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 miércoles, 08 de diciembre de 2004  
Siento vergüenza

Por primera vez sentí vergüenza de ser rosarina. En mi zona (San Nicolás y Salta) solíamos tener un personaje de lo más pintoresco, que tenía el pelo largo, una barba de años y una locura inofensiva. Muchos lo conocen como "Rambo". Para los vecinos es Mario. Con el asunto del Congreso de la Lengua, se lo llevaron a Oliveros, cosa que en su momento me pareció coherente, necesitaba tratamiento (es esquizofrénico). Hasta ahí todo bien. Resulta que hace unos días lo devolvieron y lo peor es que lo devolvieron bañado, con el pelo corto, afeitado, con ropa nueva y cuerdo. Ustedes se preguntarán cuál es el problema, ése es el problema, le robaron la personalidad, por primera vez. Mario se da cuenta de que tiene que vivir en la calle, ahora le cuesta dormir en el suelo, quiere bañarse, ir al baño. Si lo vieran a la noche, da pena verlo sentadito en el umbral, tratando de dormir sin ensuciarse la ropa... Lo peor de todo es que la gente que pasa ya no le da plata, no lo reconocen. Está medicado, pero ¿por cuánto tiempo? ¿Qué va a pasar cuando se le terminen las pastillas? La doctora que lo trajo dijo que volvía a buscarlo en 10 días. ¿Para qué lo trajo entonces? Que alguien me explique por qué mataron a Rambo y nos dejaron al pobre Mario Martínez. El se da cuenta de su situación y está triste; a Mario -a diferencia de Rambo- no le gusta estar en la calle. ¿Por qué si iban a dejarlo de nuevo en la calle no dejaron al que le gustaba estar en la calle? Lo que hicieron ¿no es abandono de persona? Al fin y al cabo, por no mostrar nuestras miserias a los extranjeros le arruinamos la vida a un ser humano y nos convertimos en míseros todos, permitiendo que esto pasara.

Vanesa Dolce, DNI 25.713.155


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