| miércoles, 02 de marzo de 2005 | | | . -Otra vez la polémica por la despenalización del aborto, Candi.
-Así es, nosotros hemos fijado ya nuestra posición ante el aborto y hemos fundamentado en su momento el por qué de nuestra oposición. No me parece que debamos volver sobre este tema, pero sí reflexionar en que esta idea de la permisividad de la práctica es una consecuencia.
-¿Consecuencia de qué?
-De la degradación moral en la que ha caído una buena parte de la humanidad que no está representada únicamente por el permiso legal para que se mate a un inocente, sino por otros hechos que forman parte de la vida cotidiana de la sociedad. Repasemos sino las noticias de los últimos días. No existe el más mínimo respeto por la vida física y espiritual del hombre en ninguna parte del mundo. Los terroristas, burlándose de los tratados de paz y de los esfuerzos entre los gobiernos de Israel y Palestina siguen matando a mansalva a los israelíes; los terroristas en Irak siguen haciendo volar por los aires a cientos y cientos de seres humanos; cientos de miles de niños y de ancianos mueren de hambre en todas partes; enfermedades terribles, como el sida, causan estragos porque ciertos seres humanos violaron el orden natural de las cosas; unos pocos narcotraficantes y sus cómplices que los apañan se enriquecen a costa de la muerte psíquica de pobres inocentes y devastan a familias enteras en todas partes del planeta. Se contamina el ambiente en pos de mayores riquezas económicas que son para un grupo reducido, para una elite, y como consecuencia de la contaminación y del quiebre del equilibrio ecológico se producen hechos que achacamos a la despidada "madre naturaleza".
-Es cierto lo que dice.
-Los que deben conducir a la sociedad mienten, la justicia está cabizbaja porque muchos de sus hombres en vez de comprometerse únicamente con la verdad se comprometen con sus bolsillos y con el poder inescrupuloso. La educación, por ejemplo, está por el piso y se pretende que la culpa es de los docentes ¡esto es tremendo! Gobiernan los que están capacitados únicamente para gobernar en el mejor de los casos un club de barrio y encima son unos soberbios, necios e ignorantes...
-¡Pare, pare!
-Sí, mejor. Pero siguiendo con el tema: ¿Por qué ha de extrañarnos todo esto? Salen valijas cargadas con cocaína con estampillas diplomáticas del aeropuerto internacional de un país y nadie sabe nada, se mueren chicos de hambre en el granero del mundo y a nadie se le mueve un pelo y salimos a festejar porque el canje fue un éxito ¿De qué éxito me están hablando? ¡De qué éxito se puede hablar, señores, cuando un anciano debe morir en la más tremenda de las soledades y en la más afligente de las desatenciones! ¿De qué éxito me hablan cuando el salario de un trabajador no alcanza en este país para vivir con dignidad y en muchos casos ni siquiera para vivir? ¡Cómo hablan de éxito mientras que por un lado el presidente amenaza con estatizar los servicios por otro el gobierno no ha hecho absolutamente nada para terminar con el robo que perpetran con impunidad algunas empresas extranjeras! Pero como van a combatir esto si el propio Estado pergeña la exacción ¿por qué no se hace una encuesta a ver qué piensa la gente de algunas empresas estatales santafesinas por ejemplo?
-Bueno, bueno. Ya bastantes problemas tenemos, cambiemos de tema.
-No. No cambio nada. Hace un tiempo me contaron que a un juez le prometieron un cargo más alto con tal de que arreglara una causa. Yo no lo creí. Pero a veces cuando algunas historias llegan a mis oídos me acuerdo de aquello: las brujas no existen, pero que las hay, las hay. Es decir, mi amigo, si lo que contiene a una sociedad falla, si la muerte psíquica, espiritual y física es un hecho cotidiano ¡¿cómo nos vamos a extrañar de que un tipo diga hay que despenalizar el homicidio?! Claro, que la solución no es arrojar al tipo al mar. Eso es otro despropósito. La solución es aniquilar al mal. Cuando yo fundamenté por qué al nazismo no se le puede perdonar el holocausto, una señora católica, muy buena persona, se extrañó porque pasé por arriba el principio del perdón. Un día de estos me voy a explayar sobre el tema, pero reivindico mi postura: al mal en sus distintas formas ni se lo perdona ni se permite que viva y de hecho la profecía evangélica dice que será aniquilado por el bien. El mal es una cosa, el ser humano otra. Pero así como existe el bien encarnado también existe el mal hecho carne. Que los de mente clara no se confundan para que el día del bien llegue alguna vez.
Candi II
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