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 sábado, 30 de abril de 2005  
"La violencia invade la sociedad y se contesta con más violencia"
La psicoanalista Marité Colovini ante el fenómeno de los escolares armados

Dos alumnos de 18 años de la Escuela Media Nº433 amenazaron a sus compañeros con cuchillos dentro de la escuela e inmediatamente se desató una catarata de expresiones indignadas, culpas y responsabilidades. La psicoanalista Marité Colovini, quien integra un grupo de investigadores que se propuso analizar desde el año pasado y hasta el 2007 los casos de violencia escolar en la ciudad, echa una mirada sobre el episodio ocurrido esta semana. "Lamentablemente no es un caso aislado -advierte- ya se han registrado suficientes episodios como para analizarlos como fenómeno. La violencia invade a esta sociedad y se contesta con más violencia".

Colovini es codirectora del Grupo Universitario de Intervención en Desastres, Emergencias y Crisis (Guidec) de la Universidad de Nacional de Rosario. Es interdisciplinario y depende de la Facultad de Ciencias Médicas.

-¿Le sorprende que ocurran episodios de violencia como los de estos chicos, en las escuelas de la ciudad?

-No, no me sorprende de ninguna manera. De hecho estamos investigando la violencia en el ámbito escolar porque hay una cantidad suficiente de episodios registrados que lo convierten en un fenómeno para analizar.

-¿Qué es lo primero que se preguntan con sus colegas cuando abordan este problema?

-Nos interrogamos por qué la escuela, que era un lugar donde tradicionalmente había buenas maneras, determinado tipo de comportamientos y se enseñaba esto mismo, ahora es invadida por estos fenómenos violentos que no sólo se dan entre alumnos, sino de alumno hacia maestros, de maestros a maestros, de padres a maestros. ¿Qué pasa con la escuela? es el interrogante.

-¿Y qué se contestan?

-Que hay que repensar su concepto como institución y a la vez repensar a qué le llamamos niño, adolescente y joven. No podemos trabajar con la mismas categorías de hace años, ninguno es ya lo que era hace apenas 10 años. Ha cambiado el Estado como institución en todo el mundo y lógicamente cambiaron también los niños que han nacido durante esa década y justamente son ellos a quienes queremos entender qué les pasa. Son niños nacidos en medio de un clima de absoluta violencia social. Y basta un dato nacional que dice que uno de cuatro niños no tiene sus necesidades básicas satisfechas. Eso es violencia, violencia desde que se nace.

-Pero los hechos de violencia escolar no sólo ocurren en sectores sociales marginales...

-Es cierto, esa es otra idea a repensar y desmitificar. Al igual que la que sostiene que los chicos involucrados en episodios de violencia tienen siempre padres separados o familias desmembradas. Y si no, veamos el caso de Carmen de Patagones (en el que un alumno les disparó a sus compañeros y mató a tres) que no tuvo que ver con la carencia y la miseria. La violencia es algo que nos invade como sociedad y que necesariamente se contesta con más violencia. Por eso tenemos que ser muy cuidadosos cuando tratamos estos casos, no sólo desde lo educativo y psicológico, sino también desde lo periodístico.

-¿Cómo se tratan periodísticamente?

-Y, si la noticia de estos tres chicos que llevaron cuchillos a la escuela se edita en la sección policiales, entre artículos que hablan de reos peligrosos y requisas, crímenes y estafas, se criminaliza el tema y creo que hay que tratarlo socialmente. Ver cómo nacieron estos chicos, cómo se criaron. Si no lo hacemos, seguiremos pensando en los chicos como delincuentes, los mandaremos uno por uno al psicólogo, o uno por uno a la cárcel.

-¿Qué medidas se deben tomar en la escuela?

-Los directivos de la escuela donde sucedió esta amenaza entre alumnos actuaron muy bien. Se negaron a requisar a los alumnos; dejaron esto en manos de la policía. Los docentes no pueden ocupar el lugar de la policía, cada uno debe hacer lo que le corresponde. Horas más tarde se comenzó a buscar una salida psicológica. Y en este punto quiero ser cauta. Siempre se echa mano o se piden gabinetes psicopedagógicos, pero a mí me parece que el problema no se soluciona sólo así. Acá no se trata del problema individual de un chico, de sus problemas psíquicos, conducta o aprendizaje. Cuando un fenómeno se extiende y es muy grande, no pasa la solución por tomar caso por caso, sino por analizarlos globalmente. Hace 15 años, rara vez se encontraba un chico armado en la escuela, entonces allí sí se podía analizar el caso como singular. Pero insisto, hay que tomar el problema en toda su dimensión, no como el de chicos individuales y malos. Acá pasa algo que nos invade como sociedad. El año pasado encontraron el arma en la mochila de un joven, que la había cambiado por un pantalón en la Circunvalación. La pregunta es, ¿por qué necesita andar con armas un chico de 12, 14 o 18 años? ¿Por qué un chico se preocupa por robar y no por el horario al que debe jugar al fútbol o en la tarea que le dieron en la escuela? ¿Por qué no están preocupados en hacer cosas de niños o de jóvenes? Porque están preocupados en conseguir dinero para que sus hermanitos, sus familias y ellos mismos coman o para tener un pantalón nuevo, algo que tampoco está mal.
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