Newell's se aseguró el primer puesto

José M. Petunchi / La Capital

Esa comunión de abrazos imaginarios entre los jugadores rojinegros con sus hinchas una vez que el árbitro Gabriel Favale marcó el final del partido dejó una clara evidencia: Newell's está a las puertas del título del torneo Apertura. De tocar el cielo con las manos. A un paso de la gloria. Sólo 90 minutos lo separan del anhelado -y postergado- sueño de campeón. Una ilusión que se le frustró en el Clausura 97, cuando de la mano de Mario Zanabria, el equipo estuvo a un tris de dar la vuelta olímpica. Pero este austero Ñuls del Tolo Gallego, que no brilla y que en ocasiones, como ayer, convive con los nervios de punta, con su triunfo ante Gimnasia (2-0) se aseguró el primer puesto y quedó a un punto de calzarse el traje de campeón el próximo fin de semana ante Independiente en Buenos Aires. Aunque en escencia, ya se sienten campeones y comparten el cosquilleo inconfundible que genera esa palabra.

Esa simbiosis que se dio con la gente, también se vivió pero de manera palpable entre los jugadores y el cuerpo técnico, es que íntimamente ya se sienten campeones; sienten que tienen la gloria al alcance de la mano, por más que no lo digan abiertamente y aunque todavía resten 90 minutos de fútbol. Pero a esta altura, y teniendo en cuenta algunos antecedentes, como el presente de Independiente y la amistad de las hinchadas, a nadie se le pasa por la cabeza que el título no tendrá color rojo y negro. Por eso cada apretujón, cada mueca de alegría, cada grito de desahogo y de festejo sirvió para simbolizar esas secuencias de sensaciones contenidas. El título todavía no se consumó, pero en el Parque ya se palpa, se siente, se vive y se disfruta. Y está bien, se lo ganaron en buena ley.

Todas las suspicacias y conjeturas que se tejieron entresemana quedaron sepultadas una vez que el juez pitó el inicio. Ahí Newell's y Gimnasia se dedicaron a jugar, o a intentar hacerlo con las armas que tenían, a atacarse como podían, a poner con lealtad, y a tratar de imponer su superioridad a partir de los argumentos que cada uno exponía. Es cierto que no eran muchos, pero alcanzaban para mantener en vilo a todo el Coloso por una definición apasionante que tiene como protagonista excluyente a los rojinegros.

La expectación se mantuvo, sobre todo cuando llegó la noticia de que en La Plata Vélez le ganaba a Estudiantes, hasta que a los 30', el Memo Iván Borghello envió un centro desde la izquierda para que el pibe Belluschi -una de las figuras del cotejo- metiera el cabezazo letal para la apertura del marcador, para que el Coloso explotará y dejara florecer el grito contenido. Dejara fluir toda la adrenalina y la pasión de su gente, que abarrotó las más de 30.000 ubicaciones disponibles para ellos.

El estadio hervía, estaba en plena ebullición, y antes de que se apagaran los ecos por el gol de Belluschi, los leprosos armaron una jugada memorable en ataque, que arrancó casi en la propia área, y que terminó otra vez con una exquisita definición de Guillermo Marino. Parecida en su concepción a la del cotejo con Quilmes que cerró