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 miércoles, 23 de marzo de 2005  
Eutanasia. Una ley ad hoc pasó el casó al nivel federal por iniciativa de Bush, pero la maniobra no sirvió
La Justicia de EEUU reiteró que se debe dejar morir a Terri Schiavo
Los padres apelaron. Un nuevo rechazo los llevaría a la Corte Suprema, que anteriormente desechó el caso

Tampa/Washington. - Un juez federal estadounidense rechazó ayer ordenar que se reanude la alimentación por sonda de Terri Schiavo, la mujer de Florida que sufre un daño cerebral irreversible y es mantenida con vida artificialmente desde hace 15 años. El viernes, por orden judicial y a pedido del esposo, se le retiró la alimentación por sonda. El caso apasiona a la sociedad estadounidense, en cuanto pone sobre el tapete la difícil cuestión de la eutanasia. El fallo del juez James Whittemore de Tampa, Florida, significó una derrota para los padres de la mujer, pero también para la Casa Blanca y el Congreso, que mediante una ley especial intentan prolongar la vida de Terri. Los padres, Bob y Mary Schindler, recurrieron el fallo de inmediato ante un tribunal federal de apelaciones en Atlanta, mientras transcurría el cuarto día de su hija sin alimentación artificial.

El juez federal rechazó la petición de los padres de Terri, enfrentados con su esposo, que pide la desconexión desde hace 7 años. El fallo del juez federal se produce luego de un maratón legislativo que involucró a ambas Cámaras del Congreso federal y al presidente George W. Bush, quien suspendió unas breves vacaciones para promulgar una ley ad hoc que permitió presentar el caso en el nivel federal. Pese al fuerte posicionamiento de Bush y el Congreso, dominado por los republicanos, los sondeos indican que la mayoría de los estadounidenses está a favor de la posición del esposo de Terri y considera la ley promulgada por el presidente como una intromisión del Estado (ver aparte).

El juez de Florida consideró que los padres no presentaron pruebas de que se estén violando los derechos constitucionales de su hija. Por su parte, los padres de Terri recurrieron, tal como se esperaba, a un tribunal federal de apelaciones en Atlanta, estado de Georgia, para conseguir que su hija vuelva a ser conectada a la sonda. Una cámara formada por tres jueces ya entiende en el caso. Militantes de la derecha religiosa, autodenominados grupos "pro vida", se apostaron ante la sede del tribunal de Atlanta para rezar y presionar por una decisión rápida de los magistrados.

El presidente Bush, que se posicionó desde el principio a favor de la vida de Schiavo, se mostró decepcionado por la decisión. El portavoz presidencial, Scott McClellan, dijo que la Casa Blanca deseaba otro desenlace.

Los analistas creen que el tribunal de apelaciones de Atlanta tomará pronto una decisión. En caso de que este también deseche el pedido de los padres, sólo quedará la Corte Suprema de Estados Unidos, tribunal que ya rechazó anteriormente ocuparse del caso.

Schiavo no está siendo alimentada desde el viernes, por deseo de su esposo, que asegura que ella le dijo antes de enfermar que no quería vivir en esa situación, afirmación que niegan los padres.

Pero los padres de Terri están inmersos en una angustiosa carrera contrarreloj: según los médicos, su hija morirá en el transcurso de dos semanas o menos, siempre que no sea nuevamente conectada a las máquinas. El hermano de Terri, Bobby Schindler, calificó de "brutal" la decisión del juez federal de Tampa.

El caso Schiavo ocupa a los tribunales en Florida desde hace siete años. Esos tribunales le otorgaron al esposo de Terri el derecho de dejar morir a su esposa. Con la sentencia de ayer, la primera federal, ya son 19 los dictámenes judiciales, que en su mayoría favorecieron el criterio del esposo.

El Congreso estadounidense aprobó la noche del domingo una ley especial para conceder a los padres de Schiavo el derecho a apelar a un tribunal federal y saltarse así el cerco de la Justicia de Florida, donde habían agotado todas las instancias luego de años de litigio.

Bobby Schindler dijo ayer que es cada vez más duro "mirar a Terri a la cara e imaginarse cómo lenta pero seguramente muere de deshidratación". El marido de Terri, considerado una persona fría y sin corazón por los padres de ella, explicó por qué después de ocho años comenzó a luchar por la muerte de su esposa. Según dijo, siempre había tenido la esperanza de que mejoraría el estado de su mujer. "Pero un cerebro no se repara", afirmó. Por eso, ahora lucha por que su mujer pueda morir.
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Militantes "pro vida" manifestaban ayer ante el tribunal de apelaciones de Atlanta.

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