| sábado, 11 de diciembre de 2004 | El presupuesto de la UNR El gris diciembre universitario La sabia naturaleza presenta ciertos fenómenos que, con algunas diferencias, se reiteran cíclicamente en determinadas épocas del año. El asfixiante calor de diciembre es uno de ellos. La vida cotidiana, por su parte, también despliega en ocasiones una serie de acontecimientos que, producto de su reiteración, parecen tan inevitables como naturales, aunque dicha "naturalización" de sucesos estrictamente sociales, políticos o económicos puede a la larga resultar peligrosa.
Del mismo modo, en el ámbito de la universidad se producen año tras año hechos que revisten al último mes del ciclo académico en un manto de incertidumbres. Diciembre se tiñe, desde hace rato para la Universidad Nacional de Rosario (UNR), de una tonalidad que dista enormemente del "color esperanza" que describe la popular canción. Realidad que no es casual, pues coincide precisamente con el período en el que anualmente se aprueba y se da a conocer el presupuesto universitario.
"Nosotros estamos alcanzando a pagar a duras penas la electricidad, pero no tenemos para reponer las bombitas. Cuando se terminen de romper todas las bombitas, vamos a dejar la universidad a oscuras", enfatizó el rector de la universidad local Ricardo Suárez hace casi dos años atrás. Hoy, el escenario parece ser muy similar.
Es que, como bien manifestara en la semana el propio rector, con el presupuesto asignado para el 2005 (alrededor de 118 millones de pesos) apenas se logra cubrir salarios y gastos de electricidad.
Si bien la última reunión del Consejo Superior de la UNR, desarrollada a manera de protesta en el Ministerio de Educación en Buenos Aires, dejó como saldo la promesa, por parte de funcionarios nacionales, que la casa universitaria local recibirá un incremento de 4 millones más para el año entrante, un concepto importante deslizó Suárez horas antes del viaje, al advertir que "si algo he sacado en limpio es que aquí el que realmente define el presupuesto es el Ministerio de Economía" recalcó, y señaló que "más allá de que se diga que el presupuesto es tratado por senadores y diputados, acá lo cierto es que este año, y en todos los anteriores, salvo alguna que otra intervención a favor de algún presidente, el Ministerio de Economía fue el que definió la política educativa, por lo menos en la parte presupuestaria".
Pero como si el ahogo financiero no fuese suficiente, la partida económica de la UNR se verá sensiblemente disminuida si prospera la idea de la Afip de aumentar el aporte patronal que pagan las universidades. Medida que llama poderosamente la atención, pues mientras muchas empresas privadas son beneficiadas por el Estado en la reducción de sus aportes, vale preguntarse por qué para las universidades se pretende tomar el camino contrario.
Asimismo, el carácter cíclico del malestar universitario se completa con el planteo del gremio docente, que manifiesta la posibilidad del no inicio de actividades en febrero hasta tanto no se regularicen ciertas pautas del cobro de sus haberes.
Este escenario, reiterado hasta el hartazgo, con el que cierra la universidad, invita a reflexionar acerca de los "senderos en lo que se bifurca" la educación superior: o se decide, firmemente y sin tapujos, dar un golpe de timón que quiebre la inercia que mantiene sofocada a la universidad (imposibilitándola de encarar debates profundos más allá de lo estrictamente económico), o se continúa sumergiéndola en las aguas de un futuro incierto. Hasta que no se salde esta cuenta pendiente, la asfixia del gris diciembre universitario seguirá existiendo. enviar nota por e-mail | | Fotos | | El ahogo financiero pinta un panorama poco prometedor para el 2005. | | |