| domingo, 26 de diciembre de 2004 | Nochebuena sin taxis y a la buena de Dios Carlos Duclós / La Capital Finalmente la Nochebuena encontró sin taxis a los rosarinos y aquellos que no disponen de vehículo se vieron en figurillas para trasladarse. Aun cuando los taxistas tienen sobrados motivos para mostrarse preocupados y protestar por la ola de inseguridad que los aqueja, haber dejado sin servicio a la ciudad en una noche tan especial es no sólo una desconsideración, sino una violación a las normas y sería de esperar que la Municipalidad adoptara medidas para que nadie se convenza de que un servicio puede prestarse cuando al concesionario o prestatario se le antoje, sino cuando la comunidad lo necesite. Y al servicio de transporte de pasajeros, en el que se incluyen los taxis y remises, la comunidad lo necesita siempre, todos los días del año y a toda hora. Por otro lado, los hechos de robo y violencia no sólo se suceden en la Nochebuena (¡qué contradicción!) sino todas las noches del año. Si se hubiera de aceptar el criterio del cese del servicio por razones de seguridad, hace rato que la ciudad no tendría taxis durante todo el año en horas de la noche y de la madrugada. Sucede que lamentablemente el municipio parece no tener un control eficiente sobre los coches de alquiler a tal punto que son los propios taxistas quienes suelen reconocer a veces que siguen funcionando en la ciudad, como antaño, taxis "truchos", es decir vehículos que circulan con papelería apócrifa. Si esta práctica aún persiste es sin más una muestra cabal de la falta de inspección sobre un servicio esencial. Por otra parte, el Concejo Municipal ha lanzado la idea de habilitar más licencias de taxímetros. Si la población rosarina ha de regirse por lo que sucedió ayer y anteayer, no podrá menos que celebrar que se habiliten más unidades con la clara obligación de prestar servicios en horas de la noche. Por lo pronto, una medida que podría y debería adoptar el municipio es la de establecer obligatoriamente, son pena de retirar la patente, un cupo de unidades -adecuadamente registradas e individualizadas- destinadas a la prestación del servicio obligatorio en días feriados y horas consideradas críticas ya sea porque pueden resultar peligrosas o porque la tentación de quedarse en casa vence al compromiso de suministrar el servicio a la comunidad. Esto último porque si bien es cierto que existe preocupación por robos y violencia, no lo es menos que muchos taxistas pueden haber optado por no salir a trabajar, anteanoche, por comodidad.
Esta es la primera parte de la consideración sobre una noche especial y sin taxis en la ciudad de Rosario. El segundo tramo no puede dejar de reconocer que conducir un vehículo de alquiler en horas de la madrugada y aun en horas del día ha pasado a ser en la ciudad de Rosario y en este país un verdadero riesgo. Tanto riesgo que a veces vaya a saber qué cosa desconocida y misteriosa impide la muerte de un taxista. Desde este punto de vista, el sector tiene sobrados motivos para mostrarse preocupado, protestar y reclamar sin que hasta el momento las autoridades hayan llevado a efecto políticas adecuadas para asegurar un mínimo razonable de seguridad para estos trabajadores.
Por ejemplo, la medida del gobierno de la provincia y de la Municipalidad de reforzar con patrullajes la ciudad durante la Nochebuena fue y será harto insuficiente para resguardar con éxito la vida y los bienes de los taxistas. Jamás habrá suficientes efectivos de seguridad para impedir un robo en este ambiente por las propias características del mismo. Es más: lamentablemente mientras persista esta condición económica-social y esta estructura cultural no habrá medida preventiva que pueda impedir la concreción de un delito. Sólo podrá aguardarse una atenuación del lamentable fenómeno.
¿Qué hacer entonces? En un mundo donde la tecnología ha avanzado hasta límites increíbles las autoridades deberán aportar lo suyo para brindar protección a quienes prestan servicios riesgosos. Por ejemplo: establecer una central de comunicaciones computarizada conectada al taxi y a la policía que en el mismo instante en que sube el pasajero reciba toda la información necesaria para proteger al conductor (cantidad de pasajeros, lugar de ascenso, destino exacto, y calles por las que se trasladará el vehículo); dispositivos de alarma secretos con dicha central y hasta seguimiento satelital de la unidad. Esto permitiría, incluso, el apoyo de un patrullero policial en casos en que el conductor del taxi lo estime necesario. Es cierto que todo esto puede resultar una inversión de cierto costo, pero podría intentarse al menos para aquellos vehículos destinados a circular en horas comprometidas y teniendo en cuenta que no hay mayor costo que la pérdida de una vida.
En tanto y en cuanto las autoridades no se decidan a realizar una protección seria y efectiva las posibilidades de hechos lamentables no se reducirá y la población seguirá pagando las consecuencias, no pudiendo acceder a un servicio necesario y en muchas ocasiones imprescindible en horas de la noche y la madrugada. Respecto de esto último, no se puede dejar de mencionar que todas las palabras precedentes tuvieron su génesis cuando por un caso de emergencia una mujer, que estaba en casa de sus familiares, debió ser trasladada en las primeras horas de la madrugada de ayer hasta su domicilio. De no ser por la solidaridad de un vecino le hubiera resultado imposible hacerlo con las consecuencias que ello hubiera tenido. Es decir, se trata de hacer comprender a quienes corresponda que un servicio de taxi o de remis no contempla sólo la comodidad del cliente, sino en muchas ocasiones la satisfacción de una necesidad que de no producirse podría derivar en un suceso trágico.
Es de aguardar que para fin de año no se repita esta situación que afectó a no pocos rosarinos, quienes en la Nochebuena no tuvieron taxis y anduvieron, como se dice vulgarmente, a la buena de Dios. enviar nota por e-mail | | |