| domingo, 26 de diciembre de 2004 | En homenaje a Leticia El siglo XX amanecía cuando en nuestra pródiga tierra provinciana -comunidad agropecuaria de San Jorge- nacía Leticia Cosettini en el hogar de Antonio Cosettini. Su nombre, de acariciante dulzura y delicadeza sonora, le auguraba una finísima sensibilidad que al converger con el inmenso caudal cultural proveniente de su entorno familiar promovería en su ser la eclosión de destacadas condiciones artísticas y luego su gran pasión por la docencia heredada de su progenitor. Agudamente receptiva, despertó tempranamente a la idea de unidad del hombre y el universo y con ello a la vital trascendencia de la naturaleza y su preservación en favor de los seres vivientes que la integran. Cautivada por la magnificencia de la creación toda, amó el color, el sonido, la gracia postural del movimiento, la palabra contadora de historias y se convirtió en una permanente cultora del dibujo, la pintura, la danza, el teatro aunado al conocimiento intelectual a través de la ciencia. Complementando a Olga, su talentosa hermana, instrumentó su exquisito bagaje y lo concretizó en la Escuela Serena, renovación educativa que según su propio credo constituye una sucesión de germinaciones que conforman el vivir de cada niño. Silenciada la emoción provocada por su partida rendimos nuestro homenaje a esta proverbial educadora.
Delia Pastorino de Ragni, presidenta del Círculo de Supervisores de Educación Retirados
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