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 domingo, 09 de enero de 2005  
Trayectoria de una mujer encantadora

Tuvo tantas identidades como variantes de engaños. Dijo ser chilena, presumió ser azafata, dio edades distintas, poseyó siempre varios documentos para ostentar más de un nombre. En junio de 2002 escapó de la cárcel de mujeres de Rosario de una manera inconcebible sin la colaboración de su custodia. Estuvo en la calle hasta fines de septiembre de 2004, cuando cayó a punto de embaucar al dueño de un anticuario en La Plata. Tenía detrás a efectivos de la brigada de Homicidios de la Policía Federal porteña. Esta fuerza tenía evidencias categóricas de que había intervenido en el homicidio de Narciso Omar Manti, un ferretero al que le habían administrado un poderoso narcótico que le causó la muerte el 30 de julio en su departamento de la Recoleta. Algo que serviría para arraigar su célebre mote de viuda negra.

Si Eva García es víctima de una conjura, habría que deducir que decenas de jueces y de miembros de secciones policiales que se desconocen entre sí componen una confabulación contra ella. Porque los expedientes por sus delitos no cesan de acumularse. Sus investigadores y sus víctimas la destacaron como una mujer de modales finísimos, persuasiva y de generosa amabilidad. Un informe de Interpol la sitúa como autora de robo de joyas en tres localidades bonaerenses. En mayo de 1979 compró 4.400 dólares en joyas en Amsterdam con un cheque sin fondos. En julio del mismo año, con el mismo método, adquirió un reloj valuado en 2.200 dólares en Oslo.

El juez Carlos Triglia la procesó en 1993, entre otros delitos, por siete hechos de estafa. Tiene una condena del juez Antonio Ramos, que le comprobó 22 hechos de estafa y falsedad material de instrumento público, siete hechos de hurto calificado en concurso real con estafa y adulteración de documentos. Le impuso, por esto, 3 años y seis meses.

Ahora que el juez García la sentenció, en Rosario espera otras dos condenas. Una es por el caso en el que Elda Gregorutti, una anciana que vivía en un departamento de Montevideo al 1500, terminó desvanecida en su casa, tras invitar a dos mujeres a tomar el té, a las que había conocido como gestoras del Pami. Gregorutti, que fue dopada, estuvo internada seis días en el Pami I a raíz de esto. El otro caso pendiente es el que sufrió el 18 de agosto de 2000, en Dorrego al 1500, Marta Susana Bassi. Le robaron mil pesos de su billetera tras darle tres pastillas de Lexotanil.

Poco antes, en abril de 2000, dos mujeres que dijeron ser empleadas del Pami se pusieron en contacto con Luis Iannotti, un jubilado italiano de 78 años que vivía en un pasaje a la altura de Riobamba al 5400. El 15 de ese mes Iannotti fue hallado estrangulado. Por ese caso Eva García acaba de ser indagada como sospechosa, el 19 de octubre, en el juzgado rosarino a cargo de Juan José Pazos.

Cuando la policía porteña la atrapó el 24 de septiembre, en su cartera Eva tenía varios blisters con comprimidos de Oxtanil, Xefalecina y Fenoximetil Penicilina y un frasco de polvo celeste que se presumió veneno. Su víctima escogida, el anticuario Cecilio Rau, la había reconocido por fotos mostradas por la policía como una mujer con la que acababa de trabar amistad. El tipo de fármacos que García llevaba en su cartera se habían usado para desmayar al ferretero Manti la noche del 30 de julio de 2004 en su departamento de Recoleta. Eva espera la conclusión de los múltiples juicios en su contra en la cárcel de mujeres de Ezeiza.
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