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 sábado, 30 de abril de 2005  
El encanto de lo antiguo
El barrio de San Telmo conserva el espíritu bohemio. Tanguerías, ferias y antigüedades son la atracción

San Telmo es reconocido como el escenario de numerosas manifestaciones de la cultura y las tradiciones ciudadanas. En los '60 los artistas plásticos fascinados por el entorno histórico y la arquitectura del lugar montaron allí sus ateliers. Desde esa época, su espíritu bohemio manifestado en los cafés, la música en la calle y las tanguerías lo convirtieron en uno de los lugares más atractivos para los turistas nacionales y extranjeros de todas las edades que recalan en Buenos Aires.

Los fines de semana son los mejores días para recorrer el barrio, observar y participar de espectáculos en la calle. Los domingos se realiza la famosa Feria de San Telmo, organizada por el Museo de la Ciudad que concentra a más de 200 puestos de venta.

Con tanto para ver y preguntar hacen falta un par de horas para recorrer la famosa feria con tranquilidad. No hay que perderse los detalles de los puestitos y sus vendedores. Se pueden encontrar los objetos más diversos, desde las puntillas y fantasías que usaban las abuelas, a instrumentos, discos de pasta, cristalerías, plata, colecciones de estampillas, revistas fuera de circulación y hermosos muebles antiguos.

Este barrio ofrece un ambiente único. Los tradicionales cafés en donde se escucha y baila tango, conviven con los alborotados pubs donde se puede disfrutar de una cerveza al ritmo de la música de moda.

Empezar a recorrer San Telmo por el pasaje La Defensa, Defensa 1179, es una propuesta ordenada a la que invita la Subsecretaría de Turismo del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. "Memoria de patios, aljibes y faroles" se llama este circuito programado, cuyo destino permite otra mirada del paisaje histórico cultural de la zona. Aquel pasaje fue elegido en múltiples oportunidades por cineastas y artistas como escenario natural; tal vez porque allí se recrean las condiciones de la calle-patio, modalidad de la que se apropió la ciudad hasta la General Paz, a partir de los años 20. Es en el patio general de la parte superior de una inmensa casona donde actualmente muestra una galería comercial, que desde 1981 ofrece locales de anticuarios, indumentaria de otras épocas, cuadros, souvenirs... y otras cosas bellas. Simultáneamente pueden convocar a la curiosidad "El Patio del árbol", "El Patio del Tiempo" y el "Patio de los Ezeiza".


Volver al pasado
La Galería del Solar de French fue declarada lugar histórico nacional, porque allí el pueblo se reunió para reafirmar la independencia del 9 de Julio de 1816, expresada en San Miguel de Tucumán. La Casa de Esteban De Luca, en Defensa y Carlos Calvo, pertenece a fines del siglo XVIII. Aquí vivió De Luca, militar, poeta y periodista, autor de la primera canción patriótica, activo participante de las invasiones inglesas (1806-1807), como subteniente en el Batallón 3 de Patricios. La casa fue puesta en valor conservando elementos arquitectónicos de la época y declarada Monumento Histórico Nacional. Es un gusto verla funcionando hoy como restaurante.

Lo mismo que la Antigua Tasca de Cuchilleros, asentada en Carlos Calvo 319, que además atesora una antigua historia de amor que legitiman fotografías testimoniales dispuestas en las paredes.

La historia casi siempre es trágica: Margarita, la hija del sargento Oliden, mazorquero del gobernador Juan Manuel de Rosas, estaba obligada por su padre a casarse con Ciriaco Cuitiño, jefe de los mazorqueros. Lejos de obedecer las pautas establecidas, se enamora perdidamente de un payador, Juan Cruz Cuello y no puede silenciar el dictado de su corazón. Entonces, elige huir con él. Pero Cuitiño los persigue hasta encontrarlos en Luján, donde hiere de muerte a Margarita, que vuelve a esta casa para morir. Este es también un sitio histórico ampliamente explicado por las guías bilingües que memoran, indican y sonríen, agasajando a las visitas.

La Iglesia Dinamarquesa, en el contexto de la urbanización del bajo y de San Telmo, contrasta pero no desentona. La irrupción del color del ladrillo a la vista y sus proporciones exageradas producen un impasse en el gris de la calle.

Imposible irse de San Telmo sin visitar la plaza Dorrego, rodeada de anticuarios, de poetas escribiendo en los bares donde se toma cerveza tirada con maníes, de tangueros y milongueros que desparraman cortes y quebradas por las calles y de jóvenes artesanos que despliegan su arte sin tapujos. Los sábados, de 10 a 17, la Feria de Antigüedades se instala en esa plaza: hay platería, mantelería, vajilla, artículos de regalo, porcelanas antiguas, viejas fotografías y cuadros de los mejores. Hay que verla, caminarla, detenerse en un centro de mesa o en un silla de roble o una tetera de porcelana bizcocho.

San Telmo tiene características particulares. Una superposición de proyectos no cumplidos, la aparición esporádica de edificios en altura y callejones empedrados cuyos adoquines conservan la identidad. Contraste del paso del tiempo: sustituciones y permanencias.
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