| miércoles, 22 de diciembre de 2004 | Adecuado a las necesidades La estrategia para trabajar en lugares de estas características consiste en saber escuchar lo que los pobladores manifiestan, no como profesionales, sino como un vecino más. "La habilitación requiere una estrategia para cada paciente, elaborada sobre la base de una estructura familiar sólida donde se recuperen las funciones de maternidad y paternidad que tal vez se quebraron a causa de la enfermedad. Por eso siempre trabajo con las familias, no con el chico solo", afirma Mónica Pesce.
Además de las estrategias de tratamiento es necesario evaluar las posibilidades y necesidades del lugar. "Para los chicos más grandes, que presentaban retardo mental u otra patología, diseñamos otro tipo de rehabilitación basada en lo laboral", explica. Esto fue lo que sucedió con un chico de 15 años que tenía retardo mental y dejó la escuela porque no pudo pasar el primer grado. En este caso la profesional se planteó si era más importante que el joven terminara la escolaridad o que aprendiera una actividad útil para la comunidad que a su vez le generara ingresos económicos. Así fue como habló con el papá, que es encargado de un tambo, para que lo entrene y ponga a trabajar. "Los chicos con retardos mentales tienen mucha habilidad para las tareas manuales. Entrenados son operadores de primer nivel, prolijos y cumplidores. Sólo hay que enseñarles", dice. Hoy el chico es un experto tambero.
Lo mismo sucedió con un joven de 19 años con retardo mental, al igual que su madre y su hermano. La fonoaudióloga explicó al padre la situación de su hijo. A través de un plan laboral el joven corta el pasto del costado de los caminos. Recién entonces, cuando el padre lo vio trabajar lo llevó al neurólogo de Paraná para que estudiaran el caso y ya está en tratamiento. enviar nota por e-mail | | |