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 domingo, 05 de diciembre de 2004  
Voces e ideas en un foro de reflexión
Las Jornadas de Pensamiento Argentino propusieron múltiples entradas para un objeto de estudio escurridizo

"Hablamos del idioma de los argentinos, o el idioma nacional, según la expresión de Borges, u otros ensayistas del siglo XIX". A la particularidad de cada expresión, subyacen historias y trayectorias en el planteo de la lengua como herramienta de constitución de la identidad nacional, de una cultura propia, de emancipación y autonomía cultural y política. Un recorrido por esos debates, cuyo nacimiento se ubica en el Salón Literario de 1837 y se desgrana en la Literatura y la discusión política de más de 150 años, fue el eje de las II Jornadas de Pensamiento Argentino, que organizó la cátedra de Proyectos políticos Argentinos y Latinoamericanos de la Facultad de Ciencia Política de la UNR.

Horacio González presentó el encuentro con un paneo por autores e ideas. Inició el recorrido en la obra de Jorge Luis Borges de 1928, "El idioma de los argentinos", donde apareció "el ámbito de la conversación como raíz de la lengua" -un espacio, la conversación, que se enriqueció de sentido durante la jornada-, junto a una raíz épica relacionada con "el siglo XIX y la hazaña emancipadora".

González detuvo su atención en la obra de Luciano Abeille, autor de "El idioma nacional de los argentinos", a quien le asignó un lugar esencial en el debate, aunque consideró "revulsiva y fácilmente refutable" su obra. Esa actitud, de desgranar autores fácilmente cuestionables para hacer una lectura menos condicionada por esa comodidad intelectual, y más ocupada en rescatar ideas que luego pueden aparecer como rastros en otros autores, aunque con otros tonos, se reiteró en casi todos los análisis de las Jornadas.


Más allá de las etiquetas
El historiador Ricardo Falcón desmenuzó textos de los participantes del Salón Literario de 1837. Los de Marcos Sastre, planteando un divorcio con la cultura española para encontrar los elementos con los cuales fundar una nación; Alberdi, que sostenía la soberanía popular de la lengua, y "no escribir a la española", ya que "el estilo hace a la ideología", y Echeverría, que afirmaba que de España "solo queda la lengua, pero hay que mejorarla", fórmula donde Falcón encuentra "como un camino que conduce a la emancipación". O Sarmiento, que comparó a la gramática con un "senado conservador", y sostuvo que la lengua evoluciona con el habla, y es la expresión de un pueblo, lo que implicaba "convertir en un hecho político lo que era un hecho lingüístico".

Los cruces siguieron durante toda la jornada, en que los panelistas escrutaron la obra de autores tan disímiles y polémicos como José María Ramos Mejía y José Ingenieros; Raúl Scalabrini Ortiz; Ernesto Quesada, Vicente Rossi, John William Cooke y Leopoldo Lugones. Cada uno en un diálogo con Borges, con Arlt, en sus relaciones con Abeille. Una tarea enfocada en ver más allá de las etiquetas en las que quedan silenciados .

Roberto Retamoso analizó algunos desplazamientos en la evolución de la discusión sobre la lengua. En Ezequiel Martínez Estrada se detuvo en "la inadecuación entre la lengua y las significaciones que debe manifestar", mientras en Scalabrini Ortiz, relevó "la alienación de lo más sustantivo del hombre respecto de la palabra y pensamiento europeos". Rescató a Oliverio Girondo, que " trata de cortar amarras respecto de la tradición, hispánica en particular, y de tener fe en la manera singular en que la lengua española es modulada en el Río de la Plata". Y postuló que Borges, "supone reconocer una disociación entre palabra escrita y palabra dicha".

Juan Ritvo, y desde otra perspectiva María Pía López, plantearon la "fosilización" o el "vaciamiento" de la producción universitaria a partir de la "burocratización" del lenguaje.

A su turno, Juan Giani desarrolló las causas del rechazo a la idea de nacionalismo "asociada a la dictadura, la muerte, el fraticidio", para encontrarle un nuevo sentido en la defensa de su "rareza como dato inevitable".

Agustín Prospitti destacó en Scalabrini Ortiz la atención por escuchar las multitudes. Roy Williams encontró en las tensiones de Ramos Mejía la preocupación por la ausencia de ideales, "que en el siglo XX aparecen con el yrigoyenismo y el peronismo". Gerardo Oviedo encontró en Ernesto Quesada que "anuncia a Borges y advierte sobre Lugones".

Guillermo Korn abordó a Vicente Rossi,que propuso escribir tal cual se habla. Sebastián Artola desmenuzó entrecruzamientos con John William Cooke, que "se apropia del sentido peyorativo con el que la burguesía se refería al movimiento peronista para invertirlo para volverlo una consigna identificatoria, como en el fútbol". Eduardo Tonioli y Gustavo Battistoni valorizaron en Lugones "la búsqueda de una filiación helénica" y rescataron su oposición a la Real Academia Española.
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