| sábado, 18 de diciembre de 2004 | Respeto por pensar diferente Estimado Agustín (y todos los que coinciden con él): tengo que darle la razón en las expresiones que usted vuelca en su carta publicada el día 14 de diciembre. Debemos respetarnos mutuamente. Se equivocan los que califican de nazis a los que, como usted, supongo, defienden sus creencias con misas y rezos. No son fachos los que reclaman ante las autoridades. Los derechos de cada quien terminan donde empiezan los derechos ajenos. Y si el señor León Ferrari se la agarra con íconos fuertemente ligados con la Iglesia Católica y con la cultura occidental y cristiana (así en minúsculas), lo hace sabiendo que el mensaje que pretende dar debe ser fuerte y fundamentado. Debe hacerlo con respeto, separando sutilmente lo agraviante de lo que no lo es. Por ejemplo: ¿no es agraviante que un religioso abuse sexualmente de sus semejantes? ¿no es agraviante que se le dé la comunión a sujetos de probada bajeza moral con Videla? ¿No es vergonzoso para los feligreses pertenecer a una Iglesia que haya avalado la tortura y la matanza? ¿No es agraviante que el arte "oficial" de la Iglesia Católica agravie a los que piensan distinto? Y todos saben diferenciar lo grosero de lo sutil en estos casos. Entiendo que la tolerancia va de la mano del conocimiento. De saber quién es cada uno, de saber de qué se trata, de abrir los ojos y ver lo que hay más allá de lo evidente. Como cuando uno comulga o se bautiza o toma algún sacramento. Todos son signos. La luz, el pan, el vino, la sangre. León Ferrari utiliza signos. Si lo hace bien o mal nos dará derecho a discrepar, a no concurrir a la muestra, a criticar, como otro tiene derecho a ir, como otro tiene derecho a consensuar. Si lo hace bien o mal no nos da derecho a ser intolerantes. León Ferrari nos está poniendo a los católicos de verdad, a los que pretendemos ser coherentes con el mensaje cristiano, a los que intentamos construir el reino de Dios en la tierra, en una postura de reflexión (no de genuflexión). Me gustaría saber si aquellos que han optado por avasallar los derechos de los demás a disentir, a sentirse sacudidos y a pensar, han sabido interpretar lo que el artista quiere decir. Porque después de todo, se trata de arte. Nada más (ni menos) que de arte. El señor León Ferrari, mal que le pese, hace eso. Piensa distinto. Y se merece nuestro respeto y tolerancia. Como miembros de la Iglesia Católica Apostólica Romana que somos. "Cuando entro a la Iglesia me saco el sombrero, no la cabeza".
Carlos Bagnato
DNI 22.087.733
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