| sábado, 19 de marzo de 2005 | La sorpresa que no era tanta Los motores casi flamantes apilados en estanterías sorprendían a los que fueron testigos del allanamiento del pasado viernes 11 y a algunos de ellos les hacían murmurar. ¿Cómo pudo funcionar semejante emprendimiento en la nariz de la policía sin que se enterara? Cajas de velocidad, estéreos, paragolpes, puertas delanteras y traseras de variados modelos rebosaban en el local clandestino. Se presumía que los desarmados eran unos 80 con un máximo de hasta cinco años de antigüedad. En ese lugar se encontraron huesos de una persona que, según estimó Julio César Pallavidini, recientemente asumido titular de la Unidad Regional VIII, era muy joven. Eso no quiere decir que tengan que ver con algún crimen, agregaba el jefe de Orden Público, comisario inspector Carlos López. Las piezas óseas estaban en una caja de madera pequeña en el galpón. Documentación apócrifa, patentes falsas y formularios 08, para transferencia de dominio.
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