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 domingo, 08 de mayo de 2005  
Cocina: platos y manteles

Por Quique Andreini / La Capital

Rollos de cerveza. Mi querida lectora, usted seguramente sabe que las bebidas engordan y no precisamente por fijar las grasas, sino por la cantidad de calorías que aportan. Pero no todas las grasas eligen la misma parte del cuerpo para depositarse. La dorada y refrescante cerveza encontró que su lugar predilecto para depositarse es la cintura. Así lo comprobaron investigadores estadounidenses que persiguieron durante tres años a unos diecinueve mil alegres bebedores de cerveza observando que cuanto mayor era el consumo, más grandes eran sus “rollitos” en la cintura. Mientras que, por otro lado, quienes tomaban vino presentaban una cintura con contornos más amables. Conclusión: la ciencia, a veces, es muy molesta.



Siempre lindos. Al finalizar de hervir vegetales siempre tiene que sumergirlos en agua helada para detener su cocción, debido al calor residual que conservan en su interior. Debe hervirlos destapados con la menor cantidad de agua posible y con bastante sal. Cuando estén “al dente” retírelos y sumerja en abundante agua helada, así resaltará su hermoso color natural y no parecerán tristes ni “apachuchados”.



Pescado con frutos secos. Para conquistar una dama, o a un caballero, le presento un plato que es muy fácil de preparar. El primer paso consiste en formar una costra preparando una pasta mezclando manteca a punto pomada con hierbas aromáticas: salvia, tomillo, perejil y algunas almendras y avellanas peladas y picadas (dele un golpe de horno sobre una placa para que intensifiquen su aroma y sabor, si me va a hacer caso debe ponerlas enteras y luego de horneadas picarlas), sal, pimienta blanca recién molida y migas de pan, en lo posible de pan lactal. Cubra con esta pasta rodajas de salmón (de unos tres centímetros o sea de 250 gramos por persona y si no tiene muchos pesos elija filetes de merluza).

  Colóquelas sobre una placa para horno previamente aceitada. Hornee unos diez minutos aproximadamente a 180º. Mientras se va cocinando el pescado prepare una salsa colocando 100 gramos de manteca en una sartén, el jugo de medio limón, hilitos hechos con su cáscara y media taza de crema de leche (le juro que no se le va a cortar) mezcle suavemente sobre fuego lento y condimente. Puede reemplazar el limón por jengibre fresco rallado.

  Retire el salmón del horno y desglase con un poco de vino blanco lo que quedó en el fondo de la placa (desglasar es una técnica de cocina que consiste en añadir algún líquido alcohólico para recuperar la grasa y los jugos productos de una cocción previa). Incorpore este fondo a la crema con limón y deje reducir a fuego muy suave. Condimente y vierta la salsa en el plato formando un espejo, y encima la rodaja de salmón con su capa crocante. La guarnición puede ser una ensalada verde condimentada con una vinagreta suave.
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