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 martes, 14 de diciembre de 2004  
Vecinos del Saladillo pedirán a Lifschitz que compre el cine Diana
El viernes se reúnen con el intendente. La propuesta es que la Municipalidad reedite la experiencia del Lumière

Tienen como aval haber podido resucitar el viejo cine Diana, en el corazón del barrio Saladillo, después de 32 años. También, el logro de reunir hasta 250 chicos por sábado y 2.500 personas durante el último carnaval, rescatado como tradición en el vecindario luego de cuatro décadas sin que se festejara. Para afrontar a duras penas esas y otras actividades, la comisión directiva del Centro Cultural Cine Diana obtuvo un subsidio municipal de 1.000 pesos que se vence a fin de mes y ahora va por más. Por eso, en la reunión que sus integrantes mantendrán el viernes próximo con el intendente Miguel Lifschitz el pedido será que la Municipalidad adquiera el inmueble de Lituania y Nuestra Señora del Rosario para reeditar la exitosa experiencia del Centro Cultural Cine Lumière.

El viejo cine Diana fue uno de los tantos biógrafos de barrio que durante décadas animó la vida cultural en cada rincón de la ciudad y que, sin embargo, se fueron perdiendo con los años. Inaugurado en 1944, estuvo abierto hasta 1972. Luego permaneció ocupado como negocio -mayorista de alimentos, carnicería y garaje-, hasta que en octubre del año pasado, gracias al esfuerzo de un grupo de vecinos y un subsidio municipal, logró recobrar su función original y volver a poner en marcha el proyector de películas.

Desde entonces el ahora Centro Cultural Cine Diana pasó películas todos los sábados, sobre todo para el público infantil del barrio, y trabajó junto a otras instituciones de la zona en diversos proyectos, como la organización de los carnavales y otros festejos barriales.

"Sin embargo, no pudimos concretar otros objetivos, como armar muestras con artistas del barrio, ofrecer talleres de danza o montar el Museo del Saladillo: con el subsidio municipal sólo pagamos el alquiler y con todo lo demás que organizamos apenas da para afrontar impuestos y servicios", explicó ayer el presidente del centro, Alfredo Monzón.

La idea es mucho más ambiciosa, pero choca contra obstáculos concretos como el deterioro edilicio, que pese a la colaboración desinteresada de los vecinos no logra frenarse. Según contó la vicepresidenta del cine Diana, Rosa Rivoiro, los arreglos se habían acordado con el municipio como un aporte extra del subsidio, "pero nunca se hicieron".

Por eso hoy los vecinos sueñan, de máxima, con decisiones de más peso: que la Municipalidad compre la esquina del cine y se haga cargo del centro cultural. "Por supuesto que seguiríamos colaborando, pero eso daría el aire necesario para plasmar un proyecto como el que ya cumplió el Lumière", razonó Monzón.

La pregunta es cuánto costaría esa compra. En principio, el dueño del inmueble (y síndico de la comisión), Rafael Arminchiardi, dijo desconocer el valor de la propiedad y sugirió que el municipio lo tase. Ahora la palabra la tendrá Lifschitz, cuando el viernes próximo se reúna con los miembros de la comisión directiva del Diana. En ese encuentro se verá si la Municipalidad renueva el subsidio o hace una apuesta mayor para que la esquina del Monumento a la Mandarina pueda retener su nombre de centro cultural.
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El cine Diana revivió gracias a un subsidio que ahora está por vencer.

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