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 domingo, 13 de febrero de 2005  
Argentino perdió el partido que no debía y está en terapia
El salaíto cayó 3 a 0 ante Brown de Adrogué, uno de sus rivales por el descenso

Mauricio Bártoli

Esta vez es más grave para Argentino. Porque tuvo varias caídas desde que empezó este campeonato de Primera B 2004/2005, pero después de la derrota de ayer, de visitante ante Brown de Adrogué, los riesgos de perder la categoría asomaron como fantasmas nunca tan potentes. El peligro aumentó porque además de sumar la cuarta derrota consecutiva, en este caso fue ante uno de los rivales directos en la lucha para salvarse del descenso, que con nuevo técnico ya venía entonado con un empate ante All Boys y un triunfo ante Talleres (RE).

Un detalle menor parece a esta altura el resultado, 3 a 0 abajo, que en otro contexto hubiera sido el eje de cualquier comentario del partido. Pero esa diferencia fue un poco mentirosa en relación al trámite del partido, y todo lo que rodeó a los momentos en que la pelota entró en el arco salaíto adquiere mayor relevancia.

En ese sentido, poco sirve lamentarse por una derrota más en relación a las preocupaciones hacia el futuro. El asunto es que el equipo todavía no aparece, Comisso ensaya una y otra variante y por momentos el albo asoma la cabeza por arriba del agua. Pero, tarde o temprano, vuelven las inconsistencias y la falta de suerte.

Puntualmente, el salaíto salió a jugarle de igual a igual a Brown, con mucha movilidad en el medio, especialmente de Formica, pero también de la mayoría de sus compañeros. Así fue hasta los 17', cuando tras una desinteligencia en la defensa, Andrada dio un rebote en el área y el delantero Ayala no perdonó.

Argentino quedó conmocionado hasta los últimos diez minutos. Recién ahí pudo avanzar unos metros en la cancha y tuvo un par de oportunidades. Sin embargo, la búsqueda del empate derivó en un contraataque, que tras una mano de Farías en el área, Montenegro se encargó de convertir de penal en el segundo de los locales. Y en el alargue que dio Derevnín por el tiempo que había hecho Brown, otra vez Montenegro, a esa altura ya convertido en la figura de la cancha, apiló a tres defensores en el área con tan buen suerte que después su tiro suave se desvió en Miranda, descolocó a Andrada y también terminó en la red.

Todo eso pasó en la etapa inicial, con lo cual Comisso salió a quemar las naves luego del entretiempo. Pasó a Verón a la línea de cuatro y buscó volumen del medio para arriba con los ingresos de Juan Díaz y Sandro Sánchez. Así el salaíto equilibró las cosas pero ni generó tanto peligro ni tuvo la capacidad para vencer a Cordero y descontar.

Los pibes que ayer jugaron con camiseta azul buscaron hasta el final pero sin poder disimular cierta impotencia; un ánimo de preocupación que excede al partido que estaban jugando y tiene que ver más vale con la sensación de haber entrado en terapia intensiva.
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Los jugadores no encuentran las explicaciones.

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