Año CXXXVII Nº 48609
La Ciudad
Política
Economía
Información Gral
Escenario
La Región
El Mundo
Opinión
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Salud
Autos


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 19/12
Mujer 19/12
Economía 19/12
Señales 19/12
Educación 18/12
Salud 15/12
Autos 15/12

contacto
servicios
Institucional

 miércoles, 22 de diciembre de 2004  
Madrugada de terror. Dos hombres y una mujer despojaron a una familia en Granadero Baigorria
Con uniformes policiales y un ardid macabro logran robar 24 mil dólares
Dijeron que el dueño de casa había muerto en un accidente de tránsito y así pudieron ingresar a la vivienda. Después golpearon a la esposa y amenazaron con matar a una criatura para obtener el jugoso botín

Dos hombres y una mujer vestidos como policías asaltaron ayer a la madrugada una casa de familia en Granadero Baigorria y se alzaron con 24 mil dólares. Lo hicieron luego de armar una puesta en escena de terror: le hicieron creer a una mujer, que estaba sola con sus pequeños hijos, que su marido había fallecido en un accidente y que debía acompañarlos para reconocer el cadáver. Así, en medio del shock emocional causado por semejante noticia, lograron que les facilitaran el ingreso a la vivienda. Para apoderarse del dinero a los hampones les bastó con golpear a la dueña de casa y preparar una pistola en señal inequívoca de la inminente ejecución de una de las criaturas. Después se marcharon y se perdieron en medio de la noche.

Sucedió alrededor de las 3 de ayer en un chalecito ubicado en el pasaje Mataco al 2000, en la zona oeste de Granadero Baigorria. Fuentes de la seccional 24ª, que actúa por razones de jurisdicción, admitieron que no contaban con muchas pistas para dar con los asaltantes. A la hora de los hechos, Graciela Almada, de 32 años, se encontraba durmiendo con sus hijos de 11 y 4 años. Su marido, Edgardo Fernández, de 41, es transportista y antenoche había salido hacia Puerto San Martín para ir a buscar el camión que había dejado estacionado en un playón de esa ciudad.

Dos horas después de que Fernández se marchara, Almada saltó de la cama al ser despertada por el sonido del portero eléctrico. Cuando levantó el auricular y preguntó quién llamaba, una voz masculina le informó que era la policía y que debían hablar con ella porque su marido había sufrido un accidente de tránsito. De acuerdo a lo que pudieron reconstruir los investigadores, la mujer desconfió de lo que le decían y entonces pidió, siempre a través del aparato, más precisiones.

"Le dieron el nombre del marido, el modelo del auto que manejaba y hasta la patente. Le informaron que su pareja había fallecido en un accidente y que debía acompañarlos a reconocer el cadáver", comentó una fuente cercana al caso. Aterrada, Almada terminó por creer la historia y por consiguiente se acercó a la ventana que da al frente de la casa. Allí vio que eran dos hombres y una mujer que vestían uniformes de la policía.

Shockeada por la terrible noticia que le habían dado, la mujer les franqueó el paso a los uniformados, pero enseguida todo quedó claro y la mentira se cayó. "Le dieron un empujón hacia el interior de la vivienda y extrajeron armas, que serían iguales o parecidas a las que utiliza la misma policía", comentó el portavoz. La mujer recibió un par de golpes en la cara mientras le exigían la entrega del dinero que tenía en la vivienda. A todo esto, los chicos seguían dormidos en otra habitación.

Aturdida por todo lo que estaba viviendo, Almada no alcanzó a visualizar con claridad a los hampones. Aunque pudo apreciar que se trataba de gente no mayor a los 40 años. Según le contó después a la policía, uno de los uniformados era un gordo que lucía su cabeza rapada. El otro era más delgado, mientras que la mujer tenía el cabello tirado hacia atrás. El denominador común de los tres fue que vestían uniformes de combate con borceguíes.

Pero la situación más tensa se dio cuando la mujer integrante del trío de hampones encaró hacia la habitación en la cual dormían las criaturas e hizo un ademán que a Almada le heló la sangre: accionó hacia atrás la corredera de su pistola automática y amenazó con ejecutar a uno de los chicos. Frente a eso, la dueña de casa no dudó un instante y entregó los ahorros de la familia: 24 mil dólares. Con el dinero en su poder, los delincuentes se marcharon sin siquiera maniatar a su víctima.

La retirada de los asaltantes fue sigilosa ya que ningún vecino de la cuadra escuchó nada raro. Los hijos de Almada no alcanzaron a despertarse y uno de ellos sólo abrió los ojos sobresaltado por el portazo que dio el trío al abandonar la casa.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Con una mentira pudieron ingresar en la casa de los Almada.

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados