubiesen podido ir a trabajar a Buenos Aires, no cubrían los gastos fijos. Esa es la verdadera naturaleza del problema, y hay que decirlo.

-Tras escucharlo a usted, el fiscal Paulo Starc pidió la declaración indagatoria de Luis Murina, ex subsecretario de Administración de Economía.

-Aclaro que el primero que lo señaló a Murina no fui yo. Hace un año que está en el expediente. No recuerdo bien quién declaró que la plata para su personal la iba a buscar al ministerio. Por supuesto, cuando estuve con Starc tuve que decir que Murina era un compañero del equipo. En realidad, actuó con el criterio de la obediencia debida.

-Era el hombre que, con la mochila, se encargaba de distribuir los sobres en el ministerio.

-Claro, el hombre de la mochila. A eso también lo pongo en ficción ya que, en realidad, no puedo probarlo. Que quiero decir: él viene ahora con una mochila pero adentro puede tener ropa de gimnasia. Yo no la abrí ni lo vi a él dándole sobres a nadie en la mano. La similitud es muy grande, porque uno veía todos los meses que pasaba y que cobraba los sueldos.

-Usted declaró ante el juez Jorge Ballesteros que cobraba entre 2.000 y 3.000 pesos por mes.

-Sí, los míos pueden haber llegado a 4.000 ó 5.000 antes de irnos de Economía. Era el doble de lo que uno ganaba.

-Poco, comparado con los 50.000 dólares supuestamente destinados a los secretarios o los 100.000 que habrían recibido los ministros, según las revelaciones de María Julia Alsogaray.

-Esas cifras son una barbaridad. En realidad, no tengo la verificación de cuánto cobraban. Pero si ella lo dijo, algo debe haber. En el caso de Economía, saltará fácil porque el juez ya debe haber pedido nuestras declaraciones juradas.

-¿Por qué publicó un libro antes de revelar estas maniobras judicialmente?

-¿Qué iba a hacer yo en cuanto no veía razón de ir a la Justicia? Este libro lo hice por vocación, y lo que escribí era sabido. Sólo lo retraté en la novela. Recuerde el caso del ex secretario Rodolfo Martínez Medina, quien en el 2001 denunció que el ex ministro de Justicia Raúl Granillo Ocampo cobraba 50.000 pesos por mes. El tema quedó planchado hasta que recién se empezó a mover el año pasado.

-Ya hay una decena de ex funcionarios que admitieron el pago de plata sucia.

-Sí, le dieron un avance a la causa. Y aparecerán más, no tenga dudas. Pero repito: los que la hicieron por derecha serán los más perjudicados. Del equipo de Cavallo nadie necesita decir "yo cobraba", está todo declarado. Pero son las personas que pueden recibir las mayores imputaciones porque existe la prueba.

-¿Cree que los gobiernos posteriores al de Menem fueron capaces de eliminar esta práctica?

-No lo sé. Fernando de la Rúa lo desmintió en su momento. Esto va en broma: creo que si ahora un presidente o un ministro le dice a un funcionario "tomá, acá tenés un sobresueldo, éste responde: "No, no quiero, por favor". Sí es cierto que todas las remuneraciones tienen que ser transparentes y adecuadas a la responsabilidad y a la jerarquía.

-Alguien puede llegar a sospechar que está tratando de aliviarle la carga a Cavallo.

-No, todo lo contrario. Lo que reivindico, en cierta manera, es el trabajo que se hizo. Además, otra cosa que escribo sobre Cavallo es que investigó a fondo a (el extinto empresario) Alfredo Yabrán y no sabía que su equipo estaba lleno de yabranitos. Mientras denunciaba una mafia enquistada en el Estado menemista tenía otra en su ministerio. Es algo cómico, de novela.
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Con su libro, N'Haux potenció el escándalo.

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