| sábado, 18 de diciembre de 2004 | Juan José Paso al 7600 Redujo a 8 personas para robar $2 mil y un peceto El ladrón le gatilló el arma dos veces a un carnicero, pero las balas no salieron Cerca de 2 mil pesos y un kilo de peceto fue el botín con el que se alzó un delincuente solitario que, a cara descubierta, robó una carnicería en la zona más humilde del barrio Fisherton. El maleante, que llegó al negocio montado en una bicicleta, redujo a 8 personas en menos de cinco minutos y las encerró en una pequeña oficina. Según los dichos de los testigos, en ese momento le gatilló dos veces el arma a uno de los carniceros, pero las balas no salieron. No conforme con eso, le pegó un culatazo en la espalda al trabajador. Luego se alzó con el botín y se dio a la fuga.
Todo ocurrió anteanoche, a las 20.30, en la carnicería Fragata, ubicada en Juan José Paso al 7600, entre Venezuela y Craig. Los seis empleados estaban abocados a sus tareas pensando ya en que el día estaba cerrado. Una pareja hacía las compras de última hora. Todo se presentaba dentro de la normalidad.
La carnicería Fragata se divisa con facilidad. Una serie de banderas con publicidad colocadas haciendo un pasillo al ingreso al negocio alertan sobre la existencia del local que tiene un anexo de venta de lácteos en su interior. Cuando se ingresa al local, de unos 4 por 5 metros, luego de sortear una puerta que se abre con portero eléctrico, los cortes de carne vacuna se presentan por sí sólos. En el medio hay un exhibidor de hamburguesas y a cada lado hay estantes con quesos y lácteos. Al lado de la puerta está la caja, el lugar codiciado por el ladrón.
"Un kilo de peceto" "Dame un kilo de peceto como para estofado", escuchó Héctor, el encargado de la carnicería. El pedido venía de un hombre que no levantaba sospechas. Había llegado en una bicicleta, como es muy normal en el barrio, y estaba bien alineado. Un hombre "normal". El carnicero le despachó el pedido y el hombre se dirigió hacia la caja como cualquier hijo de vecino. Al llegar allí, saludó a la empleada y le dijo "quedate piola y dame la guita". Acto seguido, sacó una pistola que a los ojos de los testigos era una 9 milímetros y comenzó el atraco.
"El tipo tenía muy claro que había plata. Yo lo había visto un par de horas antes. Entró al local, preguntó unos precios y se fue", explicó Héctor. En el salón de ventas estaban los seis empleados y "un matrimonio haciendo compras, me parece que la chica está embarazada", recordaba el encargado. El negocio está abierto en el barrio desde hace seis años, lapso en el que ya sufrió "cinco o seis robos".
Contrarreloj, el ladrón reunió a las personas y les indicó que entraran en una oficina contigua al salón. Al hampón los movimientos de uno de los carniceros lo alteró y pensó lo peor. "El tipo le gatilló el arma dos veces, pero los disparos no salieron. Se ve que se quedó caliente y le pegó un culatazo en la espalda", relató Héctor.
Después, con las víctimas encerradas, el ladrón fue hasta la caja, tomó el dinero, se subió a su bicicleta y huyó por calle Donado hacia el norte. Héctor y sus compañeros, brotados por la indignación, salieron a correr detrás del ladrón. A la carrera y a pocos metros del local los empleados encontraron una patrulla policial que inmediatamente se unió a la búsqueda. Rastrillaron la zona y no encontraron a nadie. A los pocos minutos, cerca de una plaza que está en las inmediaciones, encontraron tirada la bicicleta, pero del dueño no había ningún rastro. enviar nota por e-mail | | Fotos | | El encargado de la carnicería corrió al ladrón. | | |