El turno de hablar en casa

Desábato se defenderá hoy ante los medios argentinos

Gustavo Conti / La Capital

Leandro Desábato eligió descansar en su Cafferatta natal. Y descansar para él significó aislarse del acoso mediático que ni en sueños pensó tener cuando salió al Morumbí a jugar por primera vez allí por la Copa Libertadores. Por eso, ayer descolgó el teléfono y no atendió los numerosos llamados que se sucedieron durante todo el día, y recién hoy hablará para los medios argentinos, después de conceder el domingo una entrevista a la TV O Globo de Brasil.

¿Qué más podrá agregar Desábato a lo que ya dijo para la televisión brasileña, por consejo de sus abogados? Quizás no mucho. El defensor de Quilmes ya sentó su postura y explicó las cosas que le dijo al delantero de Sao Paulo, Grafite, y por las cuales debió ir a la cárcel.

"Estoy convencido de que no hice nada malo. Había leído antes del partido en un diario de Brasil que Grafite quería festejar sus goles tirándoles bananas a los hinchas de Quilmes que estuvieran en el Morumbí. En un momento de roce, le dije que se metiera la banana en el culo y lo llamé cagón... Sí, le dije cagón, pero nunca negro de mierda, ni negrito, ni negro", explicó.

Que el insulto de Desábato estuvo mal, no hay dudas. Que no debió sufrir semejante castigo, tampoco. Y que se lo haya condenado desde el vamos, menos que menos. Más que decir que el árbol no dejó ver el bosque, parece más que el bosque no dejó ver el árbol. Se hizo un mundo de algo que ni siquiera pudo ser comprobado. Hablaron todos, desde el presidente brasileño, Lula, hasta el Ministro del Interior argentino, Aníbal Fernández. Y el presidente de la CSF, Nicolás Leoz, dio por sentado que Desábato fue racista y expresó que la Copa se había terminado para él.

Todos compraron de entrada que hubo racismo, pero, ¿y si lo que dijo Desábato es la verdad? Estuvo mal pero respondió a una agresión previa de Grafite usando sus mismas palabras. En todo caso, habrá que investigar usando la tecnología para saber qué le dijo exactamente el jugador de Quilmes al de Sao Paulo, sin olvidar el contexto, y determinar la pena que le correspondiere. Los dirigentes de Quilmes están en eso, buscan basarse en las imágenes televisivas y estudian iniciar juicio por daños y perjuicios.

Mientras, Pelé (ver aparte) expresó lo que todo el mundo sabe: que la reacción puede ser peor que la acción. Que si Brasil pretendió mostrar que en su país sí se atiende un problema que merece la mayor de las atenciones, sólo logró incentivarlo y exacerbar odios inútiles que pueden manifestarse claramente en próximos encuentros.

Que Desábato haya hablado hasta ahora sólo para un medio tan popular como la TV O Globo de Brasil no fue casualidad, y la postura que adoptó en la entrevista pareció ser la adecuada. No buscó pelearse con Grafite, reconoció el insulto y, lejos de alentar la bronca, dijo. "Espero que en el futuro no pase nada entre argentinos y brasileños. Lo que ocurre en una cancha, debe quedar ahí. No tengo nada contra el señor Grafite. Incluso cambiamos camisetas en el partido de ida. Nunca discriminé a nadie. Viví en una pensión y compartí mesa, baño y comida, con gente de muchas razas. En el equipo hay un colombiano y nunca tuve problemas con él ni con nadie", agregó.

Desábato optó esperar para atender a todos los medios argentinos a la vez, además de dejar pasar varios días como para hablar sin enojos distorsivos. Esta tarde, en el estadio Centenario de Quilmes, dará una versión más completa de todo. Ese será un camino que tomará esta historia. La otra es impredecible, con efectos seguramente indeseables que se podrían haber evitado.