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 domingo, 09 de enero de 2005  
En Ingleses la vida es bella

Guillermo Usinger (*)

Florianópolis, conocida también como "ilha da magia", no deja de deslumbrar y encantar a todos los que la conocen. Si alguna vez se la visitó, con certeza se volverá en otra oportunidad. Es un destino codiciado por quien busca tranquilidad, trato agradable y simpático, seguridad, precios razonables, gastronomía típica, aguas cálidas y una brisa marina fresca y renovadora.

Al pie del morro de la "feticeira" (hechicera) se extiende la playa de Los Ingleses, nombre proveniente de un navío inglés que naufragó a principio del siglo pasado y que ahora con medios modernos de investigación submarina se están rescatando restos de éste y otros galeones de la época de la colonia.

Es una playa ancha, de arena dorada y blanca, con una longitud de 5 kilómetros que permite disfrutar diferentes frentes de mar: olas encrespadas para practicar surf, olas suaves para dejarse arrastrar y finalmente un espejo de agua tranquila para nadar sin sobresaltos.

Los deportes náuticos como el kayak, la banana boat y la moto ski permiten disfrutar del mar en pleno movimiento. Esta playa ofrece una alternativa atractiva para los grupos familiares que no quieren verse envueltos en el bullicio de los grupos juveniles. Por algo los habitantes del centro de la ciudad, distante a 40 kilómetros, la han elegido para gozar de sus departamentos de fin de semana. Es una población selecta, de clase media alta, que gusta de lugares diferenciados que ofrezcan alternativas de tranquilidad y esparcimiento.

No pocos argentinos se han dado cuenta de las virtudes de este "bairro". Es así que después de haber vivido allí cuatro años en el ensueño de sentirme enclavado entre el mar y la montaña, puedo atestiguar que me encuentro cada día más joven y entusiasta disfrutando a pleno de un sitio tan seductor.

La edad del visitante no es obstáculo para beneficiarse con lo que la naturaleza brinda tan generosamente al lugar y a sus habitantes. Con mis 50 años puedo aprovechar la playa, las caminatas por el morro, los paseos en bicicleta y alternar en los restaurantes frente a la playa que embriagan al paladar con sus famosos mariscos.

Para toda edad hay más de una alternativa para disfrutar, despejar la mente y sentirse renovado por un entorno sano, alucinante y divertido. Rodeados por el verde de la montaña, el azul del mar, el celeste del cielo y un sol incandescente, ningún visitante podrá olvidar los colores del paraíso en esta fantástica playa. El contraste de sofisticados condominios, confortables hoteles y la villa de pescadores, conjugan un escenario original y por demás atractivo.

(*) Rosarino, radicado en Florianópolis
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