 | viernes, 31 de diciembre de 2004 | Pobreza y tragedia. Estremecedor accidente en el semáforo de Presidente Perón y Rouillón Dos hermanitos mueren atropellados cuando pedían limosna en la calle Tenían 4 y 10 años. Los embistió el conductor de una camioneta que en un primer momento huyó del lugar Ariel Etcheverry / La Capital Dos hermanitos, de 4 y 10 años, murieron atropellados por el conductor de una camioneta mientras pedían limosna en el cruce de avenida Presidente Perón y Rouillón. Los niños pertenecían a una familia muy humilde que está afincada a pocas cuadras del lugar del accidente, y por eso era habitual verlos merodear entre los vehículos que se detenían frente al semáforo en busca de algunas monedas para sobrevivir. El chofer que los atropelló, un fletero de 35 años, quedó detenido en la seccional 19ª acusado de doble homicidio culposo y hoy será conducido a prestar declaración ante el juez correccional Eduardo Costa.
"Esto iba a pasar y nadie hizo nada para preverlo", afirmó con tristeza Miguel, el diariero que tiene su puesto en la esquina donde ocurrió la tragedia. Es que Lautaro Daniel Maidana, de 4 años, y Nicolás Brian Lisondo, de 10, solían pararse sobre el cantero central de la avenida y esperar que la luz roja del semáforo hiciera detener a los vehículos que circulaban por el carril que conduce al centro de la ciudad. Así, juntando moneditas, los niños ayudaban a su humilde familia a ganarse la vida. Pero así, también, ayer a la mañana la perdieron. Mientras tanto, esa misma imagen de niños que mendigan en las calles se repite como una postal en muchas esquinas de la ciudad.
El accidente se produjo después de las 10.30. Lautaro y Nicolás, quienes eran hijos de padres diferentes, se encontraban como de costumbre parados sobre el angosto cantero central de la avenida. En ese momento, según contaron a La Capital testigos del accidente, la luz del semáforo estaba en verde para los vehículos que circulaban por Presidente Perón.
El tránsito a esa hora era bastante intenso. Alexis, un chico que ayuda a Miguel en el kiosco de diarios, tuvo una visión privilegiada del terrible accidente. "Uno de los chicos estaba sentado sobre el cantero y con los pies en el pavimento. El otro estaba parado en la calle. De golpe apareció una camioneta y los llevó por delante. Entonces volaron por el aire y la chata siguió de largo", relató el muchacho.
El vehículo en cuestión es una camioneta Peugeot 504 que iba al mando de Luis Ramón Torres. Fuentes de la seccional 19ª, que actúa por razones de jurisdicción, indicaron a este diario que Torres iba por el carril oeste-este, es decir en dirección al centro de la ciudad. Unos metros antes de llegar al cruce con Rouillón, el conductor habría intentado superar a un camión y entonces se abrió hacia su izquierda. Así, y al parecer viajando a alta velocidad, se habría encontrado de golpe con los chicos.
"El hombre dijo que no los vio, que él circulaba detrás de un camión y que no vio a las criaturas. Lo cierto es que los agarró de lleno porque no hay marcas de frenadas en el pavimento", confió un allegado a la investigación del accidente.
El violento impacto les provocó a Lautaro y Nicolás lesiones gravísimas, especialmente en la cabeza. El más grande sufrió pérdida de masa encefálica y murió en el acto. Su hermano menor alcanzó a sobrevivir unos minutos, pero falleció mientras era conducido en una ambulancia al Hospital de Niños Víctor J. Vilela.
Las primeras versiones recogidas en el lugar indicaban que Torres habría intentado evadirse. Esa parte del relato no estaba del todo clara ayer. Alberto, un verdulero que tiene su puesto en la esquina de la tragedia, justo frente al lugar donde los chicos pedían limosna, contó: "No vi el accidente, pero escuché el fuerte golpe. Fue terrible. Los pibes quedaron tirados y la chata siguió, sin detenerse para ayudarlos". Según lo que pudo obtener la policía en el lugar, el conductor de la camioneta, tras embestir a los menores, cruzó la esquina de Rouillón porque venía con luz verde y al llegar a Pedro Lino Funes, unos cien metros más adelante, giró en U y volvió por el carril contario.
De esa forma Torres pasó por el lugar y observó lo que había hecho. Pero siguió, esta vez en dirección al oeste. Fue en ese momento en que el verdulero de la esquina se subió a su pequeña moto e intentó seguirlo. No pudo alcanzarlo, pero logró memorizar los datos de la patente de la Peugeot. Aquí las versiones se contraponen. Mientras algunos sostenían que Torres escapó y fue interceptado poco después por la policía, otros afirmaban que el hombre se asustó y vaciló unos minutos como consecuencia de la conmoción del momento hasta que se entregó.
"Esto fue una desgracia que se pudo evitar. Estos pibitos estaban todos los días juntando monedas en el semáforo. Venían a las 9 y media de la mañana y se iban al mediodía. Cuando el semáforo estaba en verde, se quedaban parados en el cantero y por esta parte de la avenida se circula a alta velocidad", contaron Miguel y Alexis, y enseguida se preguntaron: "¿Cómo puede ser que chicos tan pequeños estén solos, en medio de una avenida tan transitada y sin ningún tipo de control?". enviar nota por e-mail | | Fotos | | Una agente de la Guardia Urbana trata de consolar a la madre de los pequeños. | | |