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 sábado, 11 de diciembre de 2004  
Iniciativa de maestras de la Escuela Congreso de Tucumán
Un proyecto que valora la ocasión del juego en la escuela
Se decidieron a cambiar la cara de los recreos y ahora el horario de clases intercala horas de lengua con ping pong

Marcela Isaias / La Capital

"El tiempo es el descubrimiento de mayor trascendencia para la conciencia, el más dramático, el más agudo, el más insoportable, el más angustioso. El tiempo es la marca de lo fatal, pero, a la vez, es el lugar de la ocasión. El lobo y el bosque, todo junto. La ocasión es, digamos, una grieta en el tiempo, una brusca expansión del instante. Una isla que obliga al agua del gran río fluyente a pegar un rodeo", dice la escritora Graciela Montes, la autora argentina dedicada a la literatura infantil.

Convencidas de que la escuela está hecha de tiempo y ocasiones, un grupo de maestras del turno tarde de la Escuela Nº 128 Congreso de Tucumán de Rosario decidió cambiar la rutina del horario escolar con un proyecto que invita a "jugar, crear y recrear", tal el nombre que eligieron.

La idea surgió del abatimiento que les producía "cuidar los recreos", "ver cómo la patada voladora ganaba espacios entre los chicos" y el "mayor entretenimiento era pegarse, empujarse o insultarse", según cuenta el grupo de docentes y la vicedirectora del turno tarde, Stella Maris Fiori.

La discusión sobre cómo mejorar ese espacio se convirtió en proyecto. La propuesta finalmente tuvo eco en la Fundación Acíndar, que les otorgó una buena suma de dinero (3.000 pesos), la cual se volvió en una oportunidad para cambiarle la cara a los recreos.

Un video registra el antes y el después. También el trabajo previo que se dieron los docentes para charlar con los chicos y sumar algo a los buenos consejos y llamados de atención para evitar golpes y patadas.

El antes del patio donde los chicos van y vienen. El después, o el ahora, donde el juego pasó a ser el protagonista de esta historia.

Con la plata se compraron juegos de mesa, como la oca, el ludo, cartas, damas, generalas, también un aro de básquet, mesas de ping pong, mangas elásticas, y pintura, mucha pintura para poner color y fabricar rayuelas en el piso.

También el video registra la jornada en que maestros y alumnos pintaban un gran pizarrón en el patio, para que las paredes de la escuela dejaran de ser el blanco de los mensajes, pero sin que esto significara cerrar la posibilidad de la escritura y la expresión.

Laura Airaldi, una de las maestras impulsoras de esta idea, se muestra orgullosa. Siente que entre tantas peleas que debe dar a diario en su oficio de enseñar ha ganado una más. Y sin sentirse conforme promete que, el próximo año, el proyecto se profundizará.

Otras docentes van sumando comentarios y describiendo cómo el horario se transformó y el juego ganó un espacio entre las horas de ciencias y la matemática. Para ser bien gráfica, Carmen Príncipe, otra de las maestras, señala: "Ahora podés leer en los horarios pegados en las carpetas: lengua, lengua, ping pong".


Puros saltos
Abel tiene 8 y Yamila 9. La nena cuenta que no tenía soga y no sabía saltar. La escuela se la provee ahora en los recreos y le enseñó cuánto y cómo puede divertirse con algo tan simple. A Abel le gusta jugar a las cartas: "Aprendí en mi casa", advierte, pero no tarda en reconocer que "no es lo mismo que jugar en la escuela y con mis compañeros".

La Escuela Nº 128 está en la zona sur de Rosario -Buenos Aires al 6000-, recibe a niños que van desde el nivel inicial hasta el 7º de la EGB. Para cada grupo de edades las maestras se dieron una organización para cuidarlos y que la nueva propuesta funcione. "Nos turnamos, esto permite que rotemos en los distintos juegos, también lo hacen los chicos", comentan las docentes.

Como buenas maestras, no dejan de señalar los beneficios didácticos de la propuesta: "Con las reglas que indican los juegos de mesa aprenden textos instructivos y con las rayuelas trazados geométricos, etc., etc.". Igual, todas acuerdan que lo más significativo fue dar lugar al diálogo, a la convivencia, a respetar reglas de juego y la ocasión de pensar un tiempo diferente.
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Rayuelas y juegos le cambiaron la fisonomía al patio de la Escuela 128.

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