| sábado, 05 de marzo de 2005 | La ley federal y la educación artística Dibujo y música: cenicientas de la currícula escolar Daniel Tilleria Pérez (*) Cuando con bombos y platillos se implementó en la provincia de Santa Fe la ley federal de educación, los docentes a cargo de las históricas "cenicientas curriculares" -música y dibujo- pensaron que los aires renovadores ayudarían a erradicar la postergación que desde siempre sufrieron las disciplinas artísticas. Más aún, todo parecía de parabienes cuando se prometió la aparición de un área con peso propio, que no se limitaría sólo a la educación musical y educación plástico-visual, sino que sumaría para fortalecerla, a la expresión corporal y al teatro.
Con el mismo énfasis, se prometieron espacios para la integración de las diversas áreas del conocimiento -un área como soporte de la otra, dicen los CBC-, con planificaciones y actividades que privilegiaran la interdisciplinariedad y la globalización. Y por supuesto, también cursos de perfeccionamiento periódicos para la actualización y el intercambio de los docentes. Mejor, imposible.
Sin embargo, desde la promulgación de la ley federal, desde la rimbombante designación de área de educación artística, desde las incumplidas promesas de perfeccionamiento en servicio, han pasado ya 12 años. Los espacios para la integración jamás se efectivizaron y si alguna vez se celebraron fue, como siempre, para cumplir con los "actos escolares".
Nuevamente no se tuvieron en cuenta los beneficios del arte en la educación, como tampoco los intereses y las necesidades de los alumnos. Así, cada disciplina continuó dictándose como se hizo históricamente, escindida de una planificación inteligente, con la típica mirada de ser subsidiaria, en horarios pensados para la comodidad de algunos y para la distensión de otros, con contenidos arcaicos, con recursos cada vez más exiguos y pauperizados.
Y de las nuevas disciplinas nadie supo nada y todavía en Santa Fe no existen cargos para teatro ni para expresión corporal, y si existen, son pagados por la cooperadora de alguna escuela que los pudo implementar.
Hay que convenir, entonces, que los grandes perdedores de este experimento fracasado siguen siendo niños y niñas, que no pueden conectar por sí mismos los conocimientos del "horizonte de totalidad" que se les iba a brindar, que en los CBC y en las orientaciones didácticas aparece como alta prioridad.
Entonces, se sigue ofreciendo una educación desfasada de la realidad, promoviendo una educación artística caduca, parcelada, pobre y mezquina, impartida con retazos y buenas intenciones, pero que, así, no le sirve a nadie.
El gran salto innovador en educación -y en particular en educación artística- se dará, únicamente, cuando haya espacio para sentarse entre todos a discutir, proponer y planificar de acuerdo a los intereses, necesidades y realidades que se enfrentan en cada una de las escuelas, considerando en primer término a los propios alumnos, pero también con compromiso y exigencia responsable de lo que se propuso en su momento para la calidad educativa.
Las disciplinas artísticas cumplen un importante rol en los aprendizajes y no son un mero adorno curricular, ni son espacios para relajarse, entretenerse o distenderse. Son asignaturas que favorecen, como cualquiera otra, la apropiación de los más diversos contenidos. Por eso se justifica la integración, el trabajo interdisciplinario y globalizador con las demás áreas del conocimiento.
También, por eso es imprescindible el perfeccionamiento, la responsabilidad y el compromiso de acción para aportar al cambio frente al fracaso que muestra la ley federal.
(*) Docente. Licenciado en calidad de la gestión de la educación
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