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 domingo, 05 de diciembre de 2004  
Trágico desenlace de una historia de adicciones y pobreza
Una mujer fue condenada a perpetua por matar a su bebé
Asfixió al nene de 5 meses y lo arrojó a un pozo ciego. La sentencia fue apelada

María Laura Cicerchia / La Capital

Una mujer de 27 años fue condenada en primera instancia a prisión perpetua por la muerte de su bebé de 5 meses, que fue hallado sumergido en el pozo ciego de su humilde casilla de barrio Ludueña. La mujer señaló que el niño falleció tras llevarlo a un control médico porque tenía fiebre, pero en el hospital no había registros de que allí hubieran asistido a la criatura. Y la autopsia determinó que el pequeño fue asfixiado.

María Ferrari es una mujer humilde, con una leve limitación intelectual, que al momento de los hechos era alcohólica y drogadependiente. Vivía en un contexto de probreza junto a su suegra y tres hijos. Sobrevivía con la asignación mensual de un plan Trabajar en la casilla de un asentamiento precario de barrio Ludueña. No obstante sus carencias y su historia de adicción, los exámenes clínicos y psicológicos que le practicaron determinaron que es imputable, es decir, que puede comprender sus actos y no padece ninguna patología mental.

El relato que María dio de los hechos, donde sostuvo su inocencia, fue catalogado por los médicos como "confuso" y en algún modo delirante o contradictorio. Así, el juez de Sentencia Antonio Ramos le aplicó la figura prevista para quien mata a un hijo, homicidio calificado por el vínculo, lo que se castiga con prisión perpetua. El fallo fue apelado por la defensa, por lo que el dictamen definitivo lo formulará la Cámara Penal.

A partir de la particular situación social y personal de la imputada, el juez consignó en su sentencia que la ley no prevé situaciones de imputabilidad intermedia. Y reflejó la ausencia de "políticas preventivas de tratamiento y asistencia para quienes caen en la drogadependencia".

La muerte de Gustavo, de 5 meses, fue descubierta el 1º de julio de 2003, cuando la abuela del bebé se presentó en la seccional 12ª. Dijo que la noche anterior su nuera, María, le había anunciado que su nieto había fallecido y ya lo habían enterrado. La mujer encontró el relato un poco extraño: es que María conservaba el DNI de la criatura y ella sabía que el documento se retiene para los trámites de inhumación.

Los policías fueron a la casa de Garzón 120 bis y se encontraron con el mismo relato. María les dijo que la noche anterior había llevado al bebé al Hospital Centenario porque tenía fiebre. En el efector de salud, prosiguió, le dijeron que su hijo estaba muerto. Y sostuvo que esa misma noche lo enterraron en el cementerio La Piedad.

Sin embargo, no había registro del ingreso del niño ni al hospital ni a la necrópolis. Luego, un chofer de la línea 112 recordó que a la medianoche había subido a la unidad una mujer, en Catamarca y Francia, "con una criatura tapada de punta a punta" que no lloró en todo el trayecto.

Esa misma tarde, el hermano de 7 años del chiquito anunció que su madre había ocultado al bebé en el baño. Así, el cuerpo de la criatura fue hallado en un pozo ciego del piso de tierra del baño, un hueco bajo tablas de madera. El nene había muerto por asfixia mecánica por inmersión o sofocación, según la autopsia. Entonces María dio otra versión de lo ocurrido: sostuvo que el bebé murió al volver del hospital, que no pudo reanimarlo y que su hijo de siete años fue quien lo arrojó al pozo.
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