| domingo, 02 de enero de 2005 | Santuario A metros de la discoteca y sobre una valla de hierro, banderas, imágenes religiosas y flores conforman un altar improvisado, donde personas de todas las edades se acercan a encender velas u orar por las víctimas. En el piso también se despliegan algunas de las zapatillas, mochilas y ropa que perdieron los jóvenes al intentar escapar del incendio. "Uno viene con mucho dolor, ayer (por el viernes último) esto era desgarrador", dijo Ricardo, de 91 años, luego de encender una vela por los jóvenes que murieron. A pocas cuadras, Haydé Rovellia, una jefa de camilleros del hospital Ramos Mejía, que por ser el más cercano recibió la mayor parte de heridos y muertos, recuerda estos días como los peores en sus 20 años de trabajo. "Nunca vi una cosa como esta: chiquitos, jóvenes, bebés: fue horrible", apuntó. Para muchos la tragedia era previsible. Una semana atrás se registró un principio de incendio en el lugar por una causa similar. enviar nota por e-mail | | |