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sábado,
09 de
abril de
2005 |
Pasado y presente del compromiso político estudiantil. Dirigentes actuales y de otros años hablan de las reivindicaciones que sostienen y han sostenido en su paso por la universidad
Militancia universitaria: viejas luchas y futuros desafíos
Desde el martes, y durante tres días, los centros de estudiantes elegirán a sus representantes. Una oportunidad para reflexionar sobre el rol que
les toca en la vida democrática
Matías Loja
Para cualquier persona que por estos días concurra a alguna de las 12 facultades de la Universidad Nacional de Rosario, o también al edificio de la UTN, no le pasará inadvertida la cantidad abrumadora de afiches, banderas y mesas repletas de volantes que reinan el espacio académico local.
Es que un hecho de suma importancia tendrá lugar para vida democrática universitaria a partir del próximo martes 12 de abril, cuando tras 3 días de votación, se procederá a la se renovación de los representantes que conducirán por un año los Centros de Estudiantes de cada una de las facultades de la UNR.
Así, un crisol de agrupaciones de diferentes espacios políticos y espectro ideológicos (socialistas, peronistas, radicales, trotskistas, independientes, etcétera), buscarán relegitimar, en algunos casos, o acceder por primera vez en otros, la representación gremial de miles de estudiantes que durante esta semana concurrirán a las urnas para sufragar. Votación en la que se elegirán también a los representantes del claustro estudiantil en los distintos Consejos Directivos de las facultades, cuerpo que, gracias al cogobierno, es el órgano que las dirige.
Pero más allá de este hecho coyuntural, también es necesario reflexionar acerca del rol que le toca jugar al militante universitario que, desde una agrupación político-partidaria o de manera independiente, decide participar en la vida democrática de la educación superior nacional.
Convocados por La Capital, dirigentes estudiantiles de ayer y de hoy abordaron algunas claves que permitan entender el fenómeno. Así, temas como la ética militante, las convicciones, la recuperación de determinadas banderas de lucha y la composición social del estudiantado fueron algunos de los ejes de una charla en la que por cierto, y como era de esperarse, no faltaron discrepancias.
"Yo entré a la universidad en el año •69 y milité hasta mediados del •75, cuando la dictadura ya nos impidió la entrada a la facultad", comenta Alicia Gutiérrez, diputada provincial por el ARI, quien en 1973 fue elegida presidenta del Centro de Estudiantes de Odontología de la UNR por la JUP (Juventud Universitaria Peronista). "Fue el primer Centro que ganó el peronismo en Rosario", destaca la legisladora.
Para Gutiérrez, cuya militancia estuvo marcada por un contexto de dictaduras que se cobró la vida de muchos de sus allegados, el hecho que determinó su compromiso militante fue la recordada Masacre de Trelew, ocurrida en 1972.
"En el Centro de estudiantes de la Facultad de Odontología, recinto con poca o casi nula participación política, comencé a militar de manera independiente junto con un grupo de gente, entre ellos mi hermana desaparecida, hasta que se dan los hechos de Trelew, por lo cual tomamos la facultad (un hecho inédito para Odontología), tras lo cual viene la policía y, arrastrando de los pelos y reprimiendo, se lleva a un montón de estudiantes. Creo que para mí ese fue el detonante que me llevó a querer participar en política", evoca la diputada.
A la hora de hablar de las convicciones y las ideas movilizadoras de su generación, Alicia Gutiérrez no duda en definir que "en aquellos años, para nosotros la lucha fundamental era por la apertura de la universidad al pueblo, porque no había entonces actividades extramuros".
Los 90 y la transformación educativa
Con la recuperación democrática se produce nuevamente un renovado impulso en la representación estudiantil, con la consolidación a nivel nacional de algunas agrupaciones, juntamente con la aparición de otras de diverso "color" ideológico.
Pero fue tal vez la década de los noventa, Ley de Educación Superior (LES) mediante, una de los últimos momentos de fuerte movilización de amplios fracciones de las universidades que, plegándose a los reclamos de otros sectores sociales (obreros, desocupados y empleados estatales), intentaron resistir los embates de la política económica, y la reforma de Estado, de entonces.
Para Pablo Javkin, ex secretario de la FUA (Federación Universitaria Argentina) por Franja Morada -brazo universitario del radicalismo- y actual concejal rosarino, "a nosotros nos tocó toda nuestra militancia en el época de la resistencia al menemismo, y del profundo cambio político y cultural que se implantó en el país, que avanzó sobre los sectores públicos y también sobre la cuestión educativa".
"Creo que hubo un debate centrado en la resistencia a esas políticas, pero quizá paralelamente, se produjo un relajamiento al debate interno de las propias universidades", describe el edil, y agrega que "hubo, a mi entender, un frente muy sólido de confrontación con el gobierno nacional, y con sus políticas educativas, pero a su vez quizá haya sido una etapa de baja producción en relación al propio debate de las universidades, que estuvieron más concentradas en esa tarea que en la visión de ir generando alternativas más profundas contra ese modelo".
Asimismo, subraya Araceli Oñate, ex Consejera Superior y militante de Frente Santiago Pampillón en la Escuela de Letras de Facultad de Humanidades y Artes, que "hubo dos etapas de alza del movimiento estudiantil muy importantes. Por una lado fue la defensa de la universidad pública frente a la embestida del neoliberalismo, que data viene antes de la sanción de la LES. Y ocurrió otro momento de alza muy alto que fue, al calor de la crisis de los •90, en el 2001".
Es que la fiebre asambleísta de aquel diciembre trágico se trasladó a las facultades, al punto tal, señala Oñate, que "en función del recorte del 13% a los trabajadores estatales, entre ellos a los docentes universitarios, se genera en la UNR toda una etapa de movilización estudiantil, y de trabajo hacia fuera con distintos movimientos, que genera una movida tan muy grande, en donde Humanidades llegó a tener asambleas de 1.500 estudiantes cortando la calle. Ese fue otro de los momentos de alza donde las reivindicaciones pasaron del plano meramente educativo a transformarse en una lucha social".
Obreros en los claustros
Por otra parte, otro de los aspectos abordados en el encuentro fue el referido a la composición social del estudiantado, que según Alicia Gutiérrez ha variado con respecto a otros períodos históricos donde, a saber de la legisladora, "en la década del •70 los hijos de los obreros accedían a la universidad, y aún ahí nosotros luchábamos todavía por que hubiera más acceso de los sectores más empobrecidos. Pero comparándolo con las décadas posteriores, el componente social es totalmente diferente".
Al respecto, para Roberto "Rigo" Bisso, estudiante de Comunicación Social y militante del Movimiento Nacional Reformista (socialismo universitario), "cuando uno analiza la situación material de los estudiantes de la UNR, en donde hay un 60% que vienen del interior, las necesidades en torno a la permanencia en la universidad, y a la cantidad de proyectos que hay que generar cotidianamente, habría que ver si efectivamente ese sujeto que pensamos que está en la universidad pública no está en las universidades privadas".
"Yo creo que sigue siendo el estudiante de la educación superior pública un sujeto que no tiene que ver con las clases altas. Me niego. Me resisto a pensar eso. Aunque, por supuesto, no ingresan los hijos de los trabajadores desocupados, que ni siquiera acceden a cuestiones más básicas y elementales", sentencia Bisso, quien hace algunos años fue también presidente de la Federación Universitaria de Rosario (FUR).
A su vez, Javkin considera que "al hablar de la universidad pública en un país donde el 50% de la gente está bajo la línea de la pobreza, obviamente eso afecta cualquier análisis de composición social, porque los estudiantes universitarios, en un porcentaje importante, trabaja mientras estudia. Son hijos de una clase media pauperizada".
Realidad que repercutió directamente en la militancia estudiantil, al punto que, como puntualiza Araceli Oñate, "nosotros en la década del •90 podíamos tener militantes full time. Y hoy se nos complica tener presencia en las facultades, sea a través de la mesita, sea a través de los espacios institucionales de participación, porque el 90 % de las personas con las que milito trabaja, pero eso no quiere decir que a la universidad hoy ingresen los hijos de los trabajadores".
En referencia al tema, indica Alicia Gutiérrez que "es real que en nuestra generación, en las carreras de salud, era excepcional que alguien trabajara. Ahora, también los militantes políticos estaban muy mal vistos que estuvieran diez años cursando".
Finalmente, una párrafo aparte mereció la cuestión de los desafíos que le deparan de aquí en más a la militancia universitaria. "Creo que las luchas siguen siendo las mismas que en los •70. Obviamente con una realidad política diferente, pero sigue siendo la pelea por abrir la universidad, que desde la reforma del •18 sigue estando cerrada, más allá de sus programas de extensión, del compromiso de los jóvenes y de los docentes", apunta Bisso.
"Mas allá de las alzas y bajas en la movilización estudiantil, hay una crisis de sentido, y que involucra al estudiantado, que consiste en definir si la universidad al servicio del mercado o de los sectores populares", concluye Javkin.
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Araceli Oñate, Roberto "Rigo" Bisso, Alicia Gutiérrez y Pablo Javkin.
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