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 domingo, 26 de diciembre de 2004  
Las ritualidades de lo ilegal

Hernán Lascano / La Capital

Un chico comete un delito, eso es ilegal y por eso se lo detiene. Un juez lo envía a un instituto policial, lo que también es ilegal, y allí ese chico encuentra la muerte. El sistema suele trepidar un poco hasta que la noticia sale del espacio público. Entonces todo queda listo para recomenzar.

En la provincia de Buenos Aires, hace 45 días, la Corte Suprema intimó al gobierno de Felipe Solá a hacer cesar de inmediato la práctica de alojar en comisarías, y no en institutos específicos, a menores en conflicto, lo que viola la Constitución Nacional. Ese pronunciamiento no llegó por azar, sino sobre los escombros del calabozo donde días antes habían muerto calcinados cuatro chicos en Quilmes.

Ahora muere un chico en Santa Fe y otro se quema gravemente. La vida perdida desanima chicanas banales. Salvada esa cuestión puede preguntarse: ¿Qué es más grave? ¿Que los mismos chicos hayan prendido el fuego? ¿O que, antes de eso, los hayan mandado a un sitio ilegal de detención y que tal cosa no se tome como anormal?

"No hay estado de derecho para menores que caen en la judicialización, no hay respeto por sus garantías". Quien dijo eso no es un anarquista sino el ministro de Desarrollo Humano de la provincia de Buenos Aires, Juan Pablo Cafiero, ante la tragedia en Quilmes. Con eso, dado que los jueces exigieron espacios físicos y programas adecuados para los chicos con causas penales, se desató un conflicto entre Poder Ejecutivo y Poder Judicial que obligó a resolver sin dilación la cuestión de menores en comisarías bonaerenses.

No es inhabitual en los últimos años dar cuenta en Santa Fe de personas que perecen quemadas en celdas policiales. Ahora es la primera vez en esas circunstancias que un menor, al que el Estado debe proteger y no castigar, pierde la vida. El incidente remite a pensar en la decisión de Cafiero de no esconder el polvo bajo la alfombra. Hablar del tema, tal vez, generará conflicto. Pero la condescendencia con la ilegalidad, en Santa Fe, genera muerte.
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